viernes, 23 de noviembre de 2012

Mejor Vendamos el País

¿Qué tiene para vacaciones por todo el año?
por Hermógenes Pérez de Arce

Uno de los "chilenos de antes" con mayor penetración para descubrir el verdadero sino del "alma nacional" fue el músico Acario Cotapos, quien en los años cuarenta lanzó la siguiente sabia, realista y ventajosa proposición: "¿Por qué no les vendemos Chile a los norteamericanos y nos compramos una cosa más chiquitita y más cerca de París?" Ahí nos dedicaríamos a la política y a los otros pasatiempos que verdaderamente nos gustan.

Cuarenta años antes de eso el historiador Francisco Antonio Encina había escrito "Nuestra Inferioridad Económica", donde, en trescientas páginas, procuraba explicar que el retraso y subdesarrollo nacionales se debían a que los chilenos no cultivábamos los hábitos apropiados para alcanzar el bienestar general.

Hoy día dos publicaciones de prensa vienen a corroborar el acierto de la proposición de Cotapos y el fundamento del postulado de Encina. Se trata de la carta del abogado Hernán Corral Talciani, en "El Mercurio", relativa a la institucionalización por ley del "día de" las más diferentes cosas, y del editorial del diario elogiando las elecciones primarias, consagradas por ley, con el respaldo de la unanimidad de los partidos políticos.

Corral Talciani se refiere a un proyecto que declara el 21 de octubre como fecha oficial del "descubrimiento de Chile", y a la "verdadera plaga parlamentaria" de proyectos declaratorios del "día nacional" de algo. Sólo este año se han dictado, afirma, leyes consagrando el "día nacional" del niño o niña prematuros y del trabajador ferroviario; pero, añade, hay muchos más en camino, como el "día" del suplementero, de la democracia, de la pesca artesanal, del dirigente vecinal, de la diversidad, de la esperanza, de las cooperativas, del enfermo, del trabajador radial, del auditor radial, de las personas de edad, de la familia (mientras otras leyes la destruyen), de la ciencia y tecnología, de los pueblos originarios, del que está por nacer y del adoptado, de los ejecutados políticos, del trabajador forestal, de las regiones, del recolector de residuos sólidos domiciliarios, de la dueña de casa y "cómo no, el día del Congreso Nacional".

El primer editorial del diario, a su turno, elogia la ley que establece elecciones primarias voluntarias y vinculantes. Sin esta ley cualquiera podía ser candidato a un cargo público, sin otras trabas que las consagradas ya antes por otras leyes y que dan ventaja a los partidos políticos por sobre las personas independientes, "barrera a la entrada" que es inconstitucional y que sería bueno derribar. Pero no, la ley de primarias lo que ha hecho es oficializar un mecanismo que les permite a los partidos, los oligopolistas de la política, evitar una incómoda competencia entre sí, para reducir el número de candidatos a cargos de elección popular. Antes los partidos o grupos que libremente quisieran hacer primarias para designar candidatos podían hacerlas (y de hecho las hacían), pero debían pagar su costo. Ahora, los partidos han trasladado ese costo a hombros de los contribuyentes (costo "no menor", como dicen ahora, pues se ha calculado en quince mil millones de pesos en un año electoral como 2013).

Lo importante es que ni el "día de" lo que fuere ni "las primarias" agregan un solo punto al PIB chileno; pero sí las segundas le restarán algo al ingreso personal disponible de todos los chilenos. Y si se declaran feriados todos aquéllos ya va a ser difícil encontrar a un habitante del país trabajando alguna vez.

Con la dictación de tales leyes, Chile no producirá una sola papa, tonelada de cobre o unidad de prestaciones comerciales o financieras más de los que produce hoy día. Se trata sólo de "divertimentos", de "preciosismos" improductivos de una clase política sobrerremunerada (ochenta ingresos mínimos, por lo bajo) y ociosa, cuyo quehacer se ha extralimitado ya de tal manera que nos tiene al borde de quedarnos sin energía suficiente para producir normalmente, llenando al país de reglamentaciones y exigencias burocráticas que impiden poner en marcha proyectos generadores y nos obligan a pagar un sobreprecio por la energía existente. Esto amenaza el futuro crecimiento y disminuye el ingreso real de los chilenos.

Podríamos perfectamente venderle el país, sin nosotros y nuestras veintitantas mil leyes, por supuesto, a gente productiva y eficiente, que se dedicara a otras cosas más útiles, como hacer rendir los muchos recursos de que el territorio dispone. Estoy cierto de que, en ese caso, obtendríamos un enorme pago, que nos permitiría a los chilenos comprar "algo más chiquitito y más cerca de París".

Allí viviríamos celebrando "el día de" todo, hablando, escribiendo y discutiendo constantemente de política, con elecciones primarias, secundarias y terciarias a cada rato, que consumieran la totalidad de nuestro tiempo disponible, sin necesidad de incomodarnos en trabajar en ninguna de esas cosas prosaicas y aburridas que el cruel destino ha hecho necesarias para vivir.

1 comentario:

  1. En el blog de nuestro prestigiado Hermógenez Pérez de Arce se han introducido allendistas con comentarios soeces y obscenidades que se escudan en que difícilmente el columnista dedicará tiempo a estar barriendo esa basura, que luego se ufanarían de haber sido "censurados" por él.

    Yo tengo más tiempo y estos pelientos no ganan nada con alegar que yo barra sus mugres.

    Comenten e intercambien con toda libertad, que tengo la escoba y la pala listas para sacar toda basura.

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