Los izquierdistas ven las "redes sociales" como un recurso nuevo, fascinante y esperanzador para cambiar esquemas de participación política y representatividad. Los derechistas las ven con criterio más práctico y menos expectante, escépticos de que vayan a desatar cambios significativos.
Consecuentemente, los izquierdistas resienten el escaso efecto que Facebook y Twitter ejercen en los esquemas mencionados. Viendo eso como un defecto, lamentan que no se haga un uso más intensivo de ellas y predicen que terminarán imponiéndose.
Poco dispuestos a esforzarse en mejorar ese efecto, los derechistas desconfían de la cantidad real de gente efectivamente involucrada entre los seguidores de determinada causa. Ergo, prefieren concentrarse en el tradicional contacto persona a persona.
Puedo dar fe de que no hubo acuerdo previo entre los participantes que llegaron a horas distintas y desde lugares diversos, por lo que la confluencia de posturas en cada grupo fue algo natural. Y si ustedes observan a nuestros políticos podrán comprobar quienes más baten la vaina de las "redes sociales" como una forma nueva de expresión democrática son en su mayoría izquierdistas.
En esto veo algo así como el intento de producir adherentes políticos a nivel industrial "out of the blue", como dicen los gringos. Una prueba de ello es que los llamados "movimiento estudiantil" y "estallido social" (que nunca, ni por un día, pasaron de obedecer al activismo político fría y sabiamente digitado por los izquierdistas de siempre), son manifestaciones de este ímpetu por alzarse con las grandes mayorías en virtud de un manejo en la Internet con apoyo mediático.
Por supuesto, en la realidad concreta ambos bandos tienen todas sus fichas en el esquema tradicional para captar adeptos y, aunque algunos candidatos han invertido recursos de red para interactuar con la clientela electoral, ninguno que aspire seriamente a ganar ha descuidado el viejo puerta a puerta.
Puedo dar fe de que no hubo acuerdo previo entre los participantes que llegaron a horas distintas y desde lugares diversos, por lo que la confluencia de posturas en cada grupo fue algo natural. Y si ustedes observan a nuestros políticos podrán comprobar quienes más baten la vaina de las "redes sociales" como una forma nueva de expresión democrática son en su mayoría izquierdistas.
En esto veo algo así como el intento de producir adherentes políticos a nivel industrial "out of the blue", como dicen los gringos. Una prueba de ello es que los llamados "movimiento estudiantil" y "estallido social" (que nunca, ni por un día, pasaron de obedecer al activismo político fría y sabiamente digitado por los izquierdistas de siempre), son manifestaciones de este ímpetu por alzarse con las grandes mayorías en virtud de un manejo en la Internet con apoyo mediático.
Por supuesto, en la realidad concreta ambos bandos tienen todas sus fichas en el esquema tradicional para captar adeptos y, aunque algunos candidatos han invertido recursos de red para interactuar con la clientela electoral, ninguno que aspire seriamente a ganar ha descuidado el viejo puerta a puerta.
Este blog lo dedico a la contingencia política y, ya consignada mi experiencia del evento citado, sólo me resta a invitarlos a preguntarse por qué existe esta diferencia tan marcada de apreciación de la realidad entre ambos lados del espectro político.
Me reconozco derechista de tomo y lomo. Me di el trabajo de componer un opúsculo describiendo el perfil típico del conservadurismo chileno porque creo conocerlo muy bien. Pero no deja de llamarme la atención esa tendencia a la novedoso y al mesianismo que creo ver en muchos izquierdistas. Tendencia que puede no ser especialmente peligrosa... mientras no se tenga mucho poder.
Y de incrementar ese poder para volver a retomarlo y propinarnos un cambiazo de proporciones, los izquierdistas se ocuparon a tiempo completo durante 20 años.
Nota 1: La expresión "redes sociales" acuñada por los teóricos en los Estados Unidos fuerza un poco la orientación y aplicación real de los servicios de intercambio en la red. Quizás el aspecto "social" sea el que más les interesa resaltar, pero los servicios de red son incomparablemente más eficaces y enriquecedores en el acceso a la información y la muy potenciada capacidad personal de procesar esos datos.
Nota 2: En el evento me quedé con las ganas de formular una pregunta que espero publicar mañana.
Ciro.
ResponderEliminarLo que dices es cierto. La izquierda ve en las redes sociales un nuevo artilugio para su revolución. De ahí que le concedieron demasiada importancia a twitter o facebook en la llamada 'Primavera Árabe', que a estas alturas se convirtió en el 'Otoño Árabe'. Esto último no les importa a los zurdos occidentales.
Supongo que ubicas al Copano que trabaja en el canal cable del Deporte. Antes que empezara ese programa, el canal lo promocionaba como el personaje que más tenía seguidores en twitter a nivel nacional, como si fuera una gran cosa. Una revelación. Casi un genio, aunque Copano es un personaje insulso y que es políticamente correcto, que no le importa si esa corriente diga y haga barbaridades.
Esa es precisamente mi interpretación general del panel de ayer. A la gente de izquierda le atrae la posibilidad de mover grandes cantidades de personas, aunque en estos casos sea una ilusión. Los muchachos que el PC destacó para agitar a los estudiantes reclamaban tener un 80% de adhesión a su causa. Y los periodistas (casi todos formados por gente de esa tendencia) repiten la misma monserga de una nueva mayoría con medios "alternativos" a las formalidades republicanas.
EliminarEl tema de los seguidores se mencionó ayer y nadie se atrevió a refutar las objeciones de los derechistas de que ese activo era ilusorio. Copano, Adriana Barrientos, La Fiera y otras personas de la farándula y la pantalla tienen muchos seguidores en Twitter, pero asimilar esa condición a la de electores o votantes es en realidad un delirio.
Algo parecido creo ver en el tema de las encuestas de popularidad, que tiene a los concertados muy convencidos de que con Bachelet recuperarán la teta.
La gente es manipulable hasta cierto umbral. Pasado ese límite puede sobrevenir un efecto contrario, un colapso, que creo que es lo que se le viene a la Concertación.