Cuando está en el poder, una forma recurrente del populismo progresista para copar la agenda (en países en los que aún no han eliminado la libertad de prensa) es
transformar a los Presidentes en tema obligado de cobertura mediática,
dando gran importancia hasta al más mínimo acto de estas personas, como
si ello fuera gravemente importante para la nación.
Esto lleva a un constante y costoso esfuerzo de salvaguardia mediática del líder, respecto de quien se construye toda una estructura de
blindaje destinado a encontrarle sentido a cualquier disparate y a
rechazar hasta la más pequeña crítica que le sea formulada.
Si alguien se pregunta qué hacían trabajando para el régimen pasado
cientos de periodistas y publicistas manejando un presupuesto
grandísimo, la respuesta es que la propaganda constante y el culto a
la personalidad son ESENCIALES para la gestión populista que requiere
el progresismo.
Así como los progresistas desprecian a los personajes históricos
tradicionales —imposibles de asociar al evangelio zurdo— o de signo político contrario, desde el aparato de
propaganda del poder imponen imágenes con méritos y trascendencia
inusitada de quienes les parece abonan a su postura ideológica.
Por ejemplo, para los concertacionistas, Allende representa lo máximo de las virtudes del líder y cualquier opinión que desvirtúe ese áureo
perfil es vista como anatema, como sacrilegio.
Bajo el gobierno de Michelle Bachelet el programa de la emisora estatal
TVN “Grandes chilenos”, como parte de esta campaña, llegó a extremos
ridículos en este afán incluyendo “personajes” conocidos sólo por ellos y
de nula recordación popular, hasta rematar en que el “ganador” de un pretendido certamen nacional habría sido Salvador Allende, mismo que en
cualquier encuesta independiente figura en los últimos lugares.
Durante el período de Ricardo Lagos, cuando las filtraciones de actos
corruptivos de enorme magnitud copaban la prensa (sobresueldos pagados
de forma irregular y no declarados ante la autoridad tributaria, coimas
aprovechadas por parlamentarios oficialistas aprovechando el aparato de
asistencia social, etc.), la única preocupación del gobernante era
mantener su popularidad, encargando encuestas en las que se "daba a
conocer" que seguía siendo "querido" por el pueblo.
Este mismo eficiente trabajo propagandístico que se desplegó bajo Lagos
(que según se dice abandonó la Presidencia con un 70% de aprobación)
fue ejecutado bajo Bachelet tratando de instalarla como una gobernante
cuyo alejamiento hería sensiblemente la aspiración del pueblo,
reportando un nivel de popularidad todavía mayor al de Lagos.
El culto del progresismo a la personalidad de sus líderes es de tal
forma imperativo que ni siquiera les preocupa la monstruosa
contradicción de un pueblo que "adora" a su líder, pero que prefiere
que gobierne la coalición que se le opone.
Tampoco les preocupa la contradicción entre esa popularidad y el
desolador panorama de la gestión real de sus líderes, que en el caso de
Bachelet consistió en un desfile constante de impericia, demagogia y
corrupción.
Esa pésima gestión está actualmente sirviendo de medio de contraste
para el desempeño del gobierno de derechas que la ha reemplazado. Y el
efecto es realmente dañino para el aparatoso montaje de este culto a la
personalidad porque cada día que pasa se vuelve más evidente la
abismal diferencia entre una gestión populista y una basada en la
eficiencia (descontando los arrestos de populismo del Presidente Piñera, cuyo equipo no entiende bien estos conceptos).
Y, encima de eso, la cesación del bombardeo con el mensaje constante de
la "popularidad" del líder ha dado paso a una cobertura mucho más
sensata y crítica del Presidente, hecho que se ha visto reforzado por
el ataque constante de los departamentos de prensa de la TV y otros
medios controlados por los que ayer promovían rabiosamente el culto al
Jefe de Estado.
El respeto tradicional de los derechistas por la persona individual no
les hace perder de vista el carácter transitorio de aquellos que asumen
la autoridad y, por lo mismo, les aleja de los excesos laudatorios o
serviles.
La visión derechista del gobernante es mucho más sobria y equilibrada,
no siendo raro que algunos de ellos asuman posiciones de dura crítica
respecto de lo que les parece mal. En esta línea, aparte del fuego
graneado del progresismo, el Presidente Piñera ha debido enfrentar
cuestionamientos originados en su propio sector, donde prácticamente no
existe la incondicionalidad.
Este es otro rasgo característico de la Derecha en Chile que, lejos de
constituir un "defecto", es algo de lo que los derechistas pueden
ufanarse porque les previene de caer en extremos y es garantía de
rechazo a la corrupción institucionalizada y la mentira. Justamente lo
contrario de lo que ocurre bajo la centroizquierda.
Felicitaciones por tú columna Ciro.
ResponderEliminarMuestras bien la diferencia en como los derecha e izquierda tratan a sus líderes. Los primeros los siguen, mas no son incondicionales. En cambio, para la izquierda sus líderes por ser lo son pasan rápidamente a categoría de santo, incólume y puros. Eso me recuerda que en mi casa a un pololo de una hermana que es de izquierda, cada vez que le mencionan a HPA y algún libro que habrá escrito él, el izquierdista cree que HPA se dedica hacer puras reverencias a Pinochet. Más bien, la buen gente de este país agradece a los militares y a Pinochet. Y en ningún momento cae en el culto a la personalidad.
Tú columna es notable comparada con la columna del académico y filósofo, Joaquín García Huidobro. No se atreve a criticar a Bachelet.
Gracias, Javier.
EliminarA mi también me desilusionó la columna de Joaquín García Huidobro aceptando la tesis zurda de que esta es una maniobra del gobierno.
Abundando lo escrito arriba, sospecho que aquellos líderes derechistas que se rodean de incondicionales (como Longueira, Allamand, el mismo Piñera, Lily Pérez y otros) no comparten la impronta derechista genuina de sentido práctico, austeridad y modestia que en Chile fundó don Diego Portales.
Esa gente nunca debería llegar a Presidente.
Totalmente de acuerdo. Por lo menos yo no tengo candidato.
ResponderEliminarAustero más no idolatrar la pobreza como forma de vida.
Exacto. La austeridad es evitar el derroche ajustando los gastos a lo mínimo razonable. Ello permite destinar recursos al ahorro y evitar ser carga de otros. Muchos de nuestros pobres dependientes de ayuda malgastan más que quienes debemos ayudarles.
EliminarEstimado Ciro Cárdenas: Perdone que le pregunte algo que no tiene que ver con el tema, pero Ud. es una persona muy bien informada y por ello puede ayudar a un amigo que está participando en un blog de el Mercurio lidiando con 6 izquierdistas a la vez, este me ha preguntado acerca del presunto llamado a Plebiscito de Allende del 10 de septiembre del 73.
ResponderEliminarViví esos momentos contando ya con 22 años, y jamás, ni nadie escuchó acerca del famoso llamado, ni siquiera 20 años después, solo de un tiempo a la fecha, de haber sido así, no hubiere pasado nada de lo que realmente ocurrió, pues justamente era eso lo que la gran mayoría de chilenos le espetábamos ¡¡¡Renuncie o llame a plebiscito!!, ahora salen que "momentos" antes del Golpe, lo pensaba hacer, el cardenal Rojo, Silva Henríquez, algo de eso supo.
Lo que bien recuerdo era que este iba a llamar a Plebiscito acerca de las tres áreas de la economía.
Desde ya, muchas gracias, todo sea por la VERDAD.
RENATO
Estimado Renato, lo del famoso plebiscito al que se iba a convocar es una cínica invención del castrismo, como parte del "relato" que pinta a Allende como apoyado por las grandes mayorías de los chilenos.
EliminarEn casi 30 años de tratar de vender esa especie, jamás se ha podido exhibir publicación ni documento alguno que sirva de prueba. De haber existido esa intención (un tanto suicida, porque Allende sólo contaba con el puñado de castristas locales y cubanos involucrados en el montaje de su dictadura), debería haber montones de documentos internos referidos a a la iniciativa.
El objetivo claro y documentado hasta la saciedad es que el objetivo de la dictadura de Allende (cuyo Ministro de Justicia admitió ese carácter, mira este artículo) era ganar tiempo hasta armarse lo suficiente como para detonar el enfrentamiento que le permitiera instalarse como "Jefe de la Revolución".
De no haber sido que nuestros militares, marinos y aviadores le expulsaron del poder, hoy estaríamos "celebrando" más de 40 años de la "Revolución", con algún heredero a la cabeza de Chile convertido en piltrafa, mientras buscamos la manera de echar algo a la olla y soñar con sacar a la familia del país.
No, Renato. Allende nunca tuvo intención de convocar a plebiscito.
Gracias Ciro por tu deferencia, pasa que un amigo que está lidiando como con 6 izquierdistas duros a la vez, me pidió urgido acerca que investigara lo que un blogista de izquierda le respondió: que el llamado a plebiscito de Allende hubo aparecido el 9-9-73 en los diarios La Nación y las Ultimas Noticias, te lo dicen con tal desparpajo que hasta quien vivió esos momentos en directo empieza a dura..¡Imagínate cómo se convencen a quienes no vivieron los acontecimientos como nosotros los vivmos en directo...Caen redonditos!
EliminarLa izquierda tiene en general, dominados todos los debates en todos los medios, si no hacemos algo y nos metemos, estamos cometiendo una irresponsabilidad, de dejar la historia a merced de los marxistas.
Atte,
Renato
Estimado Ciro apoyo plenamente las palabras de Javier, haces una clara diferencia en la manera de que la derecha y la izquierda valoran a sus líderes.
ResponderEliminarMe molesta demasiado que solo la izquierda pueda arrogarase el derecho de celebrar, conmemorar y homenajear a sus ídolos santificados y que sean ellos, los zurdos, los que nos prohiban hacer lo mismo con los líderes de la derecha (me refiero a dos específicamente, al Gral Pinochet y al Senador Jaime Guzmán).
Por otra parte, la derecha en Chile se está "camaleonando" con la centro izquierda y ni siquiera quedan vestigios de la derecha alessandrista de los 60's.
Apenas asumió Aylwin, los líderes concerta organizaron una colecta pública para construirle un monumento a Allende. La tarde de la colecta vi a Antonio Leal parado en Huérfanos con Morandé con una bolsita de la colecta recaudando aportes de los transeúntes. Estuve con unos amigos en un café de la esquina observándolo y en casi media hora que lo tuve a la vista, NADIE donó nada. Sabiéndose observado, el sujeto se marchó del lugar. Luego supimos que la colecta fue un sonado fracaso y que el gobierno echó mano de la caja fiscal para construir ese esperpento hoy ubicado frente a La Moneda.
EliminarTe cuento esto porque estoy seguro de que si fuera el caso de colectar dinero para un monumento a Pinochet o al gobierno militar, la cuestión sería muy distinta.
Y yo me pondría con mi óbolo de todas maneras.