El efecto económico y moral de la asonada UP/DC en nuestro país está siendo tan devastador que costará mucho esfuerzo recuperar el ritmo de crecimiento y limpiar la administración de tanta rémora y corrupción.
Nunca perdonaré a Sebastián Piñera habernos entregado en manos de la coalición UP/DC. Entre los muchos errores y omisiones de su gestión política (descritas en éste y en otros posts), para mi es imperdonable que no haya dado la guerra para protegernos del retorno de los malos.
Agregando el control mayoritario del congreso a su control de la institucionalidad y la justicia, nadie medianamente enterado de los asuntos públicos de Chile podía ignorar la que se venía con el retorno a La Moneda del totalitarismo UP/DC.
Si esto le hubiera importado, Piñera jamás debió atacar —¡en plena campaña!— a los líderes de su sector tildándolos abusivamente de "cómplices pasivos de la dictadura" ni a "su" candidata Evelyn Matthei, a quien por joven no la quiso sacar de esa lista. Menos todavía debió lisonjear a Bachelet como "gran candidata" ni a sus amigos del club castro-chavista.
En septiembre del año pasado publiqué una teoría acerca de las razones de Piñera para repetir el numerito que había hecho la DC en 1970 en instalar a la UP esperando recuperar el poder a la próxima pasada, cuestión que por estos días se ha vuelto evidente.
Comentarios como éste y otros del entorno del ex presidente, sumados a las intervenciones de Piñera que claramente tienen esa intención no dejan dudas de que, contra lo que repetidamente declaró antes, sí tiene toda la intención de volver a sentarse en la Presidencia.
Por mi parte, considero que la principalísima tarea para un próximo gobierno de signo contrario al totalitarismo UP/DC será enorme y desgastadadora: desmontar el aparato de control progresista que atraviesa toda la administración pública, de justicia, sindical, estudiantil y hasta de las ONGs (todas de izquierda y financiadas con platas públicas). Sin ir derechamente al combate de este monstruo, el desarrollo de Chile quedará frenado por mucho tiempo.
Y si Piñera no movió un dedo por hacerlo cuando debió y pudo, menos lo hará en un segundo período, cuando se requerirá convocar y echar mano de todo recurso humano disponible. Piñera tendrá en contra a demasiada gente legítimamente ofendida por su gestión política pasada. No solo los militares, a quienes les mintió con descaro, sino también casi toda la plana de dirigentes históricos de la derecha que fueron seriamente ofendidos y maltratados, los emprendedores que sufrieron en carne propia su pusilanimidad para defender los grandes proyectos de inversión atacados por "la calle" y casi cada chileno que hoy vive en carne propia los duros efectos de la desidia de Piñera para asegurar la continuidad de la derecha.
¿Y si no es Piñera —que se dio maña para cortarle las piernas a todo líder derechista que le pudiera competir— quién?
No sé. En algún momento pensé que Ena von Baer pudo haber sido buena candidata, porque le oí un comentario que rozaba el objetivo real que debería ponerse la derecha, pero creo que me equivoqué. Manuel José Ossandón y Andrés Allamand destacan por su fiereza para posicionarse, pero en el plano ideológico no dan ninguna garantía. Ni hablar de Laurence Golborne ni de quienes han participado de instancias en las que han expuesto sus posiciones, que para nada apuntan hacia donde es debido.
Y, siendo que yo mismo no estoy en disposición de hacerlo, no veo a nadie que pueda liderar la gigantesca tarea que se nos viene para evitar recaer en nuestra histórica mediocridad... o deslizarnos por la pendiente final que nos ponga a la "altura" de Cuba, a donde se llega fácil, pero nunca se sale.
Andrés Allamand mañana suicidan el partido Renovación Nacional al quitar la referencia al 11 de septiembre en su congreso doctrinario, en Pucón.
ResponderEliminarEl columnista Valera al cual has subido unas columnas comparó a la Nueva Mayoría con el rey Jacobo I, quien despreciaba a los comunes. Sabemos cómo termino ese asunto en Inglaterra.
Hay que armar una rebelión.
En tiempos como éste la gente está dispuesta a alinearse detrás de quien quiera que aparezca rotundamente contrario a los que la amenazan. Pero esa persona no parece figurar entre los actuales líderes de la derecha.
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