lunes, 28 de abril de 2014

Obituario del Congreso

Pablo Ortúzar

A propósito del proyecto para cambiar el sistema binominal, nos han propuesto escribir sobre el Congreso Nacional y, la verdad, nunca antes me habían pedido escribir una columna para la sección de los avisos fúnebres del diario.

Revisando este interesante género me encontré con que está bajo el aparente monopolio del clero, por lo que este encargo constituye todo un honor para un laico como yo. Para no desentonar, estudié la estructura de estos textos, que consiste en cierta reflexión sobre la juventud, alguna idea sobre el envejecimiento y la muerte, con la promesa final de una nueva vida. Trataré de ceñirme a ese modelo.

Comenzaré hablando de la juventud de nuestro Congreso. Es cierto que Pinochet no le tenía cariño a esta institución. Es cierto también que, quizás por eso, cuando hubo que reactivar al Poder Legislativo, se hizo lejos de Santiago y en un edificio horrendo. Y es cierto que ese primer Congreso desde el retorno a la democracia, siendo sólo un retoño, se encontraba fuertemente tutelado y tenía nueve senadores designados. Sin embargo, la mayoría de esos primeros 120 diputados y 38 senadores elegidos democráticamente contaban con una historia y un peso propio que volvía respetable a la institución. Entre los senadores puede recordarse a Carmen y Arturo Frei, Arturo Alessandri, Ricardo Núñez, Beltrán Urenda, Andrés Zaldívar, Jaime Guzmán, Sebastián Piñera, Anselmo Sule, Máximo Pacheco, Mario Papi, Sergio Onofre Jarpa, Mariano Ruiz-Esquide, Francisco Prat, Sergio Diez y Gabriel Valdés.

En años posteriores pasarían por el Senado Soledad Alvear, Edgardo Boeninger, Andrés Chadwick, Camilo Escalona, Fernando Flores, Alejandro Foxley, Carlos y Hernán Larraín, Pablo Longueira, Evelyn Matthei, Carlos Ominami, Jovino Novoa, Enrique Silva Cimma, Andrés Allamand, José Antonio Viera-Gallo y Adolfo Zaldívar.

La madurez trae más responsabilidades, pero también más recursos. De hecho, el año 2002 el sueldo parlamentario ascendía a 2 millones y medio de pesos (con un mínimo nacional de $145 mil), y hoy, con un sueldo mínimo de 210 mil pesos, el de los parlamentarios llega a casi $8 millones y medio. La actual administración podrá notar que, a pesar de invertir un 245% más que hace doce años, no hay señales de que la labor parlamentaria haya mejorado. Mal de Baumol, le dicen. Así, podemos observar una similitud entre el sistema educacional y el parlamentario que puede interesar a los reformistas.

El derroche no conduce a una buena vejez. Y cuando uno repasa el actual Congreso constata un modesto Senado (con puntos bajísimos en Navarro y Girardi) y una Cámara de Diputados bastante deprimente, estando la labor legislativa reducida en muchos casos a cierto cahuineo, algún escándalo en Twitter y un par de cuñas para televisión. Por algo la confianza en la institución llega con suerte a dos dígitos.

Hoy se especula si eliminar el sistema binominal, aumentar los cupos o bajarse los sueldos revivirá, cual Lázaro, al Congreso. Lo cierto es que antes de optar por cualquiera de esas medidas deberíamos preguntarnos qué es ser un buen congresista, cuáles son los estándares públicos razonables para ello y qué mecanismos podemos generar para resguardarlos. En todo caso, decidan lo que decidan, esperemos que resulte. Si no, siempre pueden consolarse con la idea de dormir el sueño de los justos, abrigando la esperanza de la resurrección (luego de algún ciclo populista y/o autoritario). Amén.

1 comentario:

  1. La verdad es que buena parte de la poca credibilidad que le quedaba al Congreso descansaba en que, al menos, las dos facciones eran efectivamente representativas de las dos facciones que hay en toda democracia.

    La UP/DC dañó seriamente la credibilidad de los congresales cuando impuso el esquema de cohecho institucionalizado poniendo a disposición de sus candidatos los programas sociales y de indemnizaciones por torturas y exoneraciones de la administración pública.

    Pero el gobierno pasado NO HIZO ABSOLUTAMENTE NADA por reparar ese daño y, finalmente, ahora asistimos a otro embate de la UP/DC esta vez para consagrar un congreso chavista, que actuará como mera caja de resonancia de los planes totalitarios del gobierno progresistas en proceso de apernamiento.

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