Este mes de noviembre, Chile enfrentará la que podría ser la elección presidencial y parlamentaria más importante desde la que trajo de vuelta la democracia al país en 1990. Por primera vez en más de dos décadas, el pueblo chileno escogerá entre dos proyectos económico-sociales opuestos. De un lado, la candidata de centro derecha Evelyn Matthei promete seguir llevando a Chile por el exitoso camino de las últimas décadas. Del otro, la nueva plataforma socialista de la ex presidenta Michelle Bachelet promete cambios radicales al sistema económico chileno del presente.
Los partidos políticos de la coalición que gobernó Chile entre 1990 y 2010, el Partido Comunista y otros grupos menores de izquierda, se han sumado a la coalición de Bachelet llamada “Nueva Mayoría”. Históricamente, el Partido Comunista ha sido un factor de desestabilización en la política chilena y ha estado ausente del gobierno desde 1973. Aún empapado en la lógica de la guerra fría, todavía considera a la Cuba de Fidel Castro como el sistema político-económico ideal. A pesar de sus características antidemocráticas y su escaso número de seguidores, los comunista chilenos se las han arreglado para incrementar su influencia con el masivo movimiento estudiantil que puso de rodillas al gobierno del Presidente Piñera en el 2011 y el 2012.
Junto a una campaña sistemática contra el modelo económico de mercado libre liderada por intelectuales progresistas, el movimiento estudiantil de izquierda —cuya más emblemática líder es miembro del Partido Comunista— ha contribuido a la radicalización ideológica de los partidos clásicos de izquierda incluyendo a los demócrata cristianos. Como resultado de esta radicalización, la plataforma política de Bachelet rompe con el consenso previo entre los partidos políticos principales respecto de la necesidad de mantener el modelo económico basado en la institucionalidad de mercado libre. El cuestionamiento de este consenso económico no se había hecho presente desde el retorno de la democracia en 1990, cuando la Concertación aceptó y, más aún, profundizó el modelo económico de mercado libre creado por el régimen militar del General Augusto Pinochet, quien asumió el poder en septiembre de 1973 luego del desastroso experimento socialista del Presidente Salvador Allende y el gobierno de la Unidad Popular.
Por entonces, Chile estaba sumido en el caos de la hiper-inflación, con un gobierno quebrado, con escasez crónica de productos básicos, y bajo el más completo colapso de las estructuras económicas y políticas. El nuevo régimen militar destacó a un grupo de expertos en economía clásica liberal para hacerse cargo de formular las políticas económicas. Los miembros de este equipo fueron los “Chicago Boys”, llamados así porque la mayoría de ellos asistió a programas de post grado en la Universidad de Chicago. Luego de asumir sus cargos en el gobierno, los Chicago Boys se abocaron a varias reformas estructurales que incluían liberalización de precios, la eliminación de barreras al comercio exterior y de privilegios proteccionistas a la industria nacional, el fortalecimiento del derecho de propiedad, la reducción de los impuestos, la privatización de empresas estatales, el recorte en los gastos, la estabilización monetaria y la privatización de los fondos de pensiones.
Como resultado de esta revolución de libre mercado, la economía chilena se disparó. En los últimos 35 años la pobreza ha caído del 50% al 11%, el ingreso per capita ha subido de 4.000 dólares a casi 20.000 y la inflación se redujo desde más del 250% anual a menos del 7% para este año. Este notable registro ha sido conocido como el “milagro chileno”.
Las instituciones políticas establecidas en la Constitución de 1980 han sido claves para la todas las transformaciones de libre mercado. Pese a algunas reformas introducidas durante los últimos veinte años, sigue siendo la ley fundamental de la nación. Tal como la Constitución Americana, la Constitución de 1980 estableció una democracia acotada. Su principal objetivo fue asegurar la libertad económica y la propiedad privada, de modo que el país no volviera a caer presa de las tendencias colectivistas que pudieran destruir tanto la economía como las instituciones democráticas.
Consecuentemente, a diferencia de la anterior Constitución de 1925, la actual Constitución chilena restringe severamente la capacidad de los políticos para alterar los fundamentos del modelo económico. En buena medida, han sido estas restricciones constitucionales al poder político las que han permitido el éxito económico y político de Chile.
Pero en los próximos cuatro años eso podría cambiar. La señora Bachelet, la más probable vencedora de la elección que viene, ha argumentado en favor de un cambio sustancial a la Constitución de 1980, aún mediante recursos que la propia Constitución no ofrece. El objetivo de esta reformulación constitucional, de acuerdo a sus asesores, sería terminar con lo que ellos consideran un injusto sistema “neoliberal”. En su reemplazo, la señora Bachelet propone crear un masivo estado de bienestar que provea todo tipo de beneficios al pueblo, desplazando al mercado como el principal motor de crecimiento económico mediante un proceso de industrialización liderado por el estado.
Algunas de sus propuestas incluyen el dominio por parte del gobierno del sistema educacional, un aumento significativo de los impuestos a las grandes empresas, educación superior gratuita, retrotraer el actual sistema privado de pensiones a uno estatal de reparto, y la reelección del Presidente de la República.
Las intenciones de la señora Bachelet, cuyo programa de gobierno se orienta básicamente a revivir muchas de las fallidas políticas implementadas en Chile entre 1940 y comienzos de los 70, ha llevado a algunos miembros de la centro derecha a acusarla de seguir el camino populista del ex presidente venezolano Hugo Chávez. Esta comparación es tal vez exagerada. Lo que en todo caso queda claro es que si la señora Bachelet ganara la próxima elección presidencial y su coalición intenta poner en práctica la nueva agenda socialista, el milagro chileno enfrenta un desafío sin precedente que podría dañar seriamente su supervivencia.
Traducción libre de artículo publicado en la revista Forbes, el 28 de octubre de 2013
Un extracto de una columna de hace algunas semanas de Hernán Büchi, y que pienso, complementa ésta columna:
ResponderEliminar............................
''Hoy en la boleta presidencial hay más candidatos que nunca.
"Pero tendríamos que mirar las elecciones previas al intento de imponer el marxismo en Chile para encontrar tantas propuestas que desconfían del individuo, que ven como enemigas a las personas de esfuerzo impulsoras del progreso, que buscan que el Estado gaste más y acorrale a la gente con su maquinaria...
"Abundan los planteamientos rupturistas, que disfrazados de palabras como democracia o participación buscan dotar a los políticos de más poder y liberarlos de su obligación de buscar consensos.
"Existen posturas que no siguen ese patrón, pero son honrosas excepciones. También es cierto que lo que vemos en la campaña no es más que la culminación de un proceso progresivo de los últimos años.
"Paulatinamente, el acuerdo sobre cómo se progresa, que Chile conquistó tras vivir las consecuencias dolorosas de excesos ideológicos y promesas fáciles, se está desvaneciendo.
"Dado este universo de propuestas y medidas, no podemos más que aseverar que independientemente de quién gane la contienda presidencial, Chile ya perdió...
"El progreso vivido en las últimas décadas es fruto del trabajo de años en que las políticas cooperaron.
A su vez, desde mediados de los 2000 nos beneficiamos por el alza del cobre, pero ya consumimos esa bonanza a través de una demanda que crece más que el producto y con un aumento de costos que erosiona fuertemente los márgenes de las empresas....!
Excelentes articulos ambos. Kaiser es uno de los pocos defesores del modelo, por lo que merece un eterno agradecimiento.
ResponderEliminarLa ecuacion es simple: la ideologia de izquierda ha fracasado en todos los paises en que se ha impuesto y ha anulado la iniciativa individual y privada. La unica excepcion es China, en donde el gobierno (el PC) ha dado alas al emprendimiento privado.
En Chile, dada nuestra idiosincracia, que no ha cambiado nada desde el experimento Allende, es receta para el desastre. Sin dudas.
La pregunta pertinente ahora es: a quien le van a echar la culpa cuando dejen la crema ?
Una tesis parecida expuse en mayo pasado, adelantando que NADIE de los actuales líderes derechistas parece tener las prendas para enfrentar como es debido a la colusión UP/DC
ResponderEliminarA los políticos de llamados así 'progresistas' les molesta la siguiente afirmación: "Consecuentemente, a diferencia de la anterior Constitución de 1925, la actual Constitución chilena restringe severamente la capacidad de los políticos para alterar los fundamentos del modelo económico. En buena medida, han sido estas restricciones constitucionales al poder político las que han permitido el éxito económico y político de Chile". El poder político tiene restricciones, y eso es lo que no les gusta.
ResponderEliminarMis últimos post ha sido para evitar que Bachelet salga elegida. Lo hice contra Ricado Lagos y Allamand, y tuvo frutos. Ahora espero que tenga el mismo efecto. Es lo más lo que podemos hacer los blogueros derechas. Utilizar la palabra escrita para evitar un desastre.
El consenso que menciona fue el equivalente al Estatuto de Garantías de la UP.
Lo peor es que la mayoría de los chilenos no perciben el peligro. Dan por sentadas muchas cosas.
Nuestros líderes son cobardes. Habría que fusilarlos por traidores.
La Izquierda chilena nunca se renovó.
ResponderEliminarEso es efectivo Los únicos políticos que alguna vez se han entregado a la violencia homicida y que ahora ostentan cargos de representación son TODOS de izquierda.
EliminarCreo que no es cosa de renovarse o no: los politicos lo unico que les importa es enriquecerse a costa de terceros.
EliminarEn otras latitudes (primer mundo y asia) la cosa no es facil para los politicos corruptos, y la ciudadania empoderada exige resultados a sus representantes.
Ansdrubal:
ResponderEliminarMe referían a que habían abandonado el marxismo leninismo,y que optaron por la socialdemocracia o algo parecido al laborismo británico. Sin embargo, todo fue una farsa. ¿Te imaginas a los partidos mencionados intentaran cambiar el país con una asamblea constituyente y cambiar drastícamente las bases económicas?
Por cierto, que apareciera un político nuevo que reinventase la política. No pienso en eso.
Este zurderio solo camufla sus planes...
ResponderEliminarLa UP nunca ha abandonado sus planes castristas, sólo los ha postergado para ocasión más propicia.
EliminarLo expuesto por Kaiser es una clarinada de alerta. estamos ante 2 posturas totalmente símiles. solo que la más clara proviene del zurderío. un programa que ya es un fracaso en la UE, y sumemosle las estupideces creadas por el castrochavismo que está agarrando ribetes de pandemia.
ResponderEliminarHay que controlar el parlamento (de no ganar la Eve) para así crear una oposición fuerte y firme. de esa manera podremos parar la inconstitucionalidad que está por venir.
La UP/DC ya tiene pensado qué hacer para imponer su agenda, presentada como "aspiración de la ciudadanía": presionar con "la calle".
EliminarEl articulo de Kaiser hoy en El Mercurio es tambien excelente (5 Noviembre) y vale la pena ser comentado y analizado. En particular el concepto de "codicia patologica".
ResponderEliminarLo leeré, gracias por el dato
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