Luis Larraín (LyD)
El caso Penta las puso de moda nuevamente, con una variante. Ya no se trataba de facturas falsificadas, sino de facturas en que había una presunción que el servicio no se había prestado, o que éste no correspondía ya sea por costo o descripción a lo que expresaba la factura o boleta. Y allí el Servicio de Impuestos Internos (SII) se metió en camisa de once varas, porque resulta extraordinariamente difícil calificar la naturaleza e idoneidad de servicios de distinta índole y especialidad; y esa calificación, necesariamente arbitraria, podría llevar a personas a la cárcel al constituir un delito de carácter penal.