domingo, 18 de agosto de 2013

A Rosa María Payá le queda mucho por aprender.

El asesinato de Oswaldo Payá y Harold Cepero por la tiranía castrista desató un periplo de su familia por el mundo pidiendo apoyo para una investigación objetiva, ya que se presentó el asunto como un accidente automovilístico apresando al conductor y encarcelándolo, en esos juicios de pacotilla del régimen.

En la foto se ve a Rosa María con Aylwin, vetusto líder del partido que en Chile representa a la organización que pagó su visita y acompañantes a Chile, pero que aquí es aliado del castrismo local, que defiende a brazo partido a la tiranía cubana.

Es penoso el caso, porque Oswaldo Payá se había esforzado para que su oposición a Castro no fuera asociada a la CIA ni a Estados Unidos, que es el recurso de la tiranía para desacreditar toda voz disidente. Pero el sujeto estaba marcado desde su iniciativa (llamada Proyecto Varela) de juntar firmas para solicitar que se legislara sobre los derechos civiles, conforme a un artículo de la Constitución castrista que lo permite si uno junta diez mil firmas. Payá convocó más de veinte mil firmas y, quizás por eso, sentenció su pena de muerte.

Castro respondió encarcelando hasta por casi 30 años a varios del grupo organizador y estuvo constantemente siguiendo y amenazando a Payá, su familia y relaciones. Hasta que el pasado 22 de julio lo eliminaron aprovechando que se desplazaba con otras personas en un auto por un camino interprovincial. Allí embistieron el vehículo con inusitada violencia, tomaron a los pasajeros (que según Carromero estaban TODOS VIVOS) y los trasladaron a dependencias de la seguridad desde donde se reportó que Payá y Cepero habían fallecido.

De seguro influída por los democristianos chilenos, Rosa María Payá cree ver una similitud entre la iniciativa Proyecto Varela con el plebiscito que, de acuerdo a las cláusulas transitorias de la Constitución chilena promulgada en 1980, preveía consultar a la población si se extendía el liderazgo militar del gobierno por otros ocho años o se convocaba a elecciones para el traspaso del poder a los civiles.

Pero la joven cubana cae en la trampa de la mentira instalada por la UP/DC desde hace muchos años, que distorsiona horriblemente la verdad. Lo que poco más del 50% de los chilenos aprobaron en el plebiscito constitucional fue el traspaso del poder a los civiles, en vez de continuar con Pinochet en La Moneda, no su libertad. Si hubieran sido consultados respecto de elegir la libertad el resultado habría sido ridículo, porque NADIE vota en contra de ella en ninguna parte.
Es más, lo que el padre de Rosa María y casi toda Cuba quiere es terminar con la tiranía castrista, que va camino de cumplir 60 años agobiando al pueblo. Y ese objetivo fue logrado por los chilenos el 11 de septiembre de 1973, cuando terminaron con la tiranía castrista local recuperando el imperio de las leyes e iniciando un largo y sacrificado proceso de reconstruir al país desde las cenizas.

Tal fue el cacao mental que los democristianos instilaron en Rosa María, que ella vio del caso publicar este comentario donde pone en un mismo plano a Castro con Pinochet, inspirada en una foto de cuando el tirano se pasó casi un mes en Chile bajo la dictadura de su esbirro Allende (sí, fue dictadura porque se arrasó con los derechos civiles, se hizo caso omiso de las leyes y se despreciaron las órdenes de los jueces).
Tan descaminada noción repugna a quienes de verdad están al tanto de la historia REAL de Chile y no de la que los democristianos contaron a la pobre Rosa María, incluyendo al activista estudiantil castrista Giorgio Jackson, que reacciona desde el otro extremo:
Es penoso, además, el caso de Rosa María porque su expectativa de que la tiranía en Cuba acepte resignar el poder es ingenua, imposible.

Si alguien tiene la suma del poder eso significa que las libertades simplemente NO existen. Y cuando eso ocurre, los derechos, las leyes y los tribunales carecen de toda posibilidad de expresión. Y la suma del poder supone la suma de la riqueza, de los recursos y los privilegios. Para la tiranía, la renuncia al poder traería la pérdida de su enorme riqueza y sus privilegios, quedando sujetos a las leyes y a los tribunales independientes.

Como todo grupo fascista, los Castro han llevado las cosas a un punto de no retorno. Es el poder total o la prisión y muerte de muchos de los que componen su círculo. Pinochet pudo entregar el poder y volverse tranquilamente a casa porque nunca tuvo la suma del poder, así de simple.

Si los chilenos hubieran esperado que Allende se allanara al libre juego de la democracia, por estas fechas estaríamos "celebrando" el aniversario 43 de la revolución. Levantándonos de míseros camastros en precarias viviendas para buscar qué llevar a la olla cada día… y nuestras mujeres ofreciéndose por unos pocos dólares de los turistas sexuales.

A Rosa María le queda mucho por aprender y si cree que de los democristianos chilenos puede obtener claridad, está muy equivocada. Lo siento por ella y por la causa del martirizado pueblo cubano.

2 comentarios:

  1. Ciro:
    Recuerdas cuando vino Armando Valladares. Él, al contrario, de Rosa María tenía la película clara. Mi madre asistió una conferencia y de paso compró el libro 'Contra toda Esperanza'.

    Armando dijo que Pinochet evitó que Chile se convirtiera en otra Cuba.

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    1. Cierto. Se nota que esta señora está condicionada por acuerdos políticos con los corruptos de la democracia cristiana. Eso la aleja de la verdad y la lleva a afirmar tonteras como las que aquí anoté.

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