La debilidad ideológica y la naturaleza compulsiva del socialismo obligan a sus activistas al culto a la personalidad, a reclamar para sus líderes características mesiánicas, casi sobrenaturales.
Desde Stalin, esta práctica del culto a la personalidad se viene cumpliendo sin excepción en cada nación en la que pueden accionar políticamente. En Chile, donde Allende encabeza su panteón de héroes, la izquierda ha trabajado duro para darle perfil similarmente falso a Ricardo Lagos (desmitificado en otro artículo) y ahora a Michelle Bachelet.
Hechos y facetas reales
Hija de un matrimonio de izquierdistas —cuyo padre traicionó a la Fuerza Aérea a la que pertenecía, espiando para el gobierno castrista de Allende y tratando de infiltrarla— luego de la expulsión de ese gobierno Bachelet fue arrestada junto a su madre por actividades terroristas y liberada a los pocos días para que abandonara el país. Su propaganda dice, en cambio, que "fue apresada por sus ideas y torturada". Y que, a pesar de ello, "no guarda rencor". Después de años haber declarado que no fue sometida a apremios, salió con esto cuando el gobierno de Lagos la incorporó a su gabinete en el que incluyó a gente que enfrentó a los militares, como Goñi, Bachelet y otros, buscando —inútilmente— humillar a estas instituciones.
Y, cuando se preparaba una declaración en la Onemi la madrugada del terremoto del 2010, su principal preocupación era que no se "vaya a colar algún vivo" por una puerta abierta (minuto 1:04 de video).
El carácter bondadoso que le pinta su propaganda es, definitivamente un mito. Pero también lo son sus otras "virtudes" diseñadas por el mismo equipo. Por ejemplo, el de su pretendida honestidad. Desde que apareció en la figuración pública, luego de un sonado fracaso como candidata a Concejal de un municipio, el discurso y la conducta de Michelle Bachelet han sido de una deshonestidad grave y constante.
Hay registros grabados del descaro con que durante la campaña del 2005 desacreditó la iniciativa de Piñera de una pensión para las dueñas de casa, cuando declaró "lo más demagógico, populista —yo lo digo sin pretender descalificar a nadie— pero porque a mí me gusta la verdad: pensión a la dueña de casa". Esa mismísima medida que antes calificó de demagógica y populista la implantó bajo su gobierno, esta vez declarando: "Y esto permitirá, entre otras cosas, que antes de que termine mi gobierno, y por primera vez en la historia de Chile, las mujeres que dedicaron su vida a ser dueñas de casa recibirán sus pensiones".
Esta misma faceta es la que impide a Bachelet tener un desempeño recto y sujeto a las normas, vean estas imágenes donde copia con desfachatez a sus vecinos de puesto en un evento en noviembre del 2005:
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Pero toda la gestión de esta simpatizante del castrismo, que remató en el aumento de la pobreza, del tamaño del aparato estatal y la caída de los índices macroeconómicos, fue un desfile diario de desaciertos y de imposición arbitraria de medidas impulsadas por:
- Codicia y ansia de poder (explotación de los presupuestos de Gendarmería y de otras instituciones para beneficio de parientes y amigos políticos, autorización de grandes flujos de dinero a ONGs de izquierda —aún en los días post terremoto—, etc.),
- Lealtades políticas ilegítimas (imposición a rompe y raja del Transantiago pese a sospechar la hecatombe que generaría, negativa a encontrarse con los disidentes cubanos, apoyo al imperialismo dictatorial chino, a Zelaya en Honduras, a Morales en Bolivia, así como su vergonzosa incondicionalidad a Castro, Chávez, los Kirchner y Correa), o
- Condicionamiento ideológico (imposición de la PDD a niñas de 8º Básico, bloqueo a la autorización de nuevas escuelas particulares subvencionadas, negativa —por 36 horas— a decretar estado de emergencia para zonas amagadas por saqueos, etc.).
A esta mujer-producto se aferra la centro-izquierda chilena, cuya gestión opositora ha estado marcada desde antes que asumiera Piñera a sabotear cada minuto de gestión del nuevo gobierno, sabedores de que en el plano ejecutivo y de liderazgo no hay manera de que Michelle resista la más mínima comparación.
En resumen, no hay virtud ni principio que Michelle Bachelet encarne en grado suficiente como para reponerla como candidata.
Ni siquiera su pretendida defensa de los derechos de la mujer, ya que ella está lejos de representar el perfil de la abnegada y virtuosa mujer de pueblo de Chile, a menudo jefe de familia sin otro apoyo que su propio esfuerzo. Bachelet, por el contrario, aunque emocionalmente inestable, ha vivido una vida protegida o regalada, rodeada de los recursos del red set y desconectada absolutamente de la realidad de nuestras mujeres.
En la próxima presidencial veremos a los medios y el aparato propagandístico concertacionista (intocado por este gobierno) prodigarse para cuidar la imagen de esta mujer. En ese afán, seguramente se llegará a extremos, porque el progresismo se ha jugado todas sus cartas a su persona, arriesgando que si pierden asuma un Presidente genuinamente de derecha, lo que sería fatal para sus líneas de financiamiento esquilmando el erario nacional, que en buena medida son una forma colosal de estafa.
Y eso, precisamente, es Michelle Bachelet, una completa estafa.
Si se presenta, esperemos que haya periodistas de derecha, pocos de los que hay, la desnuden.
ResponderEliminarNo creo que la antipatria arriesgue exponer a esta marioneta a nada de eso. No harán nada que no esté pauteado al segundo.
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