Sin embargo, conviene ser cauto a la hora de hablar de desarrollo asociado al mero ingreso nacional.
En Joweit y Brunai ese indicador va por los US$ 40.000, pero esa marca difícilmente les permite calificarse en la lista de las naciones desarrolladas. Sin petróleo, volverían casi a la misma vida tribal y miserable que llevaban antes. En el otro extremo, en 1945 Alemania y Japón quedaron sin ingresos, sin petróleo, con escasos recursos naturales y con gigantescas deudas de guerra, pero en poco tiempo volvieron a destacarse en el mundo.
Claramente, no ha sido el ingreso el que ha hecho la diferencia sino una larga lista de activos que poco tienen que ver con el dinero entrante.
Sin duda, el principal y más decisivo activo en el camino al desarrollo es la capacidad creativa y productiva de la población. Es decir, un país desarrollado es un país de gente desarrollada.
A Alemania y Japón les quitaron hasta el último tornillo de la última fábrica operativa, pero dejaron allí a quienes saben hacerlos. También dejaron a los que saben organizar la producción y a los que son capaces de conducir los asuntos públicos del modo honesto. Sin una mayoría de personas con esos perfiles, ambos países se habrían perdido en la oscuridad de los tiempos.
Una clara señal de subdesarrollo es, precisamente, la escasez de naturales capacitados, laboriosos y honestos. Afortunadamente, Chile cuenta con un número creciente de personas de ese perfil. Pero ellos están lejos de constituir la mayoría, mientras que quienes carecen de esas virtudes están aún presentes en muchos sectores de la vida nacional.
Sigue siendo típico que el gásfiter o el pintor hagan un mal trabajo sobrepagado. Que la compañía de servicio público no transparente toda la información o deslice pequeños cargos a toda su masa usuaria. Que la entidad financiera o de seguros haga recaer solapadamente el riesgo en sus clientes. Que algunos profesionales saquen provecho ilegítimo de sus servicios, dada la asimetría de conocimiento. Que los comerciantes adulteren o engañen con la calidad real de su mercadería. Que los audaces hagan trampa al aparato social para obtener beneficios que no les corresponde. Que alegando el bien público los políticos demagógicos secuestren el aparato del poder para su beneficio y el de familiares y amigos.
La escena misma del subdesarrollo es aquella en que mientras algunos trabajan duro enfrentando las peores condiciones financieras, otros se montan en sus lomos y obtienen ingresos deshonestos, regalías y hasta honores que no les corresponde.
Esto encarece la actividad, porque muchos no contribuyen al desarrollo sino que lo frenan. Succionan el producto de los esfuerzos ajenos, incrementan la carga de quienes llevan el peso de producir, demorando la llegada de la prosperidad.
Los vicios que dañan la honesta productividad en los oficios, las profesiones, los servicios públicos, la banca y seguros y el aparato social del estado tienen un único origen: la pésima calidad moral de buena parte de la llamada clase política.
Ellos son los autores de las graves distorsiones en el apoyo a la educación escolar y superior (nuestros técnicos —que son los principales generadores de inventiva e innovación— deben autofinanciarse con ingentes esfuerzos, mientras de las universidades salen sociólogos, antropólogos, abogados y periodistas que han estudiado gratuitamente para... ir a engrosar la fila de los políticos).
Los políticos son los que se entienden a las mil maravillas con las grandes compañías y la banca (en las cuales ocupan puestos ejecutivos cuando falla algún nombramiento público) y los que se han mostrado indiferentes a los intereses de las grandes masas usuarias.
Ellos son los que han usado (masivamente y por veinte años durante la administración anterior) el sistema de ayuda social para repartirlo entre quienes acuden a intercambiar beneficios por votos.
Ellos son los que se fijan enormes sueldos y garantías (recomiendo revisar las espartanas condiciones de los congresistas suecos), nos exigen el pago de sus viajes e incrementan la carga tributaria como enormes sanguijuelas que jamás se sacian.
En fin, es esta clase política la que estorba el camino al desarrollo. Es imperativo que quienes entre ellos no comparten estas prácticas, les combatan hasta sacarlos del Congreso y de la administración. La salida de esa gente permitirá pasar legislación que termine con los vicios que dañan la buena marcha hacia el progreso en todos los ámbitos de la actividad.
Mientras estén esos políticos no alcanzaremos el desarrollo ni el 2017 ni nunca.
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A Alemania y Japón les quitaron hasta el último tornillo de la última fábrica operativa, pero dejaron allí a quienes saben hacerlos. También dejaron a los que saben organizar la producción y a los que son capaces de conducir los asuntos públicos del modo honesto. Sin una mayoría de personas con esos perfiles, ambos países se habrían perdido en la oscuridad de los tiempos.
Una clara señal de subdesarrollo es, precisamente, la escasez de naturales capacitados, laboriosos y honestos. Afortunadamente, Chile cuenta con un número creciente de personas de ese perfil. Pero ellos están lejos de constituir la mayoría, mientras que quienes carecen de esas virtudes están aún presentes en muchos sectores de la vida nacional.
Sigue siendo típico que el gásfiter o el pintor hagan un mal trabajo sobrepagado. Que la compañía de servicio público no transparente toda la información o deslice pequeños cargos a toda su masa usuaria. Que la entidad financiera o de seguros haga recaer solapadamente el riesgo en sus clientes. Que algunos profesionales saquen provecho ilegítimo de sus servicios, dada la asimetría de conocimiento. Que los comerciantes adulteren o engañen con la calidad real de su mercadería. Que los audaces hagan trampa al aparato social para obtener beneficios que no les corresponde. Que alegando el bien público los políticos demagógicos secuestren el aparato del poder para su beneficio y el de familiares y amigos.
La escena misma del subdesarrollo es aquella en que mientras algunos trabajan duro enfrentando las peores condiciones financieras, otros se montan en sus lomos y obtienen ingresos deshonestos, regalías y hasta honores que no les corresponde.
Los vicios que dañan la honesta productividad en los oficios, las profesiones, los servicios públicos, la banca y seguros y el aparato social del estado tienen un único origen: la pésima calidad moral de buena parte de la llamada clase política.
Ellos son los autores de las graves distorsiones en el apoyo a la educación escolar y superior (nuestros técnicos —que son los principales generadores de inventiva e innovación— deben autofinanciarse con ingentes esfuerzos, mientras de las universidades salen sociólogos, antropólogos, abogados y periodistas que han estudiado gratuitamente para... ir a engrosar la fila de los políticos).
Los políticos son los que se entienden a las mil maravillas con las grandes compañías y la banca (en las cuales ocupan puestos ejecutivos cuando falla algún nombramiento público) y los que se han mostrado indiferentes a los intereses de las grandes masas usuarias.
Ellos son los que han usado (masivamente y por veinte años durante la administración anterior) el sistema de ayuda social para repartirlo entre quienes acuden a intercambiar beneficios por votos.
Ellos son los que se fijan enormes sueldos y garantías (recomiendo revisar las espartanas condiciones de los congresistas suecos), nos exigen el pago de sus viajes e incrementan la carga tributaria como enormes sanguijuelas que jamás se sacian.
En fin, es esta clase política la que estorba el camino al desarrollo. Es imperativo que quienes entre ellos no comparten estas prácticas, les combatan hasta sacarlos del Congreso y de la administración. La salida de esa gente permitirá pasar legislación que termine con los vicios que dañan la buena marcha hacia el progreso en todos los ámbitos de la actividad.
Mientras estén esos políticos no alcanzaremos el desarrollo ni el 2017 ni nunca.
Ciro:
ResponderEliminarMuy buena columna. Claramente los políticos son una lacra para la sociedad, aunque obviamente son necesarias. Ojala en Chile se renovara toda la casta de viejos políticos con costumbres de sucio lobby o con trucos de presión para conseguir lo que ellos quieren (Guirardi), o por lo menos, que sean consecuentes con su pensamiento (Escalona y su Mercedez de 40 millones.... Tellier y su visita a una clinica cara etc etc).
Lo de Suecia es un muy buen ejemplo de políticos, cuya vocación de servicio público es real.
También hay que agregar a tu columna que los políticos a veces toman años en aprobar ciertas leyes, incluso algunas quedan en el fondo de un estante, pero cuando los beneficia a ellos (subidas de sueldo o financiamiento de primarias) mágicamente salen en semanas!!!!!!.....
Claramente el desarrollo no se mide por ingreso per-cápita.
Saludos estimado
Sospecho que la renta de los políticos es inversamente proporcional al desarrollo del país.
EliminarMientras el ejercicio de la política sea tan buen negocio, será un imán para los sinvergüenzas y los demagogos... y una vergüenza para todos nosotros.
el ejemplo más claro Ciro es la postulación a diputadas de Karol Kariola y Camila Vallejos....o no?
EliminarSin duda. Es increíble la facilidad con que la peor gente (la menos preparada, la con menos moralidad o sentido de la responsabilidad) se abre paso hacia la esfera del poder. Y es devastador que en el caso de los activistas designados por el Partido Comunista para la agitación de estudiantes su carrera se haya visto propulsada por la torpe cooperación del gobierno que abrió las puertas de La Moneda a muchachos cuya única destreza consistía en repetir las monsergas practicadas con sus instructores del PC.
EliminarEn mi opinión, falta que alguien haga un análisis serio y descarnado del perfil de muchos políticos, especialmente en la centro izquierda, plagada de ignorantes audaces y corruptos.
Esta gente representa un enorme peso muerto que impide nuestro despegue.
Tu has apuntado a una palabra mal vista, a saber, la moral. De nada te sirven las cifras, las estadísticas e incluso los post títulos, si la moral es pésima, o simplemente se atornilla al revés.
ResponderEliminarLa Concertación arraigo el concepto de libertad sin responsalidad. Por tanto, si una persona es deshonesta o hacer cualquier ilícito sus actos no tendrán consecuencias para él.
Uno puede ser una persona de vida disoluta y para nada un ejemplo, pero si es derechista jamás se le ocurriría proyectar sus propios vicios en la sociedad para instalarlos como la norma, lo políticamente correcto. Al revés, buscará prevenir que otros caigan en lo mismo.
EliminarLo contrario han hecho desde la centro izquierda: proyectar sus propios vicios como cosa de la "modernidad", debilitando el matrimonio, la familia, invitando a los jóvenes a la práctica del "sexo seguro", a distribuir la PDD entre niñas de 8º básico, a promover la homosexualidad como algo bueno y deseable y a profitar con descaro de la miel del poder.
Si no fuera que esta gente se estuvo 20 años en el poder, creo que a estas alturas ya habríamos alcanzado las cotas que anuncia el ministro Larraín, pero con bastante mejor preparación moral.
Esa es una de las diferencias entre Izquierda y Derecha. Un derechista puede ser vicioso y tiene todo el derecho hacerlo, sin embargo, jamás instalaría su modo de vida privado como norma de la sociedad. La Izquierda ha tratado que la norma quede como la excepción y la excepción como norma. Cuando ello ocurre, todas todas las sociedades a lo largo de la historia se van al precipicio. No por guerras o invasiones.
ResponderEliminarLa noticia de la red de la prostitución infantil la asocio a la Concertación de que fomentó "el sexo seguro" entre los escolares, como dices. Acuérdate del cartel de uno de los liceos tomados por los secundarios: "Somos putitas mas no tontitas".
...y cuando algún líder de derechas denuncia estas prácticas se le van encima con todo. Ve nada más cómo le tiraron la andanada mediática a Sabat cuando lo del Internado Nacional Femenino, o a Labbé cuando quiso poner orden en las escuelas de Providencia.
EliminarCon eso de las niñitas prostituyéndose das en el clavo. Estoy pasando un documento a una diputada oficialista con información respecto del impacto de la PDD en la dinámica adolescente que se vive en los ghettos de pobreza creados con el desarraigo de enormes poblaciones hacia la periferia de Santiago.