viernes, 28 de febrero de 2014

Un pueblo desarmado e inerme libra su última batalla

El estallido social en Venezuela es la última oportunidad del pueblo antes de caer en la tiranía sin retorno de Cuba. Este enfrentamiento es claramente terminal. No hay ya espacio a negociaciones o conversaciones que puedan servir a la gente para aflojar el yugo totalitario. Cualquier parlamento o alivio de la presión de las movilizaciones incrementará la capacidad del régimen para sofocar toda capacidad de reacción o defensa.

El régimen chavista tiene el control de todo el aparato gubernativo central y de las otras dos sedes de poder: el legislativo y el de justicia. No existe ya en Venezuela la posibilidad de que un juez contradiga una orden del ejecutivo y no existe en la Asamblea Nacional nada parecido a una oposición que pueda hacer valer su voz y menos sus votos.

El castrismo descubrió que por la vía de violentar la institucionalidad política, abriéndose paso a codazos por los resquicios legales, es posible aparecer como "democrático" o mayoritario, aún cuando es imposible que pueblo alguno se resuelva legítima y libremente por el socialismo, fracasado en todo el mundo.

En Chile conocemos este método. Allende accedió al poder pese a no haber alcanzado el mínimo de votos necesarios. La contienda entre quienes obtuvieron más votos (Alessandri y Allende) fue resuelta por un Congreso de mayoría democristiana que prefirió al castrista (aún sabiendo el riesgo de entregar el país a un grupo fanático) por conveniencia política.

Sin embargo, el castrismo representado por Allende copó la acción pública y se lanzó en su programa totalitario como si éste hubiera sido lo que las grandes mayorías esperaban. Los jueces fueron neutralizados impidiendo que la policía substanciara sus órdenes (el ministro de justicia de Allende advirtió que "la revolución respetaría al estado de derecho mientras el estado de derecho no estorbara los planes de la revolución"), los congresistas se vieron impotentes frente a un poder ejecutivo lanzado a su propio arbitrio mientras las ciudades y los campos eran invadidos por grupos que arrasaban la propiedad y tomaban control "para el pueblo" de industrias y de la agricultura.

Aunque lo intentó, lo que no alcanzó a completar el castrismo chileno fue el control de las fuerzas armadas y de los medios. Y esa es una lección que los Castro aprendieron muy bien y que "corrigieron" para el caso de Venezuela.

Hoy los venezolanos están inermes frente a una dictadura todopoderosa disfrazada de "institucional" que simplemente lo controla todo.

Eso hace que esta lucha que libran los venezolanos tenga componentes de heroísmo que merecen una cobertura más honesta por los medios internacionales.

Se trata de un pueblo desarmado que libra su última batalla.

Pero además de librar SU batalla están librando la nuestra, de toda América. Si lograran derrotar a la dictadura, lo más probable es que a poco andar caiga la tiranía cubana y las demás dictaduras "institucionales" del continente empiecen a desplomarse.

Razón de sobra para apoyarles con todo lo que tengamos.

2 comentarios:

  1. Lo más probable que si Maduro es derrocado, los gobiernos izquierdista saquen como pretexto de no apoyar al nuevo gobierno, 'la carta democrática', que ellos mismo se han encargado de pisotear.

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    1. Si cae Maduro la cosa tendra un efecto dominó. La tiranía cubana tendrá que extremar su garra sobre la garganta del pueblo cubano, quitándoles todo… hasta el miedo. Ese será su fin… y el de las dictaduras castristas del continente. Si Dios quiere, por supuesto.

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