Clara Szczaranski
De producirse ese parto -que parece ya abandonado-, probablemente nacerá
solo "un ridículo ratón", como en el decir de Horacio. Las asambleas
constituyentes siguen a cambios culturales: se pactan nuevas bases de
convivencia ante nuevas visiones sobre el rol del Estado y del orden
político y económico.
El llamado a una AC en Chile fue táctico,
eco fácil para las movilizaciones sociales; anunciar, por ejemplo, "un
país de derechos y no de privilegios". Ese sería un cambio en 180º,
cercano al terremoto venezolano y afines. En Chile eso no está en el
pensamiento de los dirigentes y autoridades, que solo han explicitado la
urgencia de un cambio procedimental: el binominal, modo de elegir
representantes que frena a la mayoría.
Temo que hubo manipulación
de la inocencia, demagogia, pues para cambiar el binominal basta una
ley orgánica, y si no lo hemos hecho, es porque esa ley se frustró, tras
ser aprobada en el Senado, al no reunirse los votos necesarios en la
Cámara, por razones no aclaradas.
Para fundamentar una AC
debiéramos debatir un temario explícito sobre temas constitucionalmente
trascendentes, como el rol del Estado o el orden público económico. Aquí
y ahora eso no es posible, pues no se ha producido en nuestra sociedad
un vuelco cultural reconocible, capaz de abandonar la lógica del
mercado. Si interrogáramos a los dirigentes y autoridades electas,
podríamos descubrir que no han pensado en un nuevo orden público
económico y que no se sueñan con emigrar del libre mercado, ni de la
contratación Estado-empresa, ni de la libre competencia.
No es adecuado confundir giro cultural con descontento. El primero propone, el segundo reclama o pide.
Acertadamente,
pero para desconcierto de los crédulos, las promesas constitucionales
vacías de la campaña se van jibarizando y están derivando en "reformas"
y, sin duda, luego devendrán en ley orgánica para el cambio del
binominal, como lo dejó establecido en 2005 el ex Presidente Lagos. Él
logró incorporar 58 cambios a la Constitución, dejando 29 artículos
inalterados, entre los que están, vaya caso, las bases de la
institucionalidad y los derechos y deberes de las personas. Al firmar la
reforma señaló: "Firmamos solemnemente la Constitución Democrática de
Chile..., acorde con el espíritu de Chile, del alma permanente de
Chile". Subrayó que se había puesto fin a los "enclaves" del poder
militar (hoy un par de dirigentes dice que quedan "algunos", que no
precisan). El ex Presidente aclaró que quedaba pendiente, en parte, el
sistema binominal, que desde 2005 pasaba a ser sólo materia de ley
orgánica. Es, pues, improcedente una reforma constitucional al respecto
y, menos, una AC.
Pero no acostumbramos a pedir coherencia
política, ni claridad ni certeza de sus dichos a los dirigentes en boga,
a los que ya conocemos hace tanto rato como para haber perdido la
esperanza.
Este artículo está causando escozor en las filas de la UP/DC. Lo cual le da un valor extra. Estoy 100% de acuerdo con Clara y lamento mucho que el equipo de Evelyn Matthei no haya destrozado esta postura de Bachelet cuando debió hacerlo.
ResponderEliminarRicardos Lagos se sumó a la Asamblea Constituyente. Así citar las palabras de éste, no tiene sentido.
ResponderEliminarEsperemos que sean puras consignas, pues la mayoría de los chilenos dan por sentado que las cosas continuarán como están.
Como de costumbre, la derecha aprobando cualquiera tontera de la Izquierda.
ResponderEliminarEfectivamente, este artículo deja también a Ricardo Lagos a la altura del unto, borrando con el codo lo que firmó con la mano. Y, por supuesto, deja pésimo a los dirigentes de la derecha que no fueron capaces de recoger la boludez de "nueva constitución" para contrastarla con la realidad de los hechos e invitar a los chilenos a defender la institucionalidad frente a la demencial propuesta de Bachelet. Varias veces en Twitter y en este blog sugerí esta estrategia de campaña. Pero los del círculo de Evelyn resultaron demasiado expertos, tanto que nos dejaron en manos del totalitarismo UP/DC por cuatro años CUANDO MENOS.
EliminarEste articulo deja plasmada la estupidez de la derecha, lo malo que fue su campaña, y las falencias de la argumentacion y defensa de sus ideas propias.
ResponderEliminarUna pena que en toda esta pelotera que tiene armada, a ver quien tiene la culpa, no se mencionen estos factores como importantes en la derrota.
Y uego, la invencion del cosismo, que se lo debemos a Lavin, los Cordero y la Cristina Bitar, esta ultima siendo particularmente nefasta para el "desarrollo" de contenidos de la derecha.
Claro, argumentar en serio no cabe en los tweets y sus 140 caracteres, algo tan de moda hoy en dia-
En la UP/DC está la tendalada con este artículo, todos reclaman ahora contra Szczaranski. Pero es cierto también que, de pasada, deja en ridículo a los expertos de la derecha que no supieron parar un conjunto decente de temas de campaña. Eso, sumado a las sabanitas cortas que aportó Piñera, no podía sino resultar en lo que resultó: un sonado y vergonzoso fracaso.
EliminarPor eso, escribo largo.
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