lunes, 23 de septiembre de 2013

La charlatanería es dañina, pero vende

por Tomás Bradanovic

Reviso el libro Microeconomía, Teoría y Aplicaciones de Jack y David Hirshleifer y me encuentro con una historia divertida con gran moraleja, la redactaré de nuevo porque es muy larga pero en esencia el libro dice lo mismo.

En 1990 el ecólogo Paul Ehrlich pagó un cheque por US$ 576.07 por una apuesta que había hecho diez años antes con el economista Julian L. Simon. Resulta que desde los años 80 Ehrlich venía haciendo predicciones económicas temerarias.

En su super best seller de 1968, The Population Bomb, Ehrlich afirmaba que con toda seguridad “en la década de los setenta, cientos de millones de personas morirán de inanición”, claro que no se cumplió pero esto no desanimó a nuestro ecólogo que en la misma década del setenta repitió su pronóstico anunciando “la muerte por inanición de mil millones de personas o más en la década de los setentas o a más tardar de los ochentas”. No hace falta decir que se equivocó completamente, porque al contrario, los niveles de nutrición en el mundo mejoraron de manera espectacular justamente en esas décadas.

Sin embargo Ehrlich seguía repitiendo sus predicciones -que no tenían ningún sustento en la realidad- y seguía recibiendo la aclamación de todo el mundo. No contento con eso, pronosticó que los minerales y recursos naturales claves quedarían al borde del agotamiento en 1985. Pese a la cantidad de estupideces que ha dicho en su vida, y que sigue diciendo desde el Center for Conservation Biology de la Universidad de Stanford, este señor, que en su vida ha hecho una sola predicción acertada, es considerado una eminencia en estudios poblacionales y ecología. En verdad es un tipo muy famoso.

Casi al mismo tiempo un profesor de administración de negocios de la Universidad de Maryland, Julian L Simon, venía prediciendo exactamente lo contrario, claro que a él los números le daban la razón, año tras año. Seguramente irritado por las payasadas del eminente ecólogo y su corte, lo retó a que pusieran plata donde mismo ponían la boca, apostando en 1980 al precio de cinco metales importantes en la próxima década, apuesta que obviamente ganó con holgura.

El autor del libro comenta que un cínico podría decir que el perdedor Ehrlich resultó ser un mejor economista, porque solo su libro Population Bomb vendió 3 millones de ejemplares, a US$ 1.50 de regalías por ejemplar… calculen. No solo eso, pese a haber fracasado una y otra vez en sus pronósticos en 1990 recibió una beca para “genios” de la Fundación Mc Arthur por US$ 345.000. Ese mismo año viajó a Estocolmo para recibir el prestigioso premio Crafoord por sus “notables contribuciones a la ecología”, sin contar con sus más de 25 apariciones en “The Tonight Show”.

Simon, muy superior como científico y mucho más decente como persona, murió en 1988 pero, para ser francos, fuera del círculo técnico de los economistas no lo conoce casi nadie. La moraleja que saca Hirshleifer de todo esto es interesante y la copio casi textual: Desde el punto de vista económico, debemos pensar en los dos protagonistas como si proporcionaran bienes diferentes. Simon ofrece un análisis económico correcto, para el cual la demanda es bastante limitada. Ehrlich ofrece una clase diferente de producto, en ocasiones llamado “despertar de la conciencia” en donde la posibilidad de ganarse la aclamación pública es evidentemente mucho mayor.

Así es pues, mis queridos amigos, cuando vean a algún pajarraco agitando a las masas con la contaminación y el ambientalismo, a algún pobre diablo ambicioso hablando contra la termoeléctrica o la contaminación en Arica, no se sulfuren, acuérdense de esta historia y piensen que solo está “proporcionando bienes diferentes”, en este caso mentiras para aprovecharse de los giles.

5 comentarios:

  1. El ex vicepresidente de EE. UU., Al Gore, ha recaudado millones vendiendo la charlatanería de que la actividad industrial ha arruinado al planeta dejándolo al borde del colapso climático.

    Esta misma base tiene todo el discurso de izquierda: charlatanería que, por lo disparatada, los derechistas no consideran digna de replicar. Craso error. La izquierda lleva decena de años instalando y difundiendo estas boludeces para transformarlas en verdaderos artículos de fe. Y todos sabemos el enorme daño que se produce al construir sobre bases tan falaces.

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  2. Lei el blog de Tomás y reitero lo siguiente:

    "Chantas han existido siempre, desde los que iban de pueblo en pueblo vendiendo "elíxires" para toda clase de dolencias y obtener fuerza adicional, como los que han ido predicando el fin de los tiempos y los zurdobuitres, que están enfermizamente anunciando el fin del capitalismo tal y como lo conocemos."

    Así como también, en el lado antagónico, están los pragmáticos, los que con informes en mano y toda la sapiencia les "ofrece" soluciones más reales para que cada uno elija su propio camino.

    Alarmistas van a existir siempre: a modo de ejemplo en el sistema publico de salud ciertos alarmistas han estado con el cuento de la "privatización" de los hospitales (por ejemplo durante los 80 se rumoreaba que el gobierno militar iba a "privatizar" la posta central, entregándosela con personal y todo a un consorcio canadiense... han pasado casi 30 años y la posta central sigue perteneciendo al estado). pero aún están jodiendo la pita y abusando de la ignorancia de la gente que no se mete en estos asuntos.

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    1. Creo que si se hubieran privatizado los hospitales no habríamos perdido mucho. Al revés, más bien.

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    2. Te contaré que vengo de una familia de funcionarios de salud publica y créeme que el tema no pasa por privatizar o no, sino que más bien pasa por saber "administrarlos" y el estado ha sido el peor administrador.

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