Si Adimark GfK reporta que el gobierno es rechazado en 56%, eso sólo puede leerse como que tal porcentaje de encuestados eligió esa opción según la formulación contextual de la pregunta, con ocasión de una coyuntura política determinada que condiciona casi en forma obvia el tipo de respuestas que se dará.
Y la coyuntura no tiene nada de casual ni espontánea ya que la oposición mantiene toda una organización para la perfecta coordinación de la pauta en las cuestiones que levantan los políticos y periodistas, su tratamiento en los diversos medios y la oportuna "manifestación popular".
Es decir, las encuestas parten mucho antes de que se someta los cuestionarios a la población de muestra, en la etapa de diseño e instalación de la pauta, consiguiendo ordenar en hilera los eventos que enmarcarán el contexto del sondeo.
De esto se deduce que no hay lógica en extrapolar ese resultado a la preferencia real de las grandes mayorías puestas en un evento eleccionario, porque él no corresponde a la verdadera preferencia ciudadana sino, en el mejor de los casos, a una predecible reacción frente a una coyuntura de trascendencia muy menor.
En consecuencia, el gobierno no debe entrar en reacomodos de gabinete ni en reaccionar pensando que puede mejorar el resultado de las encuestas, porque —sin revisar el detalle técnico de cómo se verifican— distan mucho de constituir reportes de significancia política real y corresponden más bien a una maniobra de "remate" de cada evento opositor.
Aunque no tiene sentido esforzarse en revertir estos sondeos, es claro que el gobierno debe perillarse para responder a la estrategia subterránea que los produce. Es decir, hay que recuperar el control de la pauta y hacerlo de manera que todos los que lo conforman entiendan las reglas del juego.
Para este fin, los arrestos protagónicos de algunos ministros "presidenciables" y las declaraciones altisonantes de congresistas que desean exhibir su "independencia" no representan ninguna ayuda.
Tampoco sirve tomar las banderas del bando contrario, incorporar a sus agentes al gobierno y violentar las expectativas de los propios partidarios de que el gobierno marche en el sentido de sus aspiraciones.
Menos aún, confundirse ideológicamente con aquellos que los chilenos quieren fuera del gobierno asumiendo sus distorsiones históricas o mostrando reverencia con el panteón de sus "héroes", que no corresponden para nada a la visión de la mayoría que efectivamente ha instalado una coalición de signo contrario.
En esta misma línea, es desalentador para la población comprobar que pasa el tiempo sin que se intente siquiera hacer justicia a los terribles casos de abusos corruptivos todavía no prescritos (como la evasión tributaria en que incurrieron muchos líderes hoy en la oposición), aunque no más sirva para evidenciar la lenidad del actual aparato de justicia, controlado por la oposición.
En síntesis, hay que corregir la inexplicable y dañina renuencia a hacer patentes y explícitas las enormes diferencias de visión y de valores que aseguren a la gente que no se equivocó al elegir una opción contraria al concertacionismo.
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Ciro:
ResponderEliminar¿Aún tienes que cambie el Gobierno?
Corrección:
ResponderEliminar¿Aún tienes fe que cambie el Gobierno?
Javier, dudo mucho que la encuesta de Adimark tenga la importancia que se le asigna para la gestión de gobierno. Creo que en el sondeo la oposición queda mucho peor parada.
ResponderEliminarEste gobierno lo hace incomparablemente mejor que los de la concertación que bloquea, obstruye o boicotea cualquier avance que evidencie esa enome diferencia.
Sin embargo, es un serio error insistir en las actitudes que describo arriba, que han llegado a ser una pesadísima carga.
Ese peso muerto de postergar la exposición de las miserias concertacionista, incorporar a su gente al gobierno y plegarse a sus visiones ha ido conformando un área de vulnerabilidad que podría significar la vuelta de la corrupción y la demagogia concertacionistas.
Eso no podría ser más catastrófico para el desarrollo nacional, la paz social y... el futuro político de Sebastián Piñera.
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La paz social se logra liberando a todos los militares y terminando con la persecución.
ResponderEliminarEn algunas cosas es superior a la Concertación.
El futuro político de Sebastián no me interesa, pues querrá ser jefe de la ONU. SP es por definición alguien indefinido políticamente, que le gusta estar bien con el Dios y el con Diablo. La Derecha conservadora y liberal no es así.
Las encuestas tampoco les doy importancia.
En realidad, con esos miedos o cautelas extremas para no enojar a los rojos, Sebastian Piñera yerra gravemente en la estrategia válida para esta etapa histórica.
ResponderEliminarO, a lo mejor, los que erraron gravemente han sido los líderes de la derecha que le han permitido abrirse paso hasta donde está.
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Piñera siempre ha sido 'progresista'. Por tanto, él no ve como error.
ResponderEliminarSi Piñera es progresista no entiendo por qué diantres los conservadores le han puesto como su candidato.
ResponderEliminar¿Habría que preguntarles a los samurais de la Derecha y a 'liberales de derecha' que son izquierdista disfrazados?
ResponderEliminarLa Derecha optó por un candidato que era favorito en las encuestas, en vez de colocar un un candidato que hubiese revertido las encuestas, como lo hizo MEO y como le hubiese gustado a Jaime Guzmán.
Para que veas que Piñera no entendió el mensaje de rechazo del sector de la Derecha a su gestión, basta leer sus palabras de vuelta del viaje a Italia.
Creo que nada sería más terrible que recaer en el corruptacionismo.
ResponderEliminarSi Piñera se ha aprovechado de esa sensación para hacer un gobierno en torno a su visión personal, sin adherir a los valores de la derecha, los dirigentes tiene mil recursos más efectivos que ir a los diarios o sumarse a las movilizaciones.
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Ciro:
ResponderEliminarEl personalismo de Piñera lo muestra hoy día 'La Tercera':"Presidente asume negociación por AVC y enfrenta cita clave con los partidos", en vez de dejarlo la conducción al Secretario General del Gobierno y respetar la libre conciencia de los parlamentarios. Esto último no le gusta a la llamada 'Derecha Liberal', porque no los considera 'mente abierta' o los tildan a sus aliados de fundamentalistas, a falta de argumentos que apoyen su posición.