La calidad de las escuelas nunca fue el tema.

En el 2010, cuando la UP/DC empezó a agitar la movilización por la educación, dos cuestiones me llamaron la atención. Primero, la audacía de esa coalición -siendo la culpable- para ocupar este tema como columna vertebral de su oposición al gobierno entrante. Segundo, la increíble miopía de Piñera para elaborar una estrategia efectiva frente al problema.

Molesto con la impericia del gobierno de entoces, posteé a comienzos del 2011 un artículo que pretendía desmitificar las bases mismas del "movimiento estudiantil", separando el trigo de la paja y esperando a que La Moneda atinara.

Nada de eso pasó, la prueba es que tenemos a los malos de vuelta en el poder, dispuestos esta vez a llevar las cosas adonde su verdadera agenda -la revolución, ahora eufemísticamente llamada "nuevo ciclo"- las había dejado en 1973.

Sólo al final de su período, el gobierno de los militares accedió a las propuestas de descentralización que le presentaban los Chicago boys. En educación, el régimen se avino a traspasar a las comunidades reales -representadas por los municipios- el manejo de esta actividad, postergando el consecuente desmontaje del aparato funcionario central representado por el Ministerio de Educación.

El efecto en la mejora de la calidad y el crecimiento de la matrícula fue casi inmediato, pero el esquema descentralizado duró sólo hasta 1991, cuando la UP/DC lo abortó despojando a los municipios de la potestad de administrar el personal docente, que a partir de entonces experimentó un creciente desarraigo de su comunidad educativa, lo que a no mucho andar remató en el total colapso en la calidad del servicio.

Esto gatilló la pérdida constante de matrícula, en un proceso que continúa hasta hoy y que no da señales de amainar (quizás cuantos miles de familias se sumarán a esta diáspora a partir del paro "de advertencia" programado para esta semana por el castrismo que dirige a los profesores estatales).

Como ya lo he descrito en este blog, el problema del colapso en la calidad de la educación escolar radica claramente en el Estatuto Docente impuesto en 1991, pero la UP/DC ha sido exitosa en distorsionar esta realidad y enfocarse sobre cuestiones que no tienen ninguna incidencia: el "lucro", la selección y el copago. Bajo sus gobiernos anteriores quiso frenar la migración masiva atacando embozadamente la oferta de escuelas particulares subvencionadas (dilación en autorización de funcionamiento, interviniendo e inspeccionando su gestión, etc.). Ahora el ataque a las escuelas independientes es desembozado y, dada la ya tradicional estulticia derechista, capaz que consigan extender el colapso educacional a casi todo el sistema escolar.

Con esto queda más que probado que el objetivo nunca ha sido mejorar la calidad de la educación escolar sino tomar el control de ella, objetivo que se reveló apenas asumieron en 1990. Si entre esa fecha y el presente no habían atacado con la misma fiereza es porque carecían de la seguridad de retener el poder si lo intentaban. Ahora tal parece que ya no tienen esa preocupación y que de alguna manera se sienten seguros de impedir todo cambio al nuevo régimen totalitario que están creando.

Si la derecha hubiera entendido a tiempo este tema, habría planteado hace años la restitución a los municipios de su atribución para administrar sus profesores y la consiguiente reingeniería del Ministerio de Educación. La educación estatal habría mejorado sensiblemente y no existiría esta huida masiva hacia las escuelas independientes del Estatuto Docente. Con los nuevos recursos del crecimiento económico se habría podido elevar el standard de infraestructura y habría sido muy probable que las escuelas municipales fueran hoy las más atractivas para las familias, tanto por la calidad y fidelidad de sus profesores a la comunidad como por sus laboratorios, instalaciones deportivas y prestigio de sus logros.