Cuando en Cuba ya disfrutaban de TV en colores, en Chile el gobierno recién estudiaba las regulaciones para introducir la televisión, por supuesto, en glorioso blanco y negro.
Contrariamente a lo que ocurría en la isla caribeña, en nuestro país se desconfiaba de entregar este medio a la explotación comercial por operadores independientes, imponiéndose un modelo "de profundo significado social" (palabras del senador Hernán Larraín, en El Mercurio de hoy), que regaló las concesiones de frecuencia a algunas universidades.
Es cierto lo que afirma Larraín, en cuanto a que por entonces se desconfiaba de la iniciativa privada y se pensaba que las universidades lo harían "identificándose esencialmente con valores supremos de la comunidad", esperanza que resultó absolutamente frustrada.
Paradójicamente, mientras en Cuba entraban en un régimen socialista que acabó con toda capacidad ciudadana de operar medios y difundir cualquier mensaje que no fuera el de la propaganda oficial, en Chile las universidades descubrían en la explotación de la TV una veta de negocios que las llevó por un derrotero que desembocó en la forma más chabacana, vulgar y desprovista de "valores supremos" para hacer televisión.
En su carta el senador Larraín lamenta que la UC, controlada por el arzobispado de Santiago, venda dos tercios del negocio a un privado porque implica "renunciar a cumplir su tarea evangelizadora" (de la Iglesia Católica), como si la emisora en realidad se hubiera dedicado todo el tiempo a eso.
Lo cierto es que la estación de TV de la Universidad Católica (canal 13) no cumple ninguna tarea que lejanamente se asemeje al rol que le supone este senador.
Dirigida desde hace años en sus áreas programáticas y de prensa por "progresistas", esa emisora constituye hoy —cuando el canal de TV operado por el gobierno ha cambiado de manos— el principal medio televisivo representante de los intereses y visiones de la centro izquierda; habiendo desaparecido incluso toda traza de programación familiar o "burguesa".
Según se ha ido conformando este nuevo cuadro en la TV de Chile, el avance tecnológico y la fuerza de las cosas están llevando a algunos a abandonar la estúpida idea de que los "privados" no deben operar emisoras de TV.
Las técnicas de transmisión digital permiten aumentar el número de canales disponibles. Allí donde sólo existe una frecuencia analógica, en realidad pueden operar cuatro o más frecuencias digitales, y con mejores condiciones técnicas de calidad.
Encima de eso, la red Internet ya puede alojar emisores de TV con calidad creciente y, a no mucho andar, asimilable a la de la transmisión analógica y digital. Cualquiera de nosotros podrá, con relativamente poco dinero, montar una difusora de TV por Internet.
Representando al sector más refractario al mercado libre para la operación de medios, el gobierno de Bachelet pretendía dejar TODAS las nuevas frecuencias en manos de los actuales explotadores de ellas, pero el naipe se ha desbarajado.
No sólo hemos cambiado hacia un gobierno que parece no tener esa fobia, sino que estamos presenciando el colapso de la torpe idea de que las universidades harían una TV de calidad.
Todo eso mientras la tecnología irrumpe por todos lados haciendo evidente la insanía de que es posible mutilar permanentemente la capacidad de los ciudadanos de difundir sus propios mensajes.
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Creo que aunque denunciemos esta lacra, ya estamos perdidos: coalicion judeo-mason-marxista, globalizacion, regimen mundial, organizaciones infiltradas o pantallas, etc., etc... Sin embargo Gracias a Dios, seremos nosotros los que no desmayaremos aunque nos arrasen la vida.
ResponderEliminarWALTER FORAL LIEBSCH
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