domingo, 24 de enero de 2016

Necesitamos estado de derecho, no "más estado"

Gerardo Varela

Mi hijo menor ha decidido estudiar Derecho. Honra así el legado de su bisabuelo (juez, diputado y ministro), abuelo (embajador e historiador) y padre (columnista). No lo hizo en la U. de Chile, como los anteriores, porque tuvo la consideración de decirme: "Tú vai a pagar y yo voy a pasar en paro". Mi hijo pertenece a una minoría que cree que se puede mejorar el mundo haciendo cosas y no dejando de hacerlas.

Por eso a mi familia le interesa lo que ocurra en el Poder judicial, que ha elegido a su nuevo presidente. De las declaraciones de don Hugo Dolmestch a "El Mercurio" rescato la frase: "Tenemos que garantizar que no existan perdedores ni ganadores anticipados".

Nada más encomiable. Pero hoy, en la Corte Suprema, esa es una aspiración ideal y no una realidad fáctica. Los juicios laborales, tributarios o asuntos mediáticamente populares tienen un alto grado de predictibilidad judicial ¿Y qué decir de las demandas contra las isapres? que han devenido en un negocio jurídico, donde los colegas ingresan una demanda estándar y retiran sus costas también estándar.

Pero lo más preocupante son los conflictos del Estado con particulares. Las estadísticas son elocuentes (www.cde.cl); en más del 90% de los casos prevalece el interés del Estado. Eso desafía cualquier media estadística y demuestra un sesgo pro fisco inconveniente para el Estado de Derecho. En democracia, el Poder Judicial debe ser el defensor de las personas frente al soberano y no el ejecutor de las políticas de este.

¿Qué efectos tiene la impunidad estatal? Que el Estado se relaja. Los servicios públicos se creen todopoderosos. Y en abierto desafío a la democracia, que debate y legisla en el Congreso, inventan derecho en vez de interpretarlo; crean infracciones donde no existen; discurren deberes y obligaciones torciendo la letra de la ley; disfrazan la política y la prepotencia de derecho; se arrogan facultades que no tienen y aplican con escarnio público multas millonarias.

¿Qué nos queda a los ciudadanos? El beneficio de la ley, la protección de tribunales que, libres de presiones políticas y mediáticas, hagan respetar la ley y cumplir los contratos. Por eso no existen los tribunales demasiado garantistas; solo hay tribunales que hacen cumplir la ley y otros que no. Y si el público se violenta porque personajes asesinados por la prensa son liberados en respeto de sus derechos, es hora de educar a los chilenos, pero no de cambiar la ley.

Por eso, es un desafío de la comunidad jurídica educar a la sociedad en que la presunción de inocencia es un bien que debe prevalecer sobre la transparencia mediática de los conflictos, porque la reputación se daña y el restablecimiento de la honra es imposible (¿sabía Ud. que fue exonerado el injustamente vilipendiado ex director del INE Sr. Labbé?). Que el indubio pro reo exige que la ley se interprete a favor del acusado; que "más allá de toda duda razonable", supone que es más justo liberar a 100 culpables que condenar a un inocente; que los jueces no pueden corregir un procedimiento policial viciado y que el secreto profesional no es un privilegio del abogado, sino que un beneficio ciudadano.

Así nos lo recuerda Spielberg en "Puente de Espías", cuando el agente Hoffman de la CIA le exige a Tom Hanks, abogado defensor, que, por seguridad nacional, viole su deber profesional y le revele los secretos del espía que defiende. Este se niega y le responde que lo único que un descendiente de alemán como Hoffman y un irlandés como él tienen en común es la Constitución, y que eso hace de EE.UU. un Estado de Derecho.

Sin el debido proceso, nuestros jueces serían como la Reina de Corazones en "Alicia en el País de las Maravillas", que dicta sentencia antes del veredicto, y siempre es la misma: la decapitación.

Por eso debemos celebrar que un presidente de la Corte Suprema nos recuerde que no debe haber ganadores ni perdedores anticipados ante esa alta magistratura. Aunque eso por ahora no sea más que una aspiración ideal... el 90% de las veces.

Fin del artículo (el destacado de algunas frases es mío).

Nota de CCA:

Nadie ignora que los herederos de la UP coludidos con la DC en el poder, todos con pésimo registro en materia de probidad, buscan enlodar a sus contrarios políticos e ideológicos presionando a los jueces y controlando al aparato de administración, la Fiscalía y los cuerpos policiales, resultando de eso una sensación generalizada de impotencia frente a un estado abusivo.

Al mismo tiempo, por cuestiones ideológicas, se presiona al aparato de justicia para que se aliviane la mano frente a los delitos que afectan la seguridad de las personas y para asegurar impunidad frente a los delitos cometidos por sus partidarios (el caso de Enrique Villanueva, castrista involucrado en el homicidio a balazos del senador Jaime Guzmán es un ejemplo reciente).


Este debilitamiento del estado de derecho va a parejas con la cacareada consigna del régimen de incrementar el aparato del estado: "más estado", se exige. Es decir, más poder para quienes no se conforman con el que ya tienen sino que lo quiere todo, incluyendo el transformar a los jueces en sus compinches, como se ve en la foto que puse arriba que, contra todo sentido de la decencia, se publicó profusamente en todos los medios.

4 comentarios:

  1. No hay Estado de Derecho. Los jueces están al servicio del Estado.

    El Consejo de Defensa del Estado, desde que la Concertación llegó al poder comenzó a querellarse contra los militares, que habían trabajo para el Estado.

    La situación que padecen los militares en Punta Peuco a los abogados les tendría que dar vergüenza.

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    1. Muy cierto. No hay justicia cuando se acepta que seas juzgado por tus enemigos políticos, que es lo que ocurre en Chile con militares y opositores al régimen.

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  2. Este es un "estado zurdo" o "de izquierda" como lo diría uno de nuestros contertulios. El zurderío tiene todo controlado con tal de terminar con la obra inconclusa del borracho suicida, que es en el fondo, crear un estado de "esclavos".

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    1. Claramente se sigue la senecta receta del castrismo, financiada con platas chavistas e incremento de la carga tributaria sobre los chilenos. Es pasmoso que nuestros derechistas todavía anden cazando moscas.

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