lunes, 9 de junio de 2014

¿Para qué los tenemos?

Siguen las sorpresas desagradables. La semana pasada me enteré que Ron Paul, Nigel Farage y otros connotados líderes mundiales del pensamiento libertario estuvieron en Chile en mayo del 2013, y que su visita pasó sin pena ni gloria. Es comprensible que la prensa chilena, casi totalmente en manos del periozurdismo, no haya cubierto el evento, pero es imperdonable que los líderes derechistas ni siquiera hubieran tenido idea.

Ayer me enteré de otra trastada de los que se supone son nuestros líderes. Votaron en forma unánime junto a la UP/DC para construirle un monumento a Gladys Marín.

De inmediato quise averiguar el qué y el cómo, tratando de encontrar alguna explicación a la monstruosidad de convenir fondos nacionales para erigir un monumento a una castrista responsable de la muerte de muchos chilenos. Pero me fue mal. Nadie ha ensayado una explicación ni ha salido con datos que le den sentido. Por ejemplo, que se hubiera negociado construir otro monumento a los efectivos asesinados por la organización que dirigió esta mujer cuando el atentado a Pinochet.

Dudo que nuestros dirigentes necesiten que les explique quién es Ron Paul y quién es Nigel Farage, pero parece que necesitan —aunque un poco demasiado tarde— manejar mejor información acerca de quién fue Gladys Marín. He aquí una síntesis escrita por un periodista a quien no conozco como derechista.

por Marcelo Mendoza (reproducido de Urbe Salvaje)

Las interminables 600.000 personas que caminaron el martes 8 de marzo de 2005 desde el ex Congreso Nacional hasta el Cementerio General lo hacían porque el Día de la Mujer tenía nombre y apellido: Gladys Marín. El funeral de la carismática líder del Partido Comunista chileno -“La Roja de todos”, según el diario La Cuarta- será recordado como uno de los más multitudinarios y conmovedores que recuerde la historia de Chile.

¿Cómo una persona que apenas pasó del 3% en sus últimas elecciones presidenciales —un fracaso para su partido— era capaz de convocar a tantos chilenos a la hora de su muerte, cuatro años después?

Es que a su imagen combativa, de pertinaz defensora de ideas hoy nada de políticamente correctas, unía una cualidad natural para empatizar en muy diferentes planos. Tomás Moulián, su ex jefe de campaña presidencial, lo dice: “Ella despertaba enorme simpatía personal, que no se traspasaba a una adhesión a sus posturas políticas”.

Si bien es cierto que siempre la muerte trae consigo sentimientos piadosos, con Gladys Marín se sobrepasaron todos los límites. “Tengo que expresar respeto hacia una persona que mantuvo de principio a fin su forma de pensar, su forma de ser”, llegó a decir el general (r) Luis Cortés Villa, presidente de la Fundación Augusto Pinochet. Eso ocurría pocas horas antes de que una enorme multitud entonara el himno del Frente Patriótico Manuel Rodríguez —compuesto por Patricio Manss—, con banderas del FPMR y del PC, y disparando salvas de fusiles al aire, en el último adiós a la “Roja de todos”.

Difícil explicarlo. Porque Cortés Villa precisamente preside la fundación cuyo propósito es preservar la imagen de aquel a quien intentó asesinar el propio FPMR, otrora brazo armado del PC, que en última instancia dependía de la dirigente comunista de sus respetos.

Gladys Marín fue, a no dudarlo, el personaje político más decisivo para hacer posible la creación del FPMR y la figura oculta que más fomentó su existencia hasta el año 1987, cuando acorde a los nuevos tiempos, ella y el partido adoptaron otra línea política.

1977, Galvarino Apablaza en Moscú
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El Partido Comunista de Chile siempre se caracterizó por su inserción en las reglas del juego democrático. Y esa postura monolítica fue clave para el triunfo de Salvador Allende en las elecciones de 1970. Al contrario de otros partidos también marxistas (como el PS), nunca tuvo en su estructura orgánica una comisión militar de peso. Pero el desastre interno provocado por el golpe de Estado cambió las cosas.

El asesinato de su Comisión Política en 1976, donde estaba Jorge Muñoz, esposo de Gladys, desató una revisión a la línea histórica del partido que llevaría a adoptar la estrategia de la Rebelión Popular de Masas, que incluía “todas las formas de lucha”. Lo que sin eufemismos significaba también preparar cuadros militares para una salida armada a la dictadura. Aquello se haría público sólo en 1980.

Con el apoyo de Fidel Castro, alrededor de 200 de los mejores cuadros jóvenes del PC en el exilio fueron enviados (desde la RDA, la URSS, Bulgaria) a seguir la carrera militar en Cuba para integrarse a las Fuerzas Armadas cubanas, las FAR. Así aconteció con Galvarino Apablaza, Raúl Pellegrín, Vasily Carrillo, Ignacio Valenzuela, José Valenzuela y otros: los futuros “comandantes” del FPMR. Los primeros jóvenes ingresaron en 1975 como cadetes. Pero el momento decisivo de la opción armada del PC —una entre todas las “formas de lucha”— ocurrió en el verano de 1977, en Moscú. Era el primer pleno del Comité Central en el exilio. Luis Corvalán, entonces secretario general del partido, recuerda que desde el fondo de la sala avanzó a la testera un joven. Algunas versiones dicen que vestía el uniforme cubano de las FAR, pero él lo desmiente. Lo cierto es que se cuadró como militar, taconeó las botas y pidió marcialmente permiso para hablar. Todos estaban sorprendidos. Apablaza planteó la tesis del “vacío histórico” y dijo que eso significaba que el partido tenía una pata coja —su lado militar— que debía corregirse ya. —Él habló como militar— dice Corvalán. Venía de Cuba y expuso que había que prepararse para una salida armada a la dictadura.

Desde entonces, el inédito trabajo militar del PC se desarrolló en tres frentes: el trabajo hacia el interior de las Fuerzas Armadas (infiltración, propaganda, Inteligencia); el Trabajo Militar de Masas (TMM), responsabilidad militar del PC, que propiciaba acciones como protestas, movilizaciones, propaganda armada; y la construcción de una fuerza militar propia: el Frente Patriótico Manuel Rodríguez o FPMR.

gladys2El poder lo tuvo Gladys

En verdad, la tesis del “vacío histórico” del PC chileno era de Fidel Castro —según indica en sus Memorias Orlando Millas uno de los más importantes dirigentes históricos del partido— y fue hecha propia por el PC. “Esta manera de ver el problema militar me produjo inicialmente cierta perplejidad —escribe—, tuve dudas disipadas por la idea de que se habían producido grandes cambios (…) y finalmente me adapté pasivamente a la idea”. Eso le ocurrió a otros dirigentes, quienes terminaron acatando la nueva línea partidaria que, por primera vez, recibía la influencia directa de Cuba, régimen con el que el PC siempre antes tuvo una relación política distante.

Mirábamos la revolución cubana como un ejemplo, pero no era nuestro modelo. Nuestro modelo era la UP— dice Luis Corvalán. Evidentemente fue el mismo Corvalán, el respetado líder del partido, quien puso la firma a la política de Rebelión Popular de Masas, pero su verdadera impulsora fue Marín, quien en 1977, tras el asesinato de su marido por la dictadura, regresó clandestinamente a Chile manteniéndose como el poder real del PC.

Yo regresé en forma clandestina al país en 1985— señala Luis Corvalán, —pero estuve en el ocultamiento absoluto: casi nadie del partido sabía de mi presencia. A pesar de que era el secretario general, yo no participaba de la dirección, no me reunía con la Comisión Política ni menos con el Comité Central. Gladys, que era la subsecretaria, dirigía el partido. No yo. A mí eso no me causaba ningún problema. Con ella me contactaba. A veces me reuní también con Jorge Insunza, Manuel Cantero y con Guillermo Teillier. Por cierto que yo estaba de acuerdo con las políticas impulsadas.

De este modo, era Gladys Marín quien dirigía el curso de la nueva línea del PC. Como reconoce Vasily Carrillo (ver nota al pie), el desarrollo del trabajo militar en serio comenzó en Chile en 1980, bajo la responsabilidad de ella, y en el contexto de la aprobación de la Constitución de Pinochet. Así, mucho antes del nacimiento oficial del FPMR —el 13 de diciembre de 1983, con un atentado que produjo un gran apagón en parte del país— y mucho antes de la llegada de Corvalán, ya hubo acciones de propaganda armada y atentados firmados por un denominado “Comando Manuel Rodríguez”. De hecho, aquel nombre es el antecedente que en definitiva hizo que el grupo armado del PC se llamara Frente Patriótico Manuel Rodríguez y no Fuerzas Armadas Libertador Bernardo O’Higgins (Falbo), que era el nombre originalmente pensado para él.

Una vez llegados los “comandantes” a Chile, la subsecretaria del partido y su encargado militar, Guillermo Teillier, fueron quienes organizaron la plataforma de “todas las formas de lucha”, posibilitando la creación de cuadros militares, bajo la dirección de Raúl Pellegrín. Tan directa injerencia habrían tenido ambos dirigentes, que se le atribuye a Teillier participación directa en la internación de armas en Carrizal Bajo, los meses previos al atentado a Pinochet, en 1986, operación que contó con el apoyo logístico y económico del régimen cubano.

En ese tiempo hubo fuertes discrepancias internas en el partido. Varios dirigentes, sobre todo gremiales y públicos, disentían de la línea de hierro impuesta por Gladys Marín. Patricio Hales, quien la tuvo un tiempo viviendo clandestinamente en su casa, relató a El Mercurio: “Me admiraba su valentía de haber vuelto a Chile. Había que cuidarla. Unos pocos teníamos el secreto. A mi señora le dije que era mejor que no supiera quién vivía en la buhardilla. Gladys estaba decidida, seria, todavía linda (…) Fue difícil distanciarme de ella en lo humano, pero no en lo político. El PC ya era otro (…) Las justificaciones de algunos para el secuestro del niño Cruzat (realizado por el FPMR en 1984) me transformaron en un opositor a su política. No me fui formalmente para no dar argumentos a la dictadura, esperé el triunfo de Aylwin para renunciar, en marzo del ‘90. Peleé dentro del PC”.

El fuerte liderazgo de Gladys, según decir de militantes que terminaron yéndose del partido (como Hales, Luis Guastavino, Fany Pollarollo, María Maluenda, Julieta Campusano y otros), fue implacable y avasallador en términos de no reconocer lo que ellos calificaron como un fracaso de la política de Rebelión Popular, tras los resultados de la internación de armas y del frustrado atentado a Pinochet y la represión que aquellas acciones provocaron. —Algunos comenzaron a llamarla “Catalina La Grande”, en alusión a la figura despótica de la época de los zares rusos— relata hoy uno de esos militantes que se terminó yendo del PC.

En 1987, con Pinochet aún en el poder y tras comprobarse que el año anterior no había sido “el decisivo” para el fin de la dictadura, el panorama político del país había cambiado. Afirmada la Alianza Democrática (conglomerado opositor que reunió desde liberales y democratacristianos hasta el Partido Socialista y que sólo excluyó al PC), en torno a ganar el plebiscito para acabar con la dictadura dentro de su institucionalidad, la línea política del partido cambió. Se desechó la Rebelión Popular, el FPMR pasó a ser un instrumento menor del partido y los “comandantes” históricos que no fueron asesinados se escindieron para seguir funcionando autónomamente.

Yo no diría que el Frente fracasó— dice Luis Corvalán. —Ayudó a la desestabilización del régimen. Yo me reuní sólo una vez con Pellegrín, al final, cuando estaba a punto de producirse la escisión. Estaba Gladys y Teillier. Tratamos de convencerlo de que no siguieran el camino propio. No tuvimos éxito.

Corvalán reconoce como un error político el que el PC no se haya sumado, desde el primer momento, a la salida “transada” de la dictadura en el marco legal trazado por ella, como hizo la Concertación. Pero su voz perdió frente a la de Gladys en el Comité Central. Al final, los comunistas terminaron votando No a Pinochet en 1988 y votando por Aylwin en 1989, pero sin ningún beneficio, excluidos por un poco democrático sistema binominal que los mantiene fuera del Parlamento.

Por ello, resulta paradójico que el cuerpo de la carismática Gladys, tan querida por el pueblo, haya sido velada en aquel viejo edificio que representó la democracia en tiempos en que el PC era pilar de ella. Su compañero de ruta durante los años de lucha relatados, Guillermo Teillier, la reemplaza, mientras la Comisión Política no designe a otro líder. El eco de la multitudinaria población que lloró a Gladys de seguro resuena como una voz potente que algo tendrá que decirle al partido que tanto amó.

Nota.

Vasily Carrillo: “Gladys fue clave en el desarrollo del FPMR

Vasily Carrillo llegó en 1975 a La Habana para ingresar como cadete a la Escuela Militar Antonio Maceo, junto a Raúl Pellegrín. Se graduó de oficial en 1978, especializado en mando táctico de tanques. Es del núcleo fundador del FPMR, y su importante participación —junto a otros militares chilenos de las FAR— en el Frente Sur de la revolución sandinista en Nicaragua, fue la experiencia previa para el estreno del grupo armado.

Galvarino Apablaza siempre fue el jefe indiscutido del FPMR y por ello se mantuvo en Cuba, enviándose a Chile a Raúl Pellegrín —el “Comandante José Miguel”—, número 2 en jerarquía, quien llegó junto a otros cuatro “comandantes” en 1980 para organizar el grupo armado bajo la dirección política de Gladys Marín, subsecretaria del PC, y de Guillermo Teillier, encargado del Trabajo Militar de Masas (el Frente Militar) del partido y brazo derecho de la líder comunista.

En los hechos, Gladys fue la impulsora principal de la política de rebelión popular— dice desde Lota, donde hoy reside, ya incorporado abiertamente a la política en el conglomerado Iniciativa Rodriguista, que es parte del pacto Juntos Podemos y por el que fue candidato a alcalde de esa ciudad en diciembre. —Ella jugó un papel muy importante en la acción del Frente. Fue clave en el desarrollo del FPMR. Y asumió su responsabilidad a cabalidad, hasta el quiebre en 1987.

Dice Carrillo que el “Comandante José Miguel” tenía reuniones permanentes con ella, porque si bien existía una autonomía del FPMR en la preparación de sus acciones, estas se realizaban tras la decisión política del partido y del Frente Militar del PC, que dirigía Guillermo Teillier, cuya chapa era “Salvador Larraín”.

Ella siempre estuvo con nosotros. Ella estaba con el Frente. No sé si Gladys fue informada previamente del atentado a Pinochet. Pudo haberlo sabido. Lo que no hay duda es que sí sabía que la acción iba a realizarse porque era una decisión estratégica de la dirección del partido y ella era su máxima cabeza.

En 1987, el PC cambió su estrategia política y ello provocó una división del FPMR. Los disidentes, como Carrillo y Apablaza, crearon el FPMR-Autónomo, marginándose del partido. Dice hoy Carrillo:
Pese a las diferencias, yo siempre tuve una buena relación con ella. Eso me motivó a trabajar en su candidatura presidencial: fui parte del comité ejecutivo de su campaña en 1999. Y, ahora, acá en Lota, le hicimos nuestro propio funeral.

5 comentarios:

  1. El artículo, plagado de expresiones impuestas por el relato zurdo (que Allende triunfó en las urnas, que el gobierno militar fue una dictadura, etc.) tiene la virtud de describir de una forma bastante honesta el perfil real de Gladys Marín.

    Ella fue una fanática para quien el triunfo de sus ideas pasaba por todo derecho o aspiración de los demás. Pero, encima de eso, en el artículo queda claro que fue una violentista cruel y despiadada.

    La fidelidad a una causa no es motivo suficiente para honrar a una persona fallecida. La causa misma es mucho más importante.

    Es doloroso para mí comprobar la increíble debilidad ideológica y la inexcusable torpeza política de los líderes de la centro derecha chilena.

    Estoy profundamente dolido, desilusionado.

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  2. Algunas observaciones.

    No cabe duda que muchos comunistas han mantenido su forma de pensar y un verdadero modus operandi en lo que se refiere al ejercicio del poder; de ahí la frase irónica -que he leído muchas veces- "prefiero a un comunista que a un DC", por la sencilla razón que con los comunistas uno sabe a qué atenerse mientras que la DC es una incógnita traicionera.

    Es así que interpreto la frase del General (r) Luis Cortés Villa como una muestra de respeto por el enemigo (así es, con todas sus letras: enemigo) -tal como otros uniformados han destacado la valentía en combate de algunos miembros del MIR- y un sentimiento de humanidad por la persona fallecida.

    Distinto es el caso de la UDI, que si bien puede valorar a la persona, liderazgo y otras características positivas que pudo tener la difunta dirigente, eso no significa que deban transformarla en una figura "democrática" merecedora de monumentos; y menos cuando se trata de uno de los personajes responsables de la ola terrorista de los años 80.

    Sin duda que esta aberración se debe a la torpeza de Hasbún, que confundió la amistad y el trabajar junto a Hugo Gutiérrez con la política.

    Su partido -la UDI- quizá no tuvo más remedio que apoyarlo, no sé los detalles. En cualquier caso, esto es impresentable; una verdadera afrenta para la memoria de las víctimas a manos del FMR.

    Si esto se tratara de una "señal de reconciliación", muy bien, quisiera ver -mañana mismo- entonces un monumento patrocinado por el Partido Comunista al General Pinochet, que sí fue una figura democrática.

    ¡Qué paradójico!

    El General que, junto a los otros miembros de la Junta Militar, legítimamente asumió la responsabilidad de restituir el Estado de Derecho, reconstruir la institucionalidad, cambiar el modelo económico por uno que sí funciona y sentar las bases de la democracia que disfrutábamos hasta ahora.

    Mientras tanto, la homenajeada -de ideas y miembro de un partido totalitario- forrmaba grupos armados, de existencia totalmente injustificada; dedicados a asesinar gente inocente y a poner en riesgo la democracia en ciernes, lo que los convierte en terroristas.

    ¡Que pobreza intelectual y confusión valórica en los partidos "de derecha". A estas alturas, la rabia se transforma en lástima.

    Saludos

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    1. Cuando asumió Aylwin, la Concertación organizó una colecta pública para levantarle un monumento a Allende.

      En todo Chile se desplegaron los líderes de esa coalición con una bolsita para recibir los óbolos. A mí me tocó ver a Antonio Leal parado en Huérfanos con Morandé (frente a un café donde yo estaba con unos amigos) sin que me tocara ver a nadie depositando donación alguna.

      La colecta fracasó y el gobierno simplemente resolvió echar mano a las arcas fiscales para levantar el adefesio hoy instalado frente a La Moneda.

      Eran años en que aún no obraba su efecto al gigantesca campaña que la centro izquierda mantuvo por veinte años para reponer en el imaginario popular la figura de Allende y la de otros a quienes ellos reconocían mérito.

      Esto de Gladys Marín es más de lo mismo, con la diferencia que los líderes derechistas están reblandecidos al influjo de esa propaganda y simplemente caen en estas trastadas que tanto daño hacen a la causa de los que rechazan el totalitarismo izquierdista.

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  3. Cuando una persona de derecha es consecuente y defiende sus ideas tal como lo hacía ella, es tiltada de fundamentalista y fanática.

    Los dirigentes de la derecha,además, de tener una pobreza intelectual desconocen la historia reciente. o se hacen los lesos.

    No merece una estatua.

    El artículo muestra que la Izquierda se engaña a sí misma. La UP quería llevarnos a Cuba. Eso no les resultó.

    El PC no era tan moderado como se dice. Corvalán en el libro 'Desde las Cenizas' antes de la elección de Allende, dice que él no descarta la vía armada si no les resulta la llamaba 'vía institucional'. De hecho tenía una Fuerza de Choque.

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    1. El gran déficit de los dos partidos de derecha es ideológico. Están desconectados con la visión de los fundadores del Chile moderno.

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