domingo, 18 de mayo de 2014

Es cierto, Chile ha cambiado, pero no como lo dice la UP/DC

Aprovechando las mayorías en el Congreso y la gigantesca red que Piñera les devolvió intacta en sus manos, la UP/DC se ha sacado la careta de la conversión a la democracia y de respeto al esquema de libertades del que se benefició durante 20 años. Llegó el momento de reponer la antigua receta de totalitarismo que les animó desde los años 60 del siglo pasado y que sus amigos de la red castro-chavista han impuesto en los desgraciados países caídos bajo su poder, donde la derecha ha sido borrada del mapa.

Uno de sus argumentos preferidos para justificar su asonada contra la constitución y las bases del modelo "neoliberal" es que "el país ha cambiado", que ahora "la gente está empoderada" y que ya no tolera "la extrema desigualdad" que vive este desgraciado Chile.

La desigualdad que reclama esta corrupta banda en el gobierno es la diferencia de ingresos entre los deciles extremos de la población, lo cual sería correcto si se constatara que las curvas van en sentido inverso, es decir, que fuera cierto que mientras los ricos son más ricos, los pobres son más pobres. Pero esto es falso. Los ahora llamados pobres no tienen punto de comparación con las generaciones previas a la implementación del odiado modelo.

Ya en 1979, lo recuerdo bien porque entonces estuve vinculado al comercio exterior, los pobres accedieron por primera vez a electrodomésticos de valor e incluso automóviles (en esos años se acuñó el despectivo término "portarrotos" a los pequeños furgones japoneses que para entonces fueron el primer vehículo de las familias modestas), merced a la apertura que recortó espectacularmente el costo de esos productos. Junto con ello, se abrió el mercado de capitales que para 1981 empezó a tonificarse con el aporte de los ahorros previsionales individuales.

La realidad actual es que la mayoría de los chilenos tienen su vivienda equipada, con acceso razonable a autos baratos y otros bienes de consumo durable y una cobertura bancaria que cubre a buena parte de la población. Antes del modelo era una minoría ínfima la que podía acceder a siquiera una cuenta corriente, ni hablar de préstamos bancarios ni de financieras. Es claro que los pobres no sólo han disminuido espectacularmente en número sino que, agregando el acceso a la educación superior y a las prestaciones de una vida más plena, viven una realidad incomparablemente superior a la de los chilenos de antes.

Por supuesto, los chilenos ricos también han avanzado. Contra la realidad del pasado, los que en latinoamérica encabezan las listas de grandes inversionistas y las grandes transnacionales son hoy chilenos. Y entrar a comparar los gigantescos capitales con la renta de los más pobres es, obviamente, ridículo. Dado el enorme progreso que ha experimentado toda la población, no tiene una significación que llame a alarmarse, salvo que —alegando que eso es intolerable— se quiera meter la mano en esas grandes fortunas.

Pero no solo las condiciones materiales han cambiado entre los chilenos, también lo han hecho su visión y sus formas culturales. Si la realidad previa al modelo era de familias destrozadas por la miseria y el alcoholismo, hoy ese cuadro es francamente marginal. Creo que los varios años de toque de queda cooperaron a alinear a las familias afligidas por ese flagelo, mientras mejoraban las condiciones de empleabilidad y el acceso a una vida mejor.

Una encuesta de hace un par de años reportaba que ahora los chilenos valoran más el esfuerzo personal que la ayuda estatal y que, junto con ello, han dejado de ver a los políticos como la tabla de salvación de su situación. Ya las tarjetas de presentación de un político no sirven de recomendación para encontrar trabajo y, contra lo que muchos de ellos quisieran, figuran a la cola de la lista de los estamentos dignos de crédito o confianza.

Ahora, frente al espectáculo del grupo gobernante lanzado en un ataque en todos los frentes para adecuar el modelo a sus visiones totalitarias y conveniencia electoral, las voces disidentes han surgido por todos lados, incluyendo gente prestigiada de entre sus propias filas. Desde el gobierno han tenido que encajar críticas tan severas que se han visto forzados a recursos mediáticos de escasa legalidad y a sacar a la calle a ministros y alcaldes afines a repartir material de propaganda –también ilegal– entre el público, tratando de neutralizar el efecto de esas denuncias.

Junto con ello, han evadido todo debate y tratan de pasar sus iniciativas contra el tiempo en forma de balurdos que obligan a sus mayorías congresistas a transformarse en un simple tubo por donde pasan sin que puedan ser examinadas en detalle.

Si fuera cierto que Chile "ha cambiado" en el sentido de que estas iniciativas son las que clama la población, no tendrían que actuar como charlatanes que esperan engañarnos sin darnos tiempo a pensar. Pero, la verdad, es que Chile ha cambiado en el sentido contrario. Hoy cuesta mucho más que en el pasado convencer a la gente de que los políticos mejorarán la suerte de los votantes.

Y también han cambiado espectacularmente las condiciones materiales que proveen recursos de información e intercambio que antes ni se soñaba. Ahora la gente sabe más y puede decirlo.
Es este cambio real el que incomoda a la UP/DC gobernante, que añora al chileno pobre, desesperado e ignorante del pasado.

5 comentarios:

  1. Estoy terminando un artículo en que desnudo al canciller Heraldo Muñoz, quien estaba a cargo de las JAP en la UP. En efecto, él publico el libro
    ‘La sombra del dictador: una memoria política de la vida bajo el régimen de Augusto Pinochet ‘, en plantea:: “asegura que Pinochet no fue necesario para el éxito económico de Chile” o que "El verdadero milagro económico se produce en la democracia”, "se transformó en el impulsor de unas reformas liberales en las que no creía”. ¿Crees que este picante se hubiese ocurrido el DL600, la FUT y resguardar los derechos humanos de primera generación en la Constitución con altos quorum, esto es, la libertad, la vida y la propiedad?

    Él está en una coalición que desea barrer con el modelo económico y durante la adminstración de Piñera culpaban de la desigualdad y la falta de oportunidades. Entonces, a partir de la pregunta que formula en su libro, ¿quién no cree en las reformas liberales en Chile? Él y la Nueva Mayoría.

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    1. Heraldo Muñoz es un hombre preso de un enorme resentimiento y de una gran ansia d efiguracion. Mala mezcla. Su prestigio internacional solo existe entre los de su misma linea politica, su credibilidad es bajo minimos, y la manera en que esta manejando las relaciones exteriores es un desastre:solo baste nombrar la reciente visita del Pdte de Ecuador o la de Bachelet a Argentina: mal preparadas y con nulos resultados.

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    2. Heraldo Muñoz, como la mayoría de los dirigentes castristas chilenos, es una completa estafa. Lo presentan como experto en relaciones internacionales porque ha estado por años metido en la trenza zurda de la ONU y sus organismos. Pero han bastado pocos días de gestión, en que se han visto las torpezas con Bolivia y con el protodictador ecuatoriano Rafael Correa, para comprobar que el sujeto carece de prendas para el cargo. Por supuesto, comparte con casi toda la plana mayor de la UP/DC esa desconformación cerebral y moral que pretende reescribir la historia para encajarla en sus retorcidas visiones.

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  2. Ese payaso solo esta ahí porque lo pusieron "donde haiga". es solo un engranaje más de ese motor fallido que se llama ineptocracia.

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    1. Son ineptos, es cierto. Pero tienen un objetivo bien claro: arrasar con la alternancia democrática.

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