Abrigué la esperanza de ver a un nuevo presidente Piñera emergiendo de su retiro reflexivo en la Isla de Pascua, pero creo que soy un iluso sin remedio.
Pese a una gestión administrativa impecable, el gravísimo error de don Sebastián fue imponer una agenda política cocinada entre los pocos incondicionales de su entorno (1), traicionando las expectativas de la enorme masa de chilenos que le instaló en La Moneda.
Con ello, al incondicional odio de los moros, sumó el rechazo de los cristianos y vista la debacle eleccionaria pasada que dejó en evidencia el enorme déficit de manejo político, parecía que había llegado el momento de enmendar.
Pero, de nuevo, nos equivocamos.
"Gobierno de unidad"
La principal —y obvia— expectativa de las mayorías que pusieron a la derecha en el poder era alejar de él a la izquierda que lo detentó por 20 años. El objetivo de todos era dar inicio a una operación de limpieza que se sabía tomaría años, tal había sido el grado de deterioro de la gestión por prácticas corruptas y demagógicas de un régimen que, además, incrementó en demasía el ámbito de asuntos bajo su dominio.
Pero, lejos de eso, al asumir don Sebastián invitó al régimen pasado a un "gobierno de unidad" convocando a varios de sus agentes a tomar altos cargos en el nuevo gobierno, incluyendo ministerios, y llegando al extremo de ofrecer la dirección del estatal diario La Nación al izquierdista Sergio Micco que antes había liderado el ataque mediático al senador Jovino Novoa, cuando se buscó involucrarlo falsamente en pedofilia (2).
A esta impostura, el presidente Piñera sumó la de mantener en sus cargos a muchos de los ejecutivos del régimen anterior y a conformar su gabinete con prescindencia casi total de los líderes de su coalición. Con la excepción de Joaquín Lavín, a quien puso al frente de Educación pero sujeto a su propia visión de la cartera (3), todos los demás líderes se quedaron "abajo de la micro" (4).
Ya instalado, sus declaraciones respecto del régimen pasado fueron de alabanzas a "los grandes logros" y a las personas de sus gobernantes. Se fotografió con ellos orgulloso de sumarse al número, se hizo acompañar de ellos en momentos simbólicos, les invitó a La Moneda para pedirles consejo y hasta ahora jamás le hemos escuchado criticar con rectitud y virilidad lo mucho mal obrado por ellos.
Al contrario, consolidó lo hecho por ellos e incrementó el aparato de gobierno añadiendo dependencias, empleados y abultando el presupuesto en niveles inéditos. Cuestiones estas últimas que suenan gratas solamente para la coalición contraria y sus seguidores que ven al estado como un enorme vacuno a ordeñar, pero que para las mayorías que votaron por Piñera suenan a estafa.
"Corrupción"
El régimen anterior presionó la institucionalidad para eludir la acción de la ley, con casos inexplicablemente demorados hasta su extinción penal o incluso absueltos en base a triquiñuelas para cambiar la composición de los tribunales. Uno de los casos más graves tanto por su cuantía como por el cúmulo de irregularidades fue el de los pagos ilegales mensuales a toda la plana superior del estado por doce años sin que hubiera sanción alguna por su pago, por la omisión de declararlos ni por evadir los impuestos respectivos.
Muchos creyeron que con la llegada del nuevo gobierno se iniciaría el desfile por tribunales de los líderes involucrados, esta vez sin el apoyo del aparato del estado para cambiar los jueces ni obligar al jefe de impuestos internos a declarar exenciones ilegales.
Pero nada de eso pasó. Es más, algunas de las rémoras dejadas por el régimen pasado han brotado en este período sin que el gobierno tome acción alguna para apuntar a la culpabilidad de la administración pasada.
Los votantes, por supuesto, no ven nada bueno en esta impunidad y falta de acción. Y al resquemor en contra de quienes delinquieron se suma aquel contra quienes, teniendo los recursos para hacerlo, omiten perseguir su responsabilidad.
"Derechos humanos"
Durante el régimen anterior, bajo este rótulo se instaló un gigantesco y productivo aparato de propaganda del "relato" concertacionista, según el cual esa coalición es la representante genuina de los valores democráticos de la nación, adecuando la institucionalidad y distorsionando la gestión judicial para perseguir a los militares que reprimieron el terrorismo durante el gobierno militar y beneficiarse con indemnizaciones y pensiones vitalicias que suman un monto sideral de millones de dólares.
Pero la mayoría de los chilenos no comparte para nada el "relato" concertacionista. La verdad histórica es que bajo el castrismo de Allende, muchos de esos líderes constituyeron una dictadura que arrasó con todos los derechos de las personas y con la institucionalidad, cuestión que entonces "justificaron" en que la juridicidad estorbaba a la revolución (5).
Consecuentemente, lo esencial y primordial de este nuevo gobierno debía ser el rechazo del tal "relato", la lucha por la restauración de la verdad histórica y la exigencia de la vigencia plena del estado de derecho para todos, incluyendo los militares.
Los militares victimizados recibieron a Piñera durante la campaña y frente a ellos el ahora presidente se comprometió a liderar la presión para que los jueces de izquierda se atuvieran a las normas legales y a los principios de derecho en los procesos incoados bajo el concertacionismo.
Pero nada de eso ha ocurrido. Al contrario, se han incrementado los procesos injustos, se ha exacerbado la crueldad y vejación en contra de los militares presos, como si ellos no tuvieran la condición que les hace acreedores a "derechos humanos". Encima de todo esto, Piñera mantuvo incólumes las orgánicas instaladas por el régimen anterior —incluso al interior de La Moneda— para la custodia de su "relato".
Respeto al legado libertario y denuncia del club castro-chavista
La extrema vinculación con los regímenes totalitaristas del vecindario, principalmente bajo el último gobierno de la castrista Michelle Bachelet, hizo aparecer a nuestro país avalando la gestión de los líderes socialistas que afligen a esos pueblos.
Por lo tanto, esperábamos que el gobierno de derechas examinara con cuidado esos lazos, denunciara lo que no corresponde avalar y proyectara sobre el continente el verdadero talante de nuestra nación defensora de la libertad, que constituye un legado que en modo alguno se relaciona con lo obrado por el régimen anterior sino con el del gobierno militar.
Nada, tampoco. No haciendo ninguna diferencia, el presente gobierno actúa en todas las orgánicas controladas por el castro-chavismo como si compartiera sus inspiraciones, sin detenerse a sopesar el sentimiento generalizado de descorazonamiento que esta actitud provoca en los sectores de mayor claridad ideológica y conciencia del valor de la peculiaridad de Chile en el plano internacional.
En fin, hay otros aspectos de la política del actual gobierno que desilusionaron a sus simpatizantes: la acción populista en varias dependencias y ministerios (de la mujer, del trabajo, medio ambiente), el aumento del gasto y de la carga tributaria, la timidez para imponer una verdadera agenda de derecha (aparte de la promesa de facilitar el emprendimiento, no se ha avanzado lo suficiente en enfrentar los intereses creados e institucionales que maniatan a nuestros emprendedores).
Un retiro que fue como un parto de los montes
De vuelta de la Isla de Pascua, don Sebastián no apareció declarando haber visto la luz ni nada parecido. Se limitó a hacer ajustes en el gabinete para librar a su carnal ministro del interior del intenso fuego amigo y enemigo (a él se le atribuye, quizás injustamente, la autoría de las políticas reseñadas arriba) y sacar del gobierno a los dos ministros con pretensiones presidenciales, no habiendo ninguna necesidad legal de hacerlo (6).
Ninguna reorientación de políticas, ningún mea culpa.
Peor aún, antes de despacharlos, interrogó a ambos pre-candidatos para asegurarse que ninguno de ellos saldría con propuestas que revelaran errores o inconsistencias de su gobierno y les dijo: "estamos en el mismo barco y compartimos el mismo destino"
La principal —y obvia— expectativa de las mayorías que pusieron a la derecha en el poder era alejar de él a la izquierda que lo detentó por 20 años. El objetivo de todos era dar inicio a una operación de limpieza que se sabía tomaría años, tal había sido el grado de deterioro de la gestión por prácticas corruptas y demagógicas de un régimen que, además, incrementó en demasía el ámbito de asuntos bajo su dominio.
Pero, lejos de eso, al asumir don Sebastián invitó al régimen pasado a un "gobierno de unidad" convocando a varios de sus agentes a tomar altos cargos en el nuevo gobierno, incluyendo ministerios, y llegando al extremo de ofrecer la dirección del estatal diario La Nación al izquierdista Sergio Micco que antes había liderado el ataque mediático al senador Jovino Novoa, cuando se buscó involucrarlo falsamente en pedofilia (2).
A esta impostura, el presidente Piñera sumó la de mantener en sus cargos a muchos de los ejecutivos del régimen anterior y a conformar su gabinete con prescindencia casi total de los líderes de su coalición. Con la excepción de Joaquín Lavín, a quien puso al frente de Educación pero sujeto a su propia visión de la cartera (3), todos los demás líderes se quedaron "abajo de la micro" (4).
Ya instalado, sus declaraciones respecto del régimen pasado fueron de alabanzas a "los grandes logros" y a las personas de sus gobernantes. Se fotografió con ellos orgulloso de sumarse al número, se hizo acompañar de ellos en momentos simbólicos, les invitó a La Moneda para pedirles consejo y hasta ahora jamás le hemos escuchado criticar con rectitud y virilidad lo mucho mal obrado por ellos.
Al contrario, consolidó lo hecho por ellos e incrementó el aparato de gobierno añadiendo dependencias, empleados y abultando el presupuesto en niveles inéditos. Cuestiones estas últimas que suenan gratas solamente para la coalición contraria y sus seguidores que ven al estado como un enorme vacuno a ordeñar, pero que para las mayorías que votaron por Piñera suenan a estafa.
"Corrupción"
El régimen anterior presionó la institucionalidad para eludir la acción de la ley, con casos inexplicablemente demorados hasta su extinción penal o incluso absueltos en base a triquiñuelas para cambiar la composición de los tribunales. Uno de los casos más graves tanto por su cuantía como por el cúmulo de irregularidades fue el de los pagos ilegales mensuales a toda la plana superior del estado por doce años sin que hubiera sanción alguna por su pago, por la omisión de declararlos ni por evadir los impuestos respectivos.
Muchos creyeron que con la llegada del nuevo gobierno se iniciaría el desfile por tribunales de los líderes involucrados, esta vez sin el apoyo del aparato del estado para cambiar los jueces ni obligar al jefe de impuestos internos a declarar exenciones ilegales.
Pero nada de eso pasó. Es más, algunas de las rémoras dejadas por el régimen pasado han brotado en este período sin que el gobierno tome acción alguna para apuntar a la culpabilidad de la administración pasada.
Los votantes, por supuesto, no ven nada bueno en esta impunidad y falta de acción. Y al resquemor en contra de quienes delinquieron se suma aquel contra quienes, teniendo los recursos para hacerlo, omiten perseguir su responsabilidad.
"Derechos humanos"
Durante el régimen anterior, bajo este rótulo se instaló un gigantesco y productivo aparato de propaganda del "relato" concertacionista, según el cual esa coalición es la representante genuina de los valores democráticos de la nación, adecuando la institucionalidad y distorsionando la gestión judicial para perseguir a los militares que reprimieron el terrorismo durante el gobierno militar y beneficiarse con indemnizaciones y pensiones vitalicias que suman un monto sideral de millones de dólares.
Pero la mayoría de los chilenos no comparte para nada el "relato" concertacionista. La verdad histórica es que bajo el castrismo de Allende, muchos de esos líderes constituyeron una dictadura que arrasó con todos los derechos de las personas y con la institucionalidad, cuestión que entonces "justificaron" en que la juridicidad estorbaba a la revolución (5).
Consecuentemente, lo esencial y primordial de este nuevo gobierno debía ser el rechazo del tal "relato", la lucha por la restauración de la verdad histórica y la exigencia de la vigencia plena del estado de derecho para todos, incluyendo los militares.
Los militares victimizados recibieron a Piñera durante la campaña y frente a ellos el ahora presidente se comprometió a liderar la presión para que los jueces de izquierda se atuvieran a las normas legales y a los principios de derecho en los procesos incoados bajo el concertacionismo.
Pero nada de eso ha ocurrido. Al contrario, se han incrementado los procesos injustos, se ha exacerbado la crueldad y vejación en contra de los militares presos, como si ellos no tuvieran la condición que les hace acreedores a "derechos humanos". Encima de todo esto, Piñera mantuvo incólumes las orgánicas instaladas por el régimen anterior —incluso al interior de La Moneda— para la custodia de su "relato".
Respeto al legado libertario y denuncia del club castro-chavista
La extrema vinculación con los regímenes totalitaristas del vecindario, principalmente bajo el último gobierno de la castrista Michelle Bachelet, hizo aparecer a nuestro país avalando la gestión de los líderes socialistas que afligen a esos pueblos.
Por lo tanto, esperábamos que el gobierno de derechas examinara con cuidado esos lazos, denunciara lo que no corresponde avalar y proyectara sobre el continente el verdadero talante de nuestra nación defensora de la libertad, que constituye un legado que en modo alguno se relaciona con lo obrado por el régimen anterior sino con el del gobierno militar.
Nada, tampoco. No haciendo ninguna diferencia, el presente gobierno actúa en todas las orgánicas controladas por el castro-chavismo como si compartiera sus inspiraciones, sin detenerse a sopesar el sentimiento generalizado de descorazonamiento que esta actitud provoca en los sectores de mayor claridad ideológica y conciencia del valor de la peculiaridad de Chile en el plano internacional.
En fin, hay otros aspectos de la política del actual gobierno que desilusionaron a sus simpatizantes: la acción populista en varias dependencias y ministerios (de la mujer, del trabajo, medio ambiente), el aumento del gasto y de la carga tributaria, la timidez para imponer una verdadera agenda de derecha (aparte de la promesa de facilitar el emprendimiento, no se ha avanzado lo suficiente en enfrentar los intereses creados e institucionales que maniatan a nuestros emprendedores).
Un retiro que fue como un parto de los montes
De vuelta de la Isla de Pascua, don Sebastián no apareció declarando haber visto la luz ni nada parecido. Se limitó a hacer ajustes en el gabinete para librar a su carnal ministro del interior del intenso fuego amigo y enemigo (a él se le atribuye, quizás injustamente, la autoría de las políticas reseñadas arriba) y sacar del gobierno a los dos ministros con pretensiones presidenciales, no habiendo ninguna necesidad legal de hacerlo (6).
Ninguna reorientación de políticas, ningún mea culpa.
Peor aún, antes de despacharlos, interrogó a ambos pre-candidatos para asegurarse que ninguno de ellos saldría con propuestas que revelaran errores o inconsistencias de su gobierno y les dijo: "estamos en el mismo barco y compartimos el mismo destino"
Pues yo sostengo que eso no es así. Que no hay ninguna posibilidad de éxito para el candidato que sea incapaz de reconocer estos errores y se comprometa públicamente a enmendarlos en su período y que, por lo tanto, en el solitario camino que don Sebastián ha de emprender al ostracismo (porque, luego de esta pasada, dudo mucho que sea otro su destino) nadie, o muy pocos, estarán dispuestos a compartirlo.
La normal reticencia que todos tenemos para admitir nuestros errores cede cuando las consecuencias resultan gravemente dañinas para otros. Esta circunstancia nos obliga a reconocerlos, a hacer patente nuestra contrición y a esforzarnos para demostrar nuestro propósito de enmienda con hechos y actitudes de reparación.
Es lo que esperábamos (<= artículo del 02 Nov. 2012). Pero al eludir este ejercicio, don Sebastián rompe las pocas fidelidades que le van quedando para sostener su vigencia política. Sin apoyos que valgan la pena, no le queda sino un solitario camino sin retorno a Oblivion, ese lugar donde moran aquellos de quienes todos queremos olvidarnos.
Es lo que esperábamos (<= artículo del 02 Nov. 2012). Pero al eludir este ejercicio, don Sebastián rompe las pocas fidelidades que le van quedando para sostener su vigencia política. Sin apoyos que valgan la pena, no le queda sino un solitario camino sin retorno a Oblivion, ese lugar donde moran aquellos de quienes todos queremos olvidarnos.
Notas:
1. Conseguida la Presidencia, apareció un grupo antes sumergido que se hizo llamar la "Nueva Derecha" pretendidamente más sensible a lo social y alejada de toda vinculación ideológica con el gobierno militar. Supongo que pensaron que este perfil les ganaría el favor de la oposición progresista y les permitiría cumplir un gobierno de realizaciones de tal magnitud que podrían prescindir de los partidos tradicionales de la derecha y unirse con la DC y sectores más centristas de la Concertación para continuar en el gobierno, más o menos a la manera que se propuso hacerlo la Democracia Cristiana en 1964, cuando anunció a los cuatro vientos un régimen de 30 años en el poder para cambiar Chile de punta a cabo. Por este motivo los bauticé como los decechistas.
2. En una de las operaciones más delictuosas de nuestra historia política, cuando bajo el presidente Ricardo Lagos se organizó este montaje con el doble objetivo de liquidar la dirigencia del partido UDI y bajarle el perfil al proceso por ese delito (ilegalmente postergado por la Fiscalía Nacional) que afectaba a un connotado senador de esa coalición.
3. La carencia de "empoderamiento" de Lavín se manifestó con las precipitadas declaraciones de Piñera formuladas en el extranjero respecto de las movilizaciones de estudiantes ("grande, noble, hermoso") y tuvo su momento cúlmine cuando el presidente dio a conocer un ridículo plan para satisfacer esas demandas teniendo a Joaquín Lavín parado a su lado como un subordinado limitado a ejecutar bajo supervisión las maravillas que anunciaba.
4. Luego del impacto en las encuestas, Piñera se vio forzado a renovar su gabinete incorporando esta vez a figuras de la coalición que trabajó para instalarle en el poder. Pero para la historia queda este mezquino primer intento de apartarles.
5. Jorge Tapia, ministro de justicia de Allende declaró el 1º de julio de 1972: "La revolución se mantendrá dentro del Derecho mientras el Derecho no pretenda frenar la revolución"
6. De hecho, lo que más conviene a la derecha es esperar hasta que la única abanderada con posibilidades que tiene la desacreditada oposición se vea forzada a comparecer para entonces enfrentarla con el candidato oficialista. Según Piñera, su deber es doble: hacer buena gestión y asegurar la continuidad, pero dice importarle más lo primero que lo segundo. Esta forzada dicotomía es un claro indicador de que busca eludir responsabilidad en el retorno del concertacionismo. Lanzar a los contendientes antes de tiempo para que se desangren es, en buena medida, contribuir a ese retorno. Difícil poner por escrito la indignación y rechazo a la persona del Presidente que esto provoca.
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Escribí algo parecido en mi blog, y cito las palabras que le dijo Piñera a los ministros que salieron: "defender nuestras ideas". Si él, justamente, ha hecho lo contrario, salvo como tú señalas en la parte del emprendimiento. Con todo, a este gobierno no le gustan que lo llamen "Gobierno de los empresario", casi como si fuese ser lo mismo que ser delincuente.
ResponderEliminarPiñera es DC, y cree que hizo un Gobierno de Derecha.
Si el punto como título mi post "¿Cambio de gabinete o cambio de ideas?", eso lo que no ha entendido Piñera y su equipo.
Para el electorado que se abstuvo da lo mismo votar por Concertación o la Alianza.
Javier, creo que a estas alturas todos en Chile estamos claros en el débil manejo político del gobierno.
EliminarPero la razón de esa debilidad no es ineptitud ni impericia, sino mala leche.
Don Sebastián y su grupo quisieron alzarse con el santo y la limosna, saliendo con la "Nueva Derecha" que convocaba a un "Gobierno de Unidad", buscando dejar en el camino a la UDI y a la cúpula dirigente de RN.
Pero les falló porque los convidados al festín no quisieron tener una parte en él sino recuperarlo TODO.
ESO es lo que debemos impedir y para ello debemos tener claro que NO podemos contar el Presidente ni su camarilla.
Demos conseguir que Allamand y Golborne no se destrocen. Que la gente de derecha no genere odios ni revanchismos. Y que la gente independiente sienta que ahora sí vendrá un gobierno genuinamente de derecha.
Piñera todavía podrá candidatearse en el club de fútbol de su barrio, pero como líder derechista es total, completa y absolutamente INCONFIABLE
Estimado Ciro:
ResponderEliminarDe verdad que esta EXCELENTE este resumen del gobierno y la personalidad de Piñera. En un principio todos pensamos (me incluyo) que este gobierno denunciaría a viva voz las corrupciones de la cAncertacion con sus sobresueldos, ChileRecortes, MOP-Gate, Transchanta, Hospital de Curepto, la ilegalidad de Aylwin con la justicia, el quiebre del Superávit Estrucural con Velazco y tantas cosas mas que se podrían nombrar, pero no paso nada, al contrario, como que unió lazos con la oposición creando los derechistas-progresistas o aliancistas-bacheletistas.
Sin embargo, no se puede olvidar la gestión económica del país, es un punto fuerte y a favor del gobierno, no obstante, desecharon una buenísima oportunidad con el proyecto de emprendimiento que tenia Fontaine a quien cambiaron, espero no pase con Tomas Flores que también tiene excelentes ideas en este sentido.
Saludos y lo copio en mi Twitter y Facebook.
Cierto, la gestión administrativa ha sido impecable. A cargo de personas de un perfil extraordinariamente honesto y profesional, lo cual contrasta groseramente con lo que vimos en los 20 años anteriores a este gobierno.
EliminarPor otro lado, la mera salida de los corruptos fue la campanada que permitió desentenderse de las intervenciones de La Moneda y recuperar el optimismo que vivimos en los 80. Y el alivio presupuestario que significó librarse de la pesada mochila corruptiva que arrastraba la Concertación permitió focalizar el gasto social y hasta incrementarlo.
Aún en este plano, el empuje pudo ser más decisivo y significativo si hubiera tenido su correlato con una gestión política honesta con los principios del sector que se supone está representado en el gobierno.
Tiene razón Ciro en muchas cosas, recuerdo algo que supe, no me consta pero el en sus comienzos en la política se acercó a la DC y les pidió ser su candidato a la presidencia, ellos no lo aceptaron, entonces se quedó en RN,y siguió su camino político y de empresario, de esto hará unos 15 años, no lo recuerdo con exactitud. En La Moneda no veo algo malo en su comportamiento, nunca he sido Piñerista pero tampoco me cae mal y en este momento me gustaría que hubiera sido de 6 años el período de presidente, habría dejado el país muy bien, no estaríamos como ahora temiendo ver a MB instalada en el poder. No creo que el haya dado entrada a la zurdería a los medios, ellos ya se la habían apropiado hace muchos años
ResponderEliminarEs cierto que no fue SP quien abrio la puerta a la zurderia en los medios. Pero en este articulo no se le acusa de eso sino de algo distinto: no ha hecho nada para combatir ese dominio sino al contrario. Quiso poner a Mirco Makari al frente de La Nacion, mantuvo a izquierdistas y DC dirigiendo TVN y jamas denuncio ni combatio sesgo zurdo de los medios.
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