Del verbo mentir para aprovechar

La infamia empieza con la manipulación del recto sentido de las palabras.

Llamar "golpe militar" es obligado si quieres falsear la expulsión de la dictadura castrista gobernante en Chile. Esta expulsión, hecho del cual celebraremos 40 años, fue decisivo e histórico en el mejor de los sentidos. Aliviados de la opresión y el terror, los chilenos lo acogieron alborozados, izando bandera en sus casas y ventanas, saludando con gentileza a los militares y hasta con gente bailando cueca en las calles del centro de Santiago.

Otra distorsión es llamar "dictadura" al gobierno militar, que fue precisamente el que restauró el imperio de la ley y re-institucionalizó la nación. Al otro día de asumir, la junta militar decretó la plena vigencia y respeto de la Constitución, salvo en la actividad política y legislativa que —por obvias razones— se declaraba en moratoria hasta nuevo aviso. Ello, mientras se trabajaba febrilmente en una nueva constitución que 5 años más tarde entró en plena vigencia y que nos rige hasta el presente.

Si el objetivo es distorsionar la realidad para sacar provecho político, debes llamar "abusos de los derechos humanos" a los excesos represivos bajo el gobierno militar frente al ataque armado y terrorista del castrismo.

Y "víctimas de la violencia política" a los inocentes cuyos derechos humanos fueron arrasados por el régimen dictatorial de Allende, cuando miles de chilenos fueron despojados de su pertenencia, perseguidos, apresados injustamente y abusados, violadas (una agricultora que pasó por ese trance terminó suicidándose) o torturados (incluyendo a un parlamentario conservador de la época). Estos abusados fueron personas total, completa y absolutamente inocentes porque no tomaron las armas contra el régimen, eran simples civiles inermes.

Siguiendo la maquinación, se cataloga como "víctimas por sus ideas" del gobierno militar a quienes casi siempre fueron activos armados o sus cabecillas involucrados en terrorismo y ataques directos con resultado de muerte. Hay casos, como el de Lonquén, en que los muertos a lo mejor estaban tranquilos, pero que antes de darse vuelta la tortilla habían sembrado el terror por el pillaje y abusos amparados por el régimen castrista (hay carabineros presos por eso, pero existen claras evidencias que unos pocos carabineros nunca habría sido suficientes para ultimar a golpes a los muertos encontrados en los hornos de Lonquén). Todo chileno sabe que no se apresó a nadie "por sus ideas", como miente la UP/DC, porque tanto en el trabajo como en la universidad estaba plagado de gente de izquierda que nunca fue molestada y, todo el mundo lo sabe, había muchas publicaciones izquierdistas que —con financiamiento extranjero— circulaban con total libertad (Cauce, Análisis, Fortín Mapocho, Mensaje, La Época, Rocinante, Norte-Sur, etc.) y que luego del traspaso del poder a la civilidad desaparecieron, cuando cesaron esos fondos.

La infamia sigue al etiquetar como "recuperación de la democracia" al traspaso institucional del poder a los civiles, evento reglado y honrado hasta en sus más minimos detalles según la constitución de 1980. De hecho, no hubo nunca nada parecido a "recuperar" en el cumplimiento de las normas aprobadas con 10 años de antelación a la convocatoria a elecciones. Algunos han llegado a la audacia de declarar que el gobierno militar se vio obligado a esa convocatoria en vista de las violentas protestas que orquestaba el castrismo. Pero eso es falso, en contraste con la gestión de Sebastián Piñera, durante el gobierno militar no hubo ninguna "conquista" o logro concreto de las fuerzas de izquierda que pudiera acreditarse a alguna protesta violenta. Como mero ejemplo, recuerdo que en cierta ocasión los taxis colectivos se manifestaron pacíficamente por un asunto de tarifas, cuestión que se resolvió en pocos minutos sin reclamos por ninguna parte.

En la misma línea de falsedad, se usa llamar "en democracia" a lo obrado a partir de la asunción al poder de los mismos que antes hicieron añicos la institucionalidad. Ciertamente, la democracia (que más o menos corresponde al funcionamiento institucional con apego al derecho, pero que para la izquierda es el gobierno de ellos), ha experimentado un serio deterioro como resultado del totalitario avance por 20 años de la UP/DC en el control de la judicatura, el poder contralor, el funcionamiento de las ONGs, la instrumentalización de las oficinas locales de los organismos internacionales, el control de la TV y de buena parte de los medios. Los que conjugan el verbo democrático en todos sus tiempos son, típicamente, los más renuentes al libre juego democrático.

Todos sabemos que Piñera prepara un discurso para el 11S que, lejos de tener una recta intención de apaciguar ánimos, busca aprovechar el aniversario 40 de la expulsión del castrismo para re-posicionar su propia figura en la pauta pública.

Porque desde el primer día de su toma del cargo y traicionando el encargo de millones de personas que le colocaron ahí, esta persona ha estado tratando de llegar a buenos términos con la centro-izquierda, creyendo hacer el gran negocio de alzarse con la representación de las posturas "centristas".

Con ese afán y siendo necesario e imprescindible mentir, podría apostar que usará la falsa terminología que he indicado arriba.