martes, 16 de diciembre de 2014

Ensalzar la figura de Allende cuesta demasiada plata... y decencia.

Allende entre milicianos fascistas
Apenas asumieron el poder, la UP aliada con la DC (oficialmente operados del PC, pero manteniendo acuerdos secretos con ese partido), llamaron a levantarle un monumento a Salvador Allende por suscripción popular mediante una colecta nacional que fracasó estrepitosamente. En vista de eso, el gobierno la financió directamente y nos la propinó en la plaza frente al mismísimo palacio de gobierno.

Desde entonces la UP/DC ha estado constante y encarnizadamente ensalzando la figura de Allende para imponerla como la de una personalidad querida y destacada. En el 2008 se llegó al extremo de organizar un concurso trucho dirigido por la TV estatal que dio como "resultado" que el sujeto sería considerado "el más grande de los chilenos", incluso superior en heroicidad a Arturo Prat.

Todo esto mientras, con el mismo y encarnizado empeño [también con cargo al erario], se ha estado demonizando la figura de Pinochet, a quien se le han formulado más cargos y acusaciones que las que físicamente podrían caberle al mismísimo diablo si el tal hubiera pasado por La Moneda. Pero tanto la grandeza de Allende como la vileza de Pinochet que pinta la izquierda son falsas

Allende agrede a opositor
El primero fue un sujeto vanidoso, ignorante en materias de estado, violento y fascista fanático que no tuvo empacho en derogar el estado de derecho y anular toda capacidad de defensa legal de los abusados. Despojó hasta del lecho en que descansaban a muchos agricultores, de su instalaciones a muchos industriales, de su trabajo a miles que no le seguían y de todo derecho y hasta de la vida a personas inocentes, que jamás tomaron un arma ni cometieron otro crimen que no fuera ser propietario de algo o no profesar el credo castrista. Recibió armas para equipar a contingentes irregulares desde el extranjero, el mismo se fotografió en ejercicios de tiro con metralleta y organizó escuelas de guerrilla rural y urbana, obviamente, con las peores intenciones totalitarias que un jefe de estado puede concebir.

El segundo fue un militar de discreta capacidad estratégica (entre muchas fallas de mando, cuando el 11 de septiembre de 1973 estuvo a cargo de comandar las fuerzas en la capital actuó a deshoras y con extrema cautela), pero que honró con gran riesgo la palabra entregada al líder del movimiento militar para expulsar del poder al castrismo: el almirante José Toribio Merino Castro. En razón de representar a la institución más grande de las fuerzas armadas, presidió la junta militar que dirigió el país hasta que consiguió ser designado presidente por consulta popular, en tiempos en que los chilenos no tenían el más mínimo interés en reponer todavía la vuelta de los partidos políticos. Durante su mandato debió responder al ataque armado y mediático de mayor magnitud en la historia de Chile, proceso que dio origen a grandes bajas por ambos lados y a repeler acciones terroristas que no se ciñen a ninguna norma. Con todo, se avino a que se introdujeran ajustes a la institucionalidad política y económica de Chile que él mismo no compartía en 100%, sometiéndose el mejor juicio de gente experta, y se avino a que fruto de esa institucionalidad, el poder fuera traspasado nuevamente a los civiles retirándose a casa. Esto último no es posible para muchos de los actuales gobernantes izquierdistas en América: Castro, Maduro, Morales, Correa o Kirchner. Su salida del poder implica su  juzgamiento por crímenes de todo tipo cometidos desde el poder, cuando no su muerte casi inmediata a manos del pueblo.

Sin embargo, hoy en Chile es peligroso mencionar vicios de Allende o virtudes de Pinochet. Increíblemente, más que por la amenaza de los seguidores de Allende es por el sometimiento a estas mentiras de muchos de los seguidores de Sebastián Piñera. Ciertamente, esta capitulación da pábulo para que quien se atreva a desafiar la "verdad oficial" sea impunemente execrado y castigado.

Si los allendistas resuelven homenajear a Allende en cualquier instancia, estos piñeristas son incapaces de levantar alguna objeción y asisten cobardamente al injusto ataque contra quienes osan mostrar su inconformidad.

Ha ocurrido ya demasiadas veces como para no denunciarlo. El embajador Otero osó —sin ninguna intención de conflicto— mencionar que la expulsión de Allende fue celebrada por muchos chilenos (verdad irrefutable) para que perdiera su cargo a manos de Piñera. Y, para no entrar en un largo recuento, la semana pasada, en otro día aniversario de la muerte de Pinochet, bastó que el diputado Urrutia pidiera un minuto de silencio en respeto su memoria para que los piñeristas se sumaran al escarnio de retirarse del hemiciclo.

Ahora me he dado cuenta que Joaquín Lavín ha reconocido filas en el piñerismo porque se suma a la condena del diputado Urrutia, incluso estimando que no existe el derecho a homenajear a Pinochet:
Declaraciones de Lavín en programa Tolerancia 0, de Chilevisión el domingo 14 pasado
Piñera mismo dedicó buena parte de su último semestre en el poder a denostar a cualquier derechista que no adhiriera al catecismo zurdo, incluso sacrificando a la propia candidata Evelyn Matthei al llamarla "cómplice pasivo" del "golpe de estado", expresión favorita del castrismo para referirse a la expulsión de la dictadura castrista, movida que, junto con el control de su gente del comando de la candidata, debilitó su carrera en una medida que desalentó a muchos chilenos para salir de casa a votar por ella.

Yo estoy convencido que la historia, la de verdad, pondrá a cada quien en su sitio y que pese a los miles de millones de dólares gastados en levantar la figura de Allende, el sujeto ocupará irremisiblemente el pobrísimo lugar que en ella le cabe. Del mismo modo, creo inevitable que el nombre de Pinochet pase a la historia asociado a la gesta que sacó a Chile del pantano, mucho más que a los episodios (muchos de ellos falsos) de abusos con castristas detenidos.

De Allende, nuestros escolares y estudiantes del futuro no sabrán casi nada. Pinochet, en cambio, será materia obligada de estudio. La verdad es demasiado grande y en el mundo no hay dinero suficiente para mantener la mentira por tanto tiempo.

6 comentarios:

  1. En el primer gobierno de Bachelet, ella organizó en La Monedad un seminario sobre la figura de Allende, entre los invitados estaba el historiador de derecha, cuyo nombre no recuerdo y que tiene un apellido francés. Es columnista de 'El Mercurio' y militante de la IDI. Si yo hubiese sido él, no habría aceptado esa invitación.

    Si tomas cualquier periódico nacional o regional, te darás cuenta que sus opiniones son frívolas.

    Lavín como el resto de los llamados 'coroneles', a excepción de Novoa fueron pencas. El único defecto que le atribuyo a Novoa, que siendo abogado repita los cliché de la Izquierda sobre derechos, siendo que trabajo en el ministerio de Interior en el Gobierno Militar.

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    1. Creo que en la derecha caben pinochetistas y antipinochetistas. Lo que no debería caber es que a cualquiera de ellos se le niegue el derecho a expresar su preferencia, como exige Lavín.

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  2. Con la moción de la comunista Karol Cariola, Lavín, simplemente, se sumó a eso y al empeño de meter cárcel a los que refuten al relato de la Izquierda, ya sea historiadores o personas comunes.

    La Derecha hace tiempo que no defiende la libertad, menos van a defender la libertad de expresión, con tal evitarse que los 'funen'.

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    1. Entre derechistas hay una mezcla variable de cobardía y codicia en esto de adoptar el relato zurdo. Cuando no es pura y simple estulticia.

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  3. Estamos rodeados de cobardes... de ovejas. es hora de dejar de ser oveja y volverse lobo.

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    1. Una forma de que nos volvamos lobos es promover el conocimiento y la lectura de gente que conserva el buen juicio (hay varios, entre los cuales destaco a Axel Kaiser, Gerardo Varela, Hernán Büchi y otros que a menudo incluyo en este blog). Estos blogs (como los de Hermógenes, Máximo, Tomás Bradanovic, Javier Bazán) vienen siendo el último baluarte que no debemos rendir a ningún precio.

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