por Gonzalo Rojas Sánchez
Patricio Aylwin ha resumido en pocas palabras el casi secular pánico a la historia del que son portadores los democratacristianos. Refiriéndose a las últimas disputas con el PC, el ex Presidente afirmó que "yo aconsejaría que terminara el debate; son cosas para la historia, pero no debieran ser hechos que interfirieran en la política de estos días".
A simple vista, la polémica parece centrada en si la DC apoyó o no el pronunciamiento del 11 de septiembre de 1973, cuestión, por lo demás, ya resuelta afirmativamente si se recuerdan los textos tantas veces citados de Frei Montalva y del mismo Aylwin. Temas anexos parecen ser los apoyos comunistas a regímenes de larga trayectoria en la historia reciente, como el norcoreano (desde 1948 en adelante) o el cubano (desde 1959 hasta hoy).
Pero el punto no está en esas disputas concretas sobre hechos o regímenes. Ni siquiera lo importante es contrastar las trayectorias históricas globales de comunistas y democratacristianos en Chile. Lo que en el fondo siempre ha estado en juego en las relaciones entre la DC y el PC es el sentido más profundo de la Historia, así con mayúscula.
Cuando el mismo Frei Montalva declaró en "El Siglo", en 1946, que "hay algo peor que el comunismo, esto es el anticomunismo", revelaba una carencia de filosofía de la Historia. A la DC siempre le ha resultado más atractivo tratar de proteger una visión histórica densa, como es la marxista, que oponerse decididamente a ella; ha calificado siempre al anticomunismo como una bestia negra que ataca a otra bestia, muy peligrosa, pero bien intencionada.
La Democracia Cristiana nunca ha podido oponer a la mirada histórica del marxismo un relato propio y suficientemente serio, simplemente porque no lo tiene. Y si lo hubiese tenido, obviamente habría debido ser el que viene desde Daniel y alcanza su plenitud en Agustín. Era lo que le correspondía por su talante cristiano, pero no ha sido así.
Lo más denso que tiene la DC para oponerle al PC es lo que Gutenberg Martínez ha llamado "tradiciones ideológicas", las que ciertamente difieren entre sí. Pero con esa poquita cosa -las ideologías no son más que historietas con un final feliz nunca logrado- no se puede enfrentar exitosamente a la tremenda densidad conceptual en que se sustenta el PC chileno.
Los comunistas, es cierto, se debaten hoy entre dos filosofías de la Historia de alcances prácticos bien diferentes. Por una parte, quienes han actualizado el marxismo originario y las aportaciones leninistas, validando la afirmación de Hobsbawm en "Cómo cambiar el mundo", en el sentido de que será una vez más en la infraestructura económica que habrá que hacer presión, para demostrar que ahí se terminarán cumpliendo las leyes del materialismo histórico y del materialismo dialéctico. Paradójicamente, la conquista del Estado (media docena de alcaldes, tres diputados, quizás un ministro en la administración próxima) sería todavía el objetivo principal para hacer una revolución desde arriba. Cuando Teillier y la dirigencia del PC presionan por acuerdos y cupos, la concreción leninista de la filosofía histórica marxista parece seguir viva.
Pero, por otra parte, están los comunistas de matriz gramsciana, para quienes la Historia es praxis, es la destrucción de una hegemonía dominante y su reemplazo por otra, es la derrota de un determinado sentido común y la ocupación de ese lugar por otro, todo gestionado desde abajo, por los grupos subalternos en armónica tarea con los intelectuales orgánicos.
Una filosofía de la Historia mucho más encarnada en Vallejo, Ballesteros y Salazar. A unos y a otros -gane quien gane en el PC- la DC no tiene relato alguno que oponerles.
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Y pensar que en algún momento creí que la DC era un factor de equilibrio. Al final son lobos del sistema nada más.
ResponderEliminarEstimado amigo, el equilibrio lo ponemos nosotros, los que no estamos en la pugna por el poder. No existen partidos políticos que tengan mérito suficiente para erguirse en LA alternativa de equilibrio. Ya viste el panorama en la Derecha, ayer que era día de asunción de alcaldes y concejales. Ese asunto, y no otro, fue la preocupación de todos.
EliminarLa DC como equilibrio, como partido "centrado" frente a la derecha y a la izquierda fue una pomada que nos vendieron a comienzos de los 60 del siglo pasado por los asesores norteamericanos que fueron destacados para "parar al comunismo".
La DC triunfante pasó la legislación más izquierdista de nuestra historia (reforma agraria —expropiaciones— bancaria —estatización— universitaria —toma del izquierdismo en la UdeChile y la UC— reforma al derecho de propiedad —"área rara" y propiedad "social"— y otras boludeces) que sirvieron al castrismo para dejar la tendalada.
Los que tuvimos que resolver la hecatombe fuimos nosotros, con nuestras fuerzas armadas (hoy demonizadas por la desidia y la estupidez). La DC sólo apareció para tratar de arrancarse, de nuevo, con el santo y la limosna, pero cuando se trató de reconstruir el país devastado, amenazó a sus militantes con expulsarlos si cooperaban con el gobierno militar. Algunos cooperaron y fueron expulsados.
En este artículo hay más datos y consideraciones sobre este tema.
Rolando:
ResponderEliminarLo que dice Ciro es totalmente cierto. Te recomiendo que compres el libro 'Desde las cenizas' del periodista nortamericano James Whelan, el cual te muestra cómo la izquierda en tiempos de Frei padre nos llevó a la UP.
En el libro mencionado, te cuenta que los asesores de Kennedy inventaron eso con el propósito de detener el comunismo, desconociendo la realidad de Chile. Al final, llegamos al comunismo.
Corrección:
EliminarLo que dice Ciro es totalmente cierto. Te recomiendo que compres el libro 'Desde las cenizas' del periodista nortamericano James Whelan, el cual te muestra cómo la DC en tiempos de Frei padre nos llevó a la UP. Izquierdizó más el país.