miércoles, 4 de abril de 2012

¿Y qué esperabas, rata?

El diario argentino La Nación publica hoy una entrevista a Mario Menéndez, el general que comandó las tropas invasoras argentinas a Las Malvinas, quien se permite la cobarde ofensa de declarar que en esa instancia los chilenos fuimos "cerdos".

La publicación no da razones para el odioso calificativo del derrotado en Malvinas, pero todos saben que, si bien es cierto los chilenos no aprovecharon la conflagración vecina para correr la valla limítrofe (como hicieron ellos en 1881, en plena Guerra del Pacífico), sí prestó ayuda logística a Inglaterra para evitar que Argentina se irguiera como vencedora del conflicto.

¿Por qué hicimos eso? Porque los siguientes en la lista éramos nosotros, y la que se venía era una guerra espantosa, larga y cruenta librándose en muchísimos frentes... contra nuestros tres vecinos

Y eso era tan cierto que este mismo imbécil presumió que, luego de rechazar a Inglaterra, para 1982 estarían "meando champán en el Pacífico", bravata que expresaba el sentir común en la alta oficialidad y todo el aparato militar transandino, ensoberbecidos por la escasa resistencia que tuvieron entre los habitantes isleños (casi todos simples civiles) y el enorme esfuerzo desplegado por Chile para conseguir la mediación papal.
Claramente, Chile estaba en seria desventaja porque para entonces la actual Concertación había conseguido que sus socios progresistas norteamericanos bloquearan los suministros militares a nuestro país (Enmienda Kennedy), dejando inoperable a casi todo el material bélico del ejército.

Antes de eso, el gobierno chileno había logrado enormes avances con Bolivia para un canje territorial que dejaba a ese país con costa sobre el Pacífico y a nosotros con tierras ricas en gas natural. Pero con la aprobación de la canallesca Enmienda, los agentes argentinos y peruanos convencieron a Banzer para que desahuciara las conversaciones y cortara abruptamente las relaciones diplomáticas con nosotros, asegurado por nuestros "hermanos" de que en poco tiempo los bolivianos tendrían todo el territorio chileno que quisieran sin necesidad de canje alguno.

Así las cosas, la cuestión de invadir Chile se veía como un paseo por el campo, al extremo que el Presidente argentino Rafael Videla le espetó al General Augusto Pinochet: "queremos una guerra limpia y corta", a raíz del artero desconocimiento transandino del laudo arbitral por la propiedad de las islas Picton, Nueva y Lennox, en el Atlántico Sur.

El recurso chileno de recurrir a la mediación fue visto como confirmación de la debilidad militar de Chile —donde sabemos que cualquier conflicto con alguno de nuestros vecinos gatillará la agresión de los otros dos— y, pese a la aquiescencia formal del gobierno argentino, la islas y el extremo austral (y vaya a saberse cuánto más de nuestro territorio) iban a ser simplemente tomados por Argentina

En tales circunstancias, cuando los peruanos también ya se movilizaban, que los gobernantes de Argentina pensaran que nos íbamos a quedar muy tranquilos esperando que se hicieran fuertes en sus nuevas posesiones hasta que nos tocara nuestro turno, denota el insano nivel de soberbia que aquejaba a muchos a ese lado de la cordillera.

A mí me tocó declararme disponible y vivir el estado generalizado en este pueblo de prepararse para la guerra en todos los frentes. Aún la gente anciana de Chile, hombres y mujeres, se tomaron el asunto con la ancestral fatalidad de saber que la guerra es una experiencia límite y nada de "limpia ni corta", dispuestos a esas terribles experiencias con la memoria histórica de que sin aspavientos ni zafarranchos, el desafío es luchar en serio hasta vencer o morir.

Nada de eso vi en Argentina, que visité por esos días. En el bulevar Florida se juntaban corros de personas debatiendo respecto de los aparatosos apagones en diversas ciudades y la movilización de material de guerra hacia la frontera. Y, justo cuando aparecieron los primeros reveses en la invasión a Las Malvinas, vi a muchos preguntarse a viva voz si estaban siendo bien informados y hablando hasta por los codos de los "malditos ingleses".

En Chile todo era calma y sobriedad. La misma que mantenemos hoy mismo frente a bravuconadas y ofensas como las de Menéndez que no tienen ningún efecto. Salvo hacer evidente la carencia de la madera que requiere un militar de verdad. Como los que tenemos en Chile.

Finalmente, un pueblo extravertido y pacífico como el argentino nunca mereció que le arrastraran a estas locas aventuras de muerte y destrucción. Dueños de un territorio pródigo en los bienes de la tierra, han podido acumular riquezas enormes (sólo que pésimamente distribuidas y administradas) y desarrollar una cultura que ha pasado a ser patrimonio continental.

El apoyo logístico chileno para que los gorilas argentinos no pudieran concretar su itinerario bélico ha traído paz y tranquilidad para todos. La contabilidad de las bajas y desgracias pudo ser reducida a unos pocos cientos. La alternativa era de millones. Y de odios irreparables y eternos.

Digan a Menéndez que haga un curso rápido de virilidad, a ver si aprende a mantener la boca cerrada.

10 comentarios:

  1. Que bien escrito...me representas !! Saludos

    Pablo

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  2. Gracias, Pablo, he querido poner por escrito verdades por demasiado tiempo "postergadas". Creo que mientras más personas estén conscientes de la realidad, más difícil se hará la recaída en errores tan mayúsculos como el gobierno del régimen de los corruptos.

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  3. Hola, Bien escrito y bien documentado me parece bueno difundir nuestro punto de vista y mi preocupación son las zonas extremas, ya que la falta de atención de ellas de nuestro gobierno central(ista) (con una estrategia vecinal de muy largo plazo) hará de Aysen o Pta. Arenas una presa fácil del antiguo anhelo bi-oceánico de nuestros vecinos,
    es increíble que se agiten banderas argentinas en Aysen o Pta. Arenas en c/protesta producto de haber dejado de lado esas zonas.
    Si no hay una reacción en 100 años más puede nuestro territorio ser de Antofagasta a Chiloé (ya que Arica sigue el mismo derrotero).
    Saludosw
    MUZICPROG

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    1. Muzicprog, se requiere recuperar el espíritu portaliano de recta intención y virilidad, como lo expuse en este artículo. (<= hacer click)

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  4. La decisión de apoyar a Inglaterra era la lógica para Chile. La "hermandad" no existe entre países, solo los intereses, y nuestro país debía velar por los suyos. Más cuando Argentina claramente nos invadiría si tenía éxito en las Falkland. No solo por historia y por haberlo casi hecho tan solo 4 años antes, si no porque su propio pueblo lo pedía a gritos, como compartí aquí:

    http://ripituc.blogspot.com/2012/04/malvinas-la-decision-secreta-los-gritos.html

    Aún suponiendo que la Junta argentina no hubiera querido una guerra con Chile, en la débil posición que tenía respecto al apoyo popular, que influyó en que la posesión de Malvinas no fuera un "touch and go" como algunos querían si no hasta la Guerra, es difícil de suponer que se hubieran podido negar a una invasión de las islas del Beagle si parecía que los argentinos lo querían.

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    1. Muy claros los antecedentes que muestras en tu blog, aclaran el panorama aún más.

      Creo que lo mejor para ambos pueblos fue lo que hizo el gobierno chileno de la época: impedir que el aventurerismo bélico de los gorilas argentinos tomara fuerza.

      De no haberlo hecho, el cono sur habría perdido por decenas de años toda posibilidad de progreso y desarrollo.

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  5. Extraordinario el artículo. La verdad es que cada vez se demuestra con más claridad de que tanto los 5 desgobiernos de la concertaca, más este 6to período de la cmdte. claudia han perseguido el único propósito de debilitar por todos los frentes a Chile. Lo único que nos queda es la verdad histórica. Dios tenga compasión de este país.

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    1. Por una parte es la "solidaridad revolucionaria" como se llamaba antes al entendimiento entre gobiernos de izquierda. Por el otro lado es la estulticia de los llamados derechistas, que carecen de claridad de principios.

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  6. Los ojillos porcinos de Menendez lo dicen todo.

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    1. El día que la formación de nuestros militares empiece a parecerse a la de los trasandinos, ese día estaremos fritos. Nos repartirán a su gusto entre los vecinos.

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