Axel Kaiser
Especificando que se trata de un vocablo típicamente chileno, la Real
Academia de la Lengua Española ha definido "chaquetear" de la siguiente
manera: "Impedir por malas artes, normalmente el desprestigio, que
alguien se destaque o sobresalga". Que tengamos un concepto
idiosincrásico de este tipo no es irrelevante. Para nadie es un misterio
que en nuestro país el éxito ajeno, lejos de ser celebrado y promovido,
es usualmente disminuido y desacreditado.
Un interesante informe
del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) del año
2002 sobre desarrollo humano en Chile planteó este problema en los
siguientes términos: "La sociabilidad conflictiva tiene uno de sus
orígenes en la envidia, esto es, en la dificultad para reconocer el
valor del otro sin sentir una desvalorización de lo propio. El chileno
reacciona mediante el descrédito del otro como manera de asegurar la
propia estima".
Cuando en 2011 Isabel Allende se quejó de que en
ningún país se le criticaba tanto como en Chile estaba dando cuenta
precisamente del fenómeno analizado por el PNUD. Por supuesto, no es que
en otros países no haya personas chaqueteras. El punto es que, en
general, a diferencia de otras culturas, especialmente las
desarrolladas, en Chile no tenemos un ambiente amigable con el éxito
ajeno. Esto, de más está decirlo, no es sano ni constructivo para nadie,
menos aún para aquellos que desean surgir.
En ese contexto,
confundir el chaqueteo con la preocupación por la "meritocracia" solo
empeora todo. Pues aun si fuera cierto, como sugieren equivocadamente
muchos de quienes han tomado las banderas del mérito, que aquellos con
mayor éxito en nuestro país carecen de cualquier mérito y por tanto no
merecen nada de lo que tienen, la actitud que corresponde a una sociedad
de personas decentes no es la de odiar, descalificar, atacar o
despreciar a alguien por la suerte que ha tenido, sino la de alegrarse
porque a esa persona le ha ido bien y ver, con ánimo de amistad cívica,
cómo hacer para mejorar la condición de aquellos que aún tienen mucho
por progresar. Dicho de otra forma, si su vecino se gana la lotería,
usted tiene dos opciones: o se amarga repitiendo hasta el cansancio que
su vecino no merece lo que tiene e incluso se convence de que por culpa
de él usted no está mejor, o se alegra por él y se ocupa de seguir
adelante. La segunda opción de seguro le será más fértil e incluso abre
las puertas a que su vecino le ayude. La primera lo estancará, frustrará
y lo alejará de su vecino incrementando la desconfianza entre ambos.
Lamentablemente, en Chile estamos siguiendo la primera opción, muy en
sintonía con la predisposición cultural al chaqueteo que nos
caracteriza.
El problema del chaqueteo, por cierto, atraviesa
todas las capas sociales y suele ser peor entre iguales que entre
personas muy desiguales.
Los que más chaquetean a Isabel Allende
no son sus lectores, la mayoría de ellos, alejados de círculos
literarios, sino otros intelectuales chilenos y personas del mismo
circuito al cual ella pertenece. Igualmente, el gerente exitoso de una
empresa suele ser mucho más chaqueteado por otros gerentes o subgerentes
y por personas de su entorno que por sus propios trabajadores.
Alexis
Sánchez es considerado un héroe por las millones de personas que lo ven
jugar a pesar de no tener una fracción del ingreso de su ídolo, pero
probablemente ha debido experimentar en carne propia el chaqueteo de
otros futbolistas o gente del círculo deportivo en su ruta al éxito.
Desde
académicos a futbolistas, en todos lados los principales enemigos del
éxito ajeno suelen ser quienes son más cercanos e iguales a la persona
que surge.
Pensar, por tanto, que una sociedad más igualitaria
resolvería en buena medida el problema del chaqueteo es una ilusión,
salvo quizás si efectivamente lográramos un orden social en que
absolutamente nadie pudiera destacarse o sobresalir en ningún sentido.
Políticas económicas o sociales son, por tanto, completamente incapaces
de hacer el cambio necesario.
El chaqueteo es esencialmente un
problema cultural, es decir, de mentalidad, valores y hábitos, y debe
ser resuelto a ese nivel por cada uno de nosotros.
En otras
palabras, es un problema de educación en el sentido amplio del término y
es, sin duda, una de las razones de por qué Chile muestra tener uno de
los índices de confianza interpersonal más bajos del mundo.
Además
de tensionar y hacer desagradable la vida en sociedad, el chaqueteo
constituye un verdadero impuesto psicológico a nuestro progreso
económico, social y cultural al fomentar la mediocridad, incrementar los
costos de transacción y empujar a muchas personas talentosas a
abandonar nuestro país en búsqueda de un medio más amigable con el éxito
ajeno.
Tal vez nuestro mayor desafío como país consista en
terminar de una vez y a todo nivel con la cultura del chaqueteo que
tanto deteriora la convivencia y la confianza entre nosotros. Porque una
cosa es clara: de poco nos servirá toda la riqueza e igualdad del mundo
si el bien o la buena fortuna de nuestros semejantes son antes causa de
envidia y amargura que de alegaría y admiración.
La cultura del chaqueteo ha venido en las carabelas con los conquistadores españoles, en donde se le conocía como "juboneo". esto me recordó un chiste:
ResponderEliminaren una tienda en la playa de cartagena, un vendedor tenia 3 cajas con 3 tipos de cangrejos. un turista entró y quiso mirar pero se dio cuenta que de las 3 cajas, solo dos tenian tapa. esto le llamó la atención y le preguntó al vendendor porqué.
"en la primera caja, tengo cangrejos Gringos. los tengo tapados porque los gringos forman un equipo y siempre que ven la oportunidad se escapan todos sin dejar a nadie atrás. en la segunda caja tengo cangrejos alemanes, también los tengo tapados porque basta que uno empiece a salir para que los demás lo sigan"
¿y en la tercera caja?
"Ah - respondió el vendedor - esos son cangrejos chilenos"
¿y porqué no los tiene tapados?
"no necesito taparlos - respondió el vendedor - porque al primero que quiera salir, los demás lo agarran y lo tiran para abajo"
Fin.
ja ja bueno el chiste, que, alude a una gran verdad. Creo que en el fondo, la fe socialista explota ese resentimiento apenas disimulado por el que es más o tiene más.
Eliminarasí es Ciro. si quieres puedes reproducirlo. no existe derecho de autor en ese texto. la moraleja del caso es que es precisamente nuestra "idiotasincrasia" nos hace perjudicarnos entre nosotros. entre nuestros pares.
Eliminarrecuerdo que estaba tramitando mi traslado desde RRHH a Informática debido a mi formación académica. para los demás era "seco" con un computador y hacia maravillas, pero para mis pares informáticos yo era una "amenaza". cuento corto, mi traslado se funó y terminé en la seccion en la cual llevo 15 años de servicio ininterrumpido.
tienes razón que es propio del socialista marxista leninista y afines el asunto de la mediocridad y de nivelar igualitariamente para abajo. solo así pueden tener un control total de las personas, denigrando y denegando su propia identidad.
El socialismo explota la envidia y el chaqueteo chilensis, por eso publiqué este artículo.
EliminarDebemos reponer el cultivo de la ética, además de la austeridad y rectitud en las acciones. De esto no es posible encontrar NADA en la centro izquierda chilena.
Ciro, No sabia que tenias una foto de la Camila cuando cabra chica. Hasta la cinta de los chapes son de color rojo y la cara de resentida no se le ha quitado nunca.
EliminarHablando en serio, El socialismo usa como catalizador la envidia y la actitud mediocre del chileno promedio. Esta errada idiosincracia no se ve en los paises anglosajones debido a que son mas pragmaticos, practicos y premian al "self-made man" en vez de hundirlo y criticarlo.
Muchos inventores desde Bell hasta Gates o Jobs jamas habrian podido lograr sus realizaciones si hubiesen nacido en America der sur, o especialmente en Chile.
Lo que dices es condenadamente cierto y creo que la extrema centralización del poder favorece que se mantenga el mismo esquema de luchar a codazos y chaqueteos por "los favores de la Corona", que viene desde los orígenes.
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