martes, 26 de abril de 2016

Cuando un gato gordo sufre, los ratoncillos se alivian

En el 2012 compuse un artículo tratando de refutar eso de que la postura derechista (la real, la libertaria, no la actual del piñerismo) representa a las grandes empresas o "gatos gordos". Pese a que la evidencia es contraria, este es un mito difundido internacionalmente por los grandes medios que en todo Occidente controlan en conjunto la zurdería —que aporta los profesionales— y los gatos gordos —que aportan sus redes.

El matrimonio funciona de maravillas sobre la base de transacciones y acuerdos secretos o disimulados que van despejando el camino de los gatos gordos a cambio de ir remunerando a líderes y operadores de la izquierda. La remuneración es variada, va desde el financiamiento de fundaciones, pasando por campañas políticas y llega hasta puestos ejecutivos en las empresas para los políticos que temporalmente se encuentran sin teta institucional.

En Estados Unidos esta trama es enorme e intrincadamente compleja. Actualmente ha crecido hacia todo el "establishment" político incorporando incluso la cúpula del Partido Republicano, cuestión que explica la escasa diferenciación discursiva entre ambos lados del espectro político y la inquina de los apitutados contra los "outsiders" que llevan a Donald Trump.

Tanto allá como en Chile al perraje nos embolinan la perdiz con el cuento de que accederemos a los mismos bienes de los más acomodados, para lo cual debemos dar a la izquierda el poder de tomar el producto de nuestro trabajo para repartírnoslo equitativamente de vuelta. Mientras llega esa alegría vemos cómo crece exponencialmente el estándar de vida de nuestros salvadores... y el volumen de los negocios de los gatos gordos.

Cultivando el mito de "la gran empresa y la derecha", Bachelet ha usado a la autoridad tributaria y la fiscalía para montar todo un desfile de derechistas hacia tribunales vinculándolos a otros gatos gordos que tuvieron la mala idea de incluir a esos políticos en las mismas nóminas en las que los líderes zurdos figuraban con números mucho más grandes. Uno de muchos ejemplos: el ministro de obras públicas de este gobierno figura emitiendo facturas a Penta (una de los mininos gorditos puestos en la picana por el régimen) desde una "consultora" cuya dirección era una botillería de la comuna donde el actual ministro era alcalde, sin que el dueño de esa botillería tuviera la más mínima idea. Por supuesto, el ministro no ha sido tocado por el SII ni por la fiscalía.

Pero el episodio con Andrónico Luksic, el más gordo de los gatos gordos chilenos, ha debilitado el esquema. A comienzos del año pasado, un recurso judicial de un gestor de negocios que se puso firme en su exigencia de un pago prometido, causó la exposición pública de una transacción que involucraba a la mismísima Presidente de la República. El reclamante fue agarrado por el régimen, que lo detuvo y sometió a proceso por denuncias de "derechos humanos" y hasta de pedofilia, pero el escándalo sigue vivo y hasta ahora nada ha logrado parar.

El apoyo de este obeso minino a doña Michelle era ya conocido, porque luego de emitir su voto en la pasada presidencial declaró no estar en absoluto preocupado con su retorno al poder y que, al contrario, le parecía que "la ciudadanía espera que cambien algunas cosas, que se mejoren otras". Lo que no sabíamos era que había hecho grandes donaciones a su campaña mediante la contratación bruja de servicios ni menos que hubiera concedido un préstamo de 10 millones de dólares al hijo de la candidata sin garantías reales.

Al trascender esta íntima vinculación la gente empezó a atar cabos y a explicarse cómo le había ido tan bien en sus grandes proyectos y el por qué de la gran cantidad de ex empleados de Luksic que ocupan altos cargos en el gobierno

Y cuando el asunto parecía salir de la agenda, viene el diputado renegado Gaspar Rivas culpando a una de las empresas de Luksic de que los aluviones del Cajón del Maipo causaron la inundación del mapocho (!) y espetándole "hijo de p..." a nuestro robusto felino en el mismísimo hemiciclo, con una cobertura de prensa que no podía sino ser total.

Luksic ha publicado un video en Youtube para rechazar las invectivas de Rivas y defenderse de sus acusaciones, pero —salvo su reunión de negocios con el hijo de Bachelet, que él "no volvería a hacer"— no se refirió ni siquiera tangencialmente a ninguno de los asuntos que he resumido en estas líneas. Y dudo mucho que alguna vez se encuentre en trance de tener que hablar de esto. La prensa se encargará del trabajo sucio de barrer estas cosas bajo la alfombra.

Pero me conforma que, al menos en algún grado, tambalee el mito de que los gatos gordos son de ideas libertarias. A ellos, como a los zurdos, les conviene que el número de los que "hay que poner de acuerdo" sea reducido. Y eso es totalmente incompatible con los ideales de la libertad, que supone una multitud de gente emancipada imposible de involucrar en acuerdos secretos o disimulados.
La zurdería, cómo no, se conduele de los problemas de Luksic, pero cuando un gato gordo sufre, los ratoncillos nos sentimos aliviados.

8 comentarios:

  1. Un análisis claro, irrefutable y contundente. Felicitaciones también por este blog bien armado.

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    1. Gracias, pero el esquema del blog no es mi mérito. Está disponible para todos en Blogger.

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  2. Me acordé de ese artículo tuyo de los grandes gatos. La Izquierda usa esa imagen para asociarla a la derecha pro mercado y libertaria, cuando son ellos los promueven ese tipo alianza entre los grandes empresarios y el Estado, luego culpar a 'los poderosos de siempre'.

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  3. Si mal no recuerdo, Luksic padre solia decirle a sus herederos "mantengan la politica de quedar bien con el gobierno de turno" (Fuente, Tomas "Larry King" Mosciatti, RBB).

    Comparto eso si la opinion de que es falso el asunto de que "los gatos gordos" son parte de la derecha y menos con las ideas libertarias. Los gatos gordos siempre lo serán hasta que venga uno mas delgado y les haga tambalear la estantería, como lo está haciendo "por los palos" Trump.

    Eso si, lo penoso de este patético show, fueron las palabras del diputado Rivas (ex RN S.A.) que demuestra la poca cultura que estan aquiriendo nuestros honorables y volverse más populistas con tal de agradar al populacho. Las palabras, dejando los insultos de lado, son más propias del populacho bárbaro, inculto e incapaz de elaborar un buen argumento. oirlo es como leer los comentarios de plasta, chango, franzurdo, Vaguea y los otros personajes que pululan en el blog de don hermogenes.

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    1. Rivas muestra el síndrome del que busca notoriedad y conservar la teta a todo trance. El grupo de los "Amplitud" lo padece también.

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    2. que no se le olvide a Rivas y a todos los que pontifican contra la corrupción: TODOS TIENEN TEJADO DE VIDRIO.

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    3. Cierto. Es probable que Luksic encuentre más conveniente hacer investigar a Rivas y sacarle los trapos sucios al sol, bloqueando para siempre su vuelta a la Cámara. Recursos mediáticos le sobran

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