lunes, 22 de febrero de 2010

Durmiendo con el enemigo.

Hoy el diario La Segunda publicó declaraciones poco claras y explicaciones huidizas del PPD Álvaro Sapag, presentado días atrás como el director ejecutivo, "confirmado en su cargo", de la Comisión Nacional de Medio Ambiente, quien aparece negando haber consentido en la designación.

Antes, los dirigentes Auth y Bitar negaron con rudeza esta aceptación de Sapag y acusaron a Sebastián Piñera de estar haciendo "pillería".

Estas declaraciones se suman a otras del mismo tenor emitidas por dirigentes del progresismo local, que tienen una visión muy distinta de la que alega el Presidente Electo para involucrar a concertacionistas en un gobierno de "unidad nacional".

Para los futuros opositores, la de Piñera no pasa de ser una maniobra destinada a debilitar a su coalición y la rechazan con energía.

Por mi parte, luego de observar sus 20 años en el poder, entiendo a los concertacionistas, que durante este tiempo se han preocupado de "limpiar" la administración de elementos no afines a su postura ideológica.

Debe recordarse el escándalo en el Ministerio de Relaciones Exteriores cuando algunos funcionarios osaron participar a líderes opositores de cuestiones que estaban ocurriendo al interior de esa repartición.

Para los concertados, la gestión de gobierno ha estado íntima y fuertemente ligada a los intereses partidistas. Lo cual exige condiciones "especiales" de lealtad que van más allá del cumplimiento del deber funcionario y se extienden a la complicidad política con cualquier postura o proyecto del régimen, aunque vaya en contra de la ley.

De otro modo, jamás pudo haberse implementado el "sistema de sobresueldos" (trascendido por "imprudentes" declaraciones frente a la Justicia), tampoco podría haberse ocultado la votación de las delegaciones chilenas a congresos internacionales sobre la familia y la mujer (cuando se apoyó posturas que chocan frontalmente con los valores nacionales), ni el corrupto sistema de concesiones, ni los acuerdos mercantilistas con operadores extranjeros de las compañías de servicio público, ni los enormes y constantes flujos de fondos al PC y a ONGs funcionales a la actividad propagandística del gobierno.

Los asuntos mencionados en el párrafo anterior son una pizca de la enorme lista de asuntos PENDIENTES DE CONOCER por la ciudadanía que se espera en el próximo gobierno salgan a la luz.

En este contexto, la declarada intención del gobierno entrante de conformar un gobierno que integre ejecutivos del gobierno saliente NO PUEDE SER COMPRENDIDA ni COMPARTIDA por los progresistas.

En eso, Sebastián Piñera se equivoca gravemente. Sapag se da el gusto de desairarlo públicamente y de dejar a los oficiales del gobierno entrante como mentirosos o chamullentos. Por supuesto, estoy convencido que el que miente es Sapag. Es cosa nada más de leer los textos publicados por La Segunda de ayer para colegir que el sujeto no dice la verdad.

A lo reseñado se suma el hecho gravísimo de que el gobierno de Bachelet ha excedido en US$ 7.800 millones la ejecución del presupuesto de este año y ha gastado una parte significativa de los fondos soberanos (casi diez mil millones de dólares), conformando un cuadro parecido al que tuvo que enfrentar Lavín cuando derrotó al entonces alcalde Ravinet por ese cargo en Santiago.

Ravinet y Lagos dejaron la caja vacía, salvo un vale de deuda por una cantidad que impedía toda gestión creativa al nuevo alcalde. Lavín tuvo que inventar dinero de otras fuentes (por lo cual fue perseguido por los concertados de la Cámara) para poder atender a su plan de gobierno consistorial.

Algo parecido deberá enfrentar Piñera, obligaciones que comprometen casi dos años de gestión y un saldo en fondos soberanos que sería la mitad del que había un año atrás.

Eso, sin considerar la multitud de amarres y concesiones que en la práctica despojan al nuevo gobierno de la capacidad de renovar la administración (siendo que ahora sí, debería poder ejecutarse una verdadera limpieza) y de activos de los cuales disponer (buena parte de ellos han sido cedidos a título gratuito y ad aeternum a entidades controladas por el progresismo).

Y todavía sin agregar la enormidad de maniobras no documentadas o derechamente delictuales de las cuales, de hacerse la investigación que se debe, muchos actuales funcionarios y muchos líderes del concertacionismo tendrían muy largas explicaciones que dar.

Siendo esta la verdadera situación, me asombra la actitud de contemporización y consideración extrema de Piñera con los que el pueblo de Chile ha sacado del poder.

Sí, porque quien ha sacado del poder a la concertación es el pueblo de Chile, señor Piñera, no usted. Y no estoy para nada seguro de que el pueblo de Chile comparta su empeño en reponer en el gobierno a quienes queremos lo más lejos posible de él.

1 comentario:

  1. Esto lo escribí cinco días antes del terremoto del 27F, molesto por el trato de los UP/dc en contra de Piñera y extrañado de que el entonces presidente electo ofreciera a los operadores de la corrupta administración saliente continuar en sus cargos.

    No llamó la atención de muchos, visto que no lo comentaron, pero no deja de darme cierta nostalgia lo cándido que fui.

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