jueves, 13 de mayo de 2010

Demagogia y derechos.

Como ya todos saben, Grecia ha tenido un abrupto fin de fiesta de su “estado de bienestar”. Se agotaron las fuentes internas de financiamiento de tantos “derechos” que aportaban a la vida de los griegos una cuota de disfrute sin tener que trabajar para pagarlo.

También sabemos que en Europa hay otros países candidatos a sumarse al colapso y que la causa de éste es la demagogia de ofrecer financiamiento fiscal para muchas necesidades que, se supone, cada europeo debe sufragar por sí mismo.

En América la situación es similar en un número cada vez mayor de naciones, incluyendo los Estados Unidos y Canadá.

En Venezuela, luego de varios gobiernos que sobrepasaron todos los límites en materia de corrupción, los venezolanos se aferraron al clavo ardiente que representaba el discurso de Chávez de terminar con esa lacra y poner orden en las cuentas públicas.

En once años, el sujeto ha acumulado 980 mil millones de dólares gastados en el financiamiento de “derechos”, en corruptas prebendas para crear una nutrida corte de incondicionales, en “apoyar” a gobiernos pro castristas del área, en el pago a "precio especial" de proyectos y —cómo no— en su propio beneficio.

El puente Orinoquia (foto de la derecha), de 3 km. sobre el Orinoco, costó más de mil trescientos millones de dólares de los venezolanos, casi tanto como el puente Xingua, en China, que tiene 36 km. de extensión y una isla artificial de reposta a mitad de camino, que lo hace el puente más largo del mundo con un costo final de 1600 millones de dólares.

Intentando defender estas políticas, el señor Sebastián Kaufmann Salinas, Académico del Departamento de Filosofía de la Universidad Alberto Hurtado afirma: “En primer lugar, el deseo de asegurar ciertos derechos sociales a lo largo de la vida puede ser una expresión legítima de una voluntad de los gobernantes de garantizar a la ciudadanía un bienestar mínimo, acorde con la dignidad humana y no una expresión de populismo.”

Por el contrario, creo que “asegurar ciertos derechos” como “voluntad de los gobernantes” está en el origen de los problemas que hacen colapsar la salud económica y la paz social de cualquier nación.

Una vez aceptada esta noción demagógica —que en sus fases más agudas desemboca en totalitarismo— se instala la idea de que el aparato del estado es responsable de mantenernos sanos, con trabajo bien remunerado y con acceso garantizado a las cosas buenas de la vida.

El efecto inmediato de esta política es el de atraer la adhesión al gobierno asegurando su permanencia, como hacen Chávez y los demás gobernantes populistas de América Latina, que aprovechan ese apoyo para debilitar el funcionamiento de la democracia hasta eliminarla totalmente.

Así pasó en Cuba y así está a punto de ocurrir en Venezuela.

En Chile ha sido la Concertación la que ha reeditado este proceso, promoviendo al gobierno como la quintaesencia del estado protector y garantizador de “derechos” pergeñados por el aparato de propaganda, lo que le permitió hacerse del poder ejecutivo y controlar el poder legislativo todo este tiempo desde 1990.

Aparentemente, el presente gobierno busca frenar de algún modo este proceso y volver las cosas a su cauce normal, promoviendo más bien el valor de autosustentarse sobre la base del propio esfuerzo.

En realidad, los únicos derechos que colectivamente debemos garantizar son los derechos naturales, aquellos que traemos "de fábrica" y que no corresponden a la concesión graciosa de ningún gobierno.

Esos derechos son constitutivos de cada persona y dan cuenta de una facultad inmanente que se expresa en nuestra libertad para opinar, movernos a voluntad, ocupar el tiempo en lo que nos satisfaga y, por supuesto, para vivir en un régimen donde el poder no pueda constreñirlos.

Y, precisamente, los regímenes que amenazan estos derechos son aquellos que han partido de la base de “asegurar ciertos derechos” como “voluntad de los gobernantes”, generando una realidad que por colisionar tan brutalmente con la naturaleza humana no puede sino imponerse por la fuerza.

Como he dicho en otras instancias: Freedom needs rules, Socialism needs rulers.

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2 comentarios:

  1. Debes ser de izquierda, por lo tanto, ideológicamente derrotado e impedido de convencer a nadie.

    Tu negro catecismo ya ha acumulado demasiados engañados, abusados, torturados y muertos como para resistir la más tenue crítica.

    Tu "comentario" es prueba contundente y lo dejaré sólo como prueba irrefutable de que en la batalla de las ideas han perdido irremisiblemente.

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