Castro olvidó pedir permiso a los que saben

Publicada en primera página de El Mercurio - 02 Marzo 2012

Un escándalo de proporciones han armado periodistas y políticos por un mall que se construye en Castro, indignados de que el centro de compras sea visible desde el mar y no se haya emplazado hacia las afueras de la ciudad, al interior de la isla, lejos de la vista que tanto disfrutan los turistas.

Ayer La Segunda y hoy El Mercurio han publicado en sus portadas una foto arreglada donde se muestra el centro de compras instalado como un enorme castillo que se transformaría en la principal construcción de la ciudad y dejaría a todo el entorno de la arquitectura local —incluyendo la catedral y sus torres de 42 metros— como meras casitas tributarias del mall.

El montaje, advertido por la tuitera @Paloma, y ejecutado por un tal Álvaro Vidal en el que se habría pegado la imagen de la construcción sobre una foto existente (sin tener mucha idea de las proporciones o con la intención de distorsionarlas), partió siendo insertado en publicaciones progresistas de la Internet y, promovida por enlaces y comentarios en Twitter que fueron retuiteados por muchos.

La foto original sería la de arriba, en la que se distingue la hermosa catedral de madera, desplegando a la derecha el área de menor altura donde estaría emplazado el mall. Pero en esta otra se representa al mall ocupando toda esa tremenda superficie con la altura de un edificio de 30 pisos que empequeñece a la catedral y casi toda la ciudad de un modo brutal. Esto puede impresionar a muchos pero es imperdonable que haya hecho caer a ambos diarios (La Tercera publica una foto que realza el perfil del mall, pero no esta foto trucada).

La verdad es que el mall se construye en el solar de la esquina redondeada de Thompson con Eleuterio Ramírez, frente a donde entre otras cosas solía instalarse una feria de artesanía, ocupando un área mucho menor, como se muestra en esta foto que obtuve de Google Earth:

Y para una visión de las proporciones reales de la obra, una foto proporcionada por Carlos, un tuitero castreño (@carlosaad1) que cuenta con más imágenes que ponen las cosas en su sitio:

Si apuntamos con el dedo a los castreños porque su mall es tan alto como la catedral, los demás dedos estarán apuntando a los santiaguinos, cuya catedral es visible sólo al estar frente a ella, sumida entre edificios que la superan largamente en masa y altura. 

Aparte del escaso profesionalismo de los ágiles de los diarios chilenos y del acostumbrado cacareo reivindicacionista de los demagogos, me llama la atención la pachorra con que muchos se sienten autorizados para decirles a los ciudadanos de Castro qué hacer con su ciudad.

Acepto que los palafitos son un atractivo turístico, pero rechazo que se quiera obligar a los naturales a eternizar esa "arquitectura" nacida de la necesidad y de la escasez. Muy distinto es pasearse en lanchones y barcazas por los canales de la zona disfrutando esa vista, que tener que vivir en esas precarias viviendas sin alcantarillado y acostumbrarse a los nauseabundos olores que aparecen con la baja marea.

Lo divertido es que de un lado acusan de centralismo a los empresarios que han trasladado a la isla los estándares mundiales de los malls, y del otro los locales acusan de centralismo a quienes les denuestan por querer imponerles dónde y cómo hacerse de un centro de compras moderno.

Chile padece de escaso respeto por la autogestión local, los gobiernos chilenos arrasan con los derechos de las comunidades reales hasta el punto de imponerles sistemas de transporte público, designar los puntos donde instalar paraderos y, en fin, reemplazar la autoridad de alcaldes —a veces elegidos por cientos de miles de personas— por la prepotencia de funcionarios designados por el gobierno.

Se suponía que la derecha iba a poner fin a este totalitarismo, propio de los regímenes socialistas. Pero parece que debemos seguir esperando que aparezca un líder con ese talante.

Adendum rectificatorio, 04 marzo 2012

Hoy El Mercurio ha vuelto a publicar la misma foto que le he criticado y, tal parece, que el equivocado soy yo en cuanto a que la imagen photoshopeada sería la primera y no la segunda.

Es mi error y retiro, por lo tanto, mi acusación.

A pesar de que es indiscutible que la foto en cuestión es desorientadora respecto de la magnitud real de la obra civil del mall en Castro, me comprometo en adelante a ser más cuidadoso en el uso de pruebas gráficas.

Por supuesto, mantengo en todas sus partes mi rechazo al desprecio a la soberanía local que supone imponer a los castreños las visiones y supuestos de Santiago, para lo cual el apoyo en esta foto disparó el apoyo de muchos el rechazo al proyecto. Si hay algo malo o equivocado en ese proyecto, es materia de los locales resolverlo del modo y forma que les parezca.