Gerardo Varela
Con el cambio de mando no pude dejar de acordarme de la frase "no eres tú, soy yo" con que
me despachaban mis pololas de juventud. Ahora la entiendo, y la usaré
para graficar mi desamor con la presidencia que nos deja.
Yo confiaba en que demostraríamos que se puede hacer política social sin
subir impuestos; que se puede mejorar la calidad de vida sin criticar
el éxito ni frustrar la ambición; que se puede mejorar la educación
dando más libertad y empoderando a los padres. Pero son cosas mías; es
mi culpa. Él no es así.
Tenía la confianza en que íbamos a racionalizar el Estado, que íbamos a
mejorar la protección de los pobres destinando más ahorro privado a la
solución de problemas sociales. Nada de eso: el diseño político
consistente en que la derecha debe gobernar haciendo lo mismo que la
Concertación, pero en forma más eficiente y honesta, y que eso debemos
denominarlo "derecha moderna", no sólo es ideológicamente falso, sino
que también fue un fracaso político. Se perdió más de un millón de
votos. El gobierno efectivamente trabajó mejor, con más eficiencia y
probidad, pero con poca alma y sin ninguna épica. Los grandes logros son
del sector privado, que cuando no lo estorban, reacciona rápido y bien.
El millón de empleos y el crecimiento económico se deben a ellos. Pero
en su adiós, ninguna palabra de agradecimiento, ni siquiera un beso de
despedida.
Pero la culpa es toda mía. Él fue fiel a lo que mostró y prometió. Es
oportunista, y no principista; busca la rentabilidad de corto plazo, y
no la sustentabilidad del largo plazo; cree en rendir cuenta del pasado,
y no en liderar para conquistar el futuro. Nuestro Presidente fue fiel a
sí mismo y a su manera de hacer las cosas. Es como esas películas
modernas, con muchos efectos especiales y poco contenido. Pendrives y
carpetas sobre energía, en vez de explicarle a la ciudadanía que
nuestros hogares e industrias la necesitan y demandan sacrificios.
Crítica al lucro en educación, que viene de una prohibición dictatorial,
en vez de defender la libertad de organización y la nobleza de ganar
plata honradamente educando al prójimo. Subir impuestos para después
regalar bonos que se ganan el aplauso fácil de los beneficiados. Esas
son todas políticas de florero: lucen bien, pero se marchitan rápido,
porque no tienen raíces.
De este amor fallido se rescata principalmente al apoyo popular que lo
eligió y la despedida manejando su propio auto. Asimismo, es
gratificante comprobar que seguimos contando con hombres buenos,
probablemente los mejores, que estuvieron dispuestos a sacrificar
familia y trabajo para servir a su país. A ellos mis agradecimientos,
por su servicio a la patria.
Pero esa presidencia es historia. Como dicen los ingleses, "The King is dead, long live the Queen".
Soy un chico fácil, ahora mi corazón está con la Presidenta que llegó.
Siempre he admirado en las mujeres esa capacidad de combinar lo antiguo
con lo viejo. Un aro por aquí, un pañuelo por allá, y lo que parecía
antiguo y pasado de moda luce moderno y vanguardista. Ojalá nuestra
Presidenta, sin cambiar mucho, parezca que cambia todo. Que vuelva a las
raíces del progreso y la prosperidad, que desde siempre es el trabajo
duro, el esfuerzo, la libertad personal y la responsabilidad individual.
Ningún país se desarrolló nunca sin que su pueblo se esforzara y se
hiciera responsable de su destino. Desde el Imperio Romano hasta la
destruida Unión Soviética, pasando por la Suecia moderna, todos
descubrieron que las naciones detienen su progreso cuando el Estado
expropia el éxito individual y pretende eliminar los riesgos e
incertidumbre del futuro. Es engañoso, detiene el desarrollo, restringe
la libertad y los pueblos se acomodan a las falsas promesas de
seguridad.
Pero bueno... confío en no sufrir otro desengaño y que esas tres cartas
perfumadas que estoy esperando (las reformas constitucional, tributaria y
educacional) no terminen este idilio antes de empezar con un simple "no
eres tú, soy yo".
Estoy 100% de acuerdo con el columnista, salvo en la esperanza que pone en el actual gobierno de la UP/DC.
ResponderEliminarCreo que lo sano es ir derecha y frontalmente contra la postura esencial del castrismo, que saca gran provecho de la más mínima debilidad o concesión al entendimiento.
Es un poco ingenuo con respecto a la Nueva Mayoría.
ResponderEliminarLos neoderechistas nunca pretendieron racionalizar el Estado, ni quitarle grasa, porque esas eran ideas anticuadas.
Eso les costó la continuidad en el poder y arriesgar la institucionalidad de nuestro modelo de desarrollo, nada menos.
EliminarEn todo caso ese tipo de políticas "de florero" parecen haberse injertado en el ADN de los políticos de "centro derecha" (en todo caso nacidas de la centro izquierda), ya que se ven mucho en municipios de la línea de RN (¿muchos DC infiltrados, tal vez??).
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