Es conocido el chiste de la reunión de adoctrinamiento del comité central, en que uno de esos dirigentes socialistas con cara de tierno le pregunta al compañero militante: ¿Qué haría usted si tuviera una fábrica? Y el compañero contesta: "La repartiría entre los compañeros trabajadores" y; ¿si tuviera una casa grande?: "invitaría a vivir conmigo a los compañeros sin casa" y ¿si tuviera una gallina?: bueno esa la tengo, es mía y no la comparto con nadie. Es el viejo problema de la inconsecuencia que apreciamos entre lo que predican los socialistas como ideal para los demás y lo que practican como realidad para sí mismos. Nuestros socialistas no han hecho otra cosa que honrar el realismo de François Miterrand, cuando declaraba -no sin algo de cinismo- que "Francia puede disfrutar de todo el socialismo que su economía capitalista pueda mantener".
No seré yo, sin embargo, quien critique a alguien por invertir en el mercado de capitales; o por hacer un manejo racional y responsable de los recursos; ni menos por obtener rentabilidades exitosas. Quiero felicitar al Partido Socialista y a su dirigencia por un magnífico manejo financiero. Quiero darles la bienvenida, además, al capitalismo; ese sistema económico que desde el siglo XVIII ha traído libertad, democracia y prosperidad al mundo civilizado. Si no hubiera sido por los fanáticos, comunistas, nazis, yihadistas y autócratas, además en estos siglos habríamos disfrutado de paz, porque no se conoce de guerras entre países prósperos, capitalistas y democráticos.
Ahora bien, algo está pasando que los Bomberos de Coronel cobraron por apagar un incendio; que los socialistas critican al yernísimo, pero invierten en SQM; que Teillier y Girardi sermonean con la igualdad, pero viajan en primera. Como que hay un "revival" del lucro. Yo no los voy a criticar porque soy un entusiasta del lucro y muy averso a las pérdidas y, como soy un optimista, trataré de verle el lado bueno al asunto. Los bomberos hace rato que debieran tener un cuerpo profesional, remunerado y bien equipado, que se complemente con voluntarios. Hace rato que los que creemos en subir a la gente a los patines y no en bajarlos, queremos que los chilenos viajen, y ojalá lo hagan en primera como Guillermo y Guido. Me encantaría que ambos viajaran en turista a Caracas, La Habana o Pyongyang para que vean el paraíso al que nos quieren llevar; pero, por alguna razón, prefieren ir en primera a Nueva York o París. No los culpo, es la diferencia entre invertir en la Arcis o en SQM.
La verdad es que esta es la Parábola del Hijo Pródigo. El socialismo estuvo extraviado muchos años, dedicado a liderar revoluciones; a predicar utopías; a gastarse el dinero de los demás y a envidiar los éxitos ajenos. Winston Churchill insultó al socialismo definiéndolo como "la filosofía del fracaso; el evangelio de la envidia y el credo de la ignorancia". Hoy, que renovándose tímidamente vuelve al redil de la civilización. ¿Cuál es la posición correcta, que debemos tener?; ¿representarles su inconsecuencia o felicitarlos por su inteligencia de cambiar de opinión? Yo seguiré la segunda, que honra el Evangelio de San Lucas (Capítulo 15 versículos 11 al 32). Felicito a los socialistas de todo corazón y les doy la bienvenida a la sociedad libre y a la civilización, y me uno a ellos en desmentir a Sir Winston.
Confieso que a mí me da gusto que Piñera, el Partido Socialista y todos los demás que tengan algo de riqueza la inviertan en Chile y asocien su destino económico con los del país. A mí me preocupan los políticos sin ni uno, que nos les va ni les viene el crecimiento y la prosperidad de los ciudadanos, porque siguen cobrando su dieta parlamentaria o su sueldo de ministro. Desconfío de los hablantines que andan en aviones brasileños; de los choferes de retroexcavadoras que aprueban reformas tributarias porque nunca han pagado impuestos; reformas laborales porque nunca han dado trabajo y educacionales porque, total, ellos mandan a sus niños a colegios privados. Debemos estar atentos a los que se dedican a la política, no por vocación de servicio, sino porque no tienen nada mejor que hacer. De esos debemos cuidarnos mucho más que de aquellos que prosperan si al país le va bien.
Publicado hoy en El Mercurio, autor: Gerardo Varela Alfonso. Reproducido aquí, donde se puede comentar sin el tijereteo de los "moderadores" zurdos en ese diario.
Yo igual los felicitaría, si no se hubiesen empecinado en dificultar a otros, lo que se han hecho fácil para sí mismos. Es una actitud demasiado farisaica. La actitud farisaica no sólo tiene que ver con condenar en público aquello que se hace en privado, si no más bien en, como dijo Jesús, "recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros"; la actual generación de políticos de izquierda nos da una muestra de ese trabajo. Por eso mi condena a los sociolistos, si se hubiesen mantenido renovados tal vez y sólo tal vez, no los criticaría.
ResponderEliminarLo bueno de tener a Tatan el Turbio es que cada ataque que recibe tiene un efecto boomerang y al igual que las palabras de don Yisus en la epoca de los fariseos termina dejandolos como chaleco de monkey.
ResponderEliminarVer a estos dos conglomerados "nacidos en el proletariado" erigirse como los grandes capitalistas y viviendo del capitalismo del cual dicen en sus discursos odiar, es el claro ejemplo de la inconsecuencia de quienes las integran. Lo condenable creo, no es el hecho que capitalicen, usando los medios que provee el capitalismo para hacerlo, pues hay que pagar cuentas, arriendos de instalaciones, personal, etc. ya que no reciben otras entradas, a diferencia de cuando gobiernan ya que son absorbidos por el partido y sus funcionarios devenidos en funcionarios del estado. Lo que se condena es nada mas que es el doble discurso y el doble estandar con el cual han venido pregonando desde un principio.
Lo que más ennegrece el panorama es que cuando los zurdos son sorprendidos en manejos ilegales, viene los jueces de izquierda a dejarlos libres de polvo y paja. Un tribunal consideró que no había ninguna irregularidad en que el PC vendiera su patrimonio de miles de millones a uno de sus militantes que no tiene recursos para pagar.
Eliminar