Votantes de izquierda y votantes de derecha

Entre los relatos de Jorge Lanata, el periodista argentino que fue detenido con todo el equipo de prensa en Maiquetía y al que le borraron el material filmado en Venezuela, fue llamativo enterarnos del método chavista para acarrear adherentes el día de la votación.

Desde las 5 de la mañana se desplegaban bandas en moto premunidas de clarines a todo pulmón por los barrios populares (y otros no tanto) de Caracas, sacando a la gente de sus camas para que subieran a buses que les llevaban a ser los primeros votantes de la jornada, todo acompañado de meriendas y fanfarria.

La abstención en esa presidencial fue quizás la menor de la historia venezolana, cuando votó casi el 80% del padrón inscrito, pese a las dificultades puestas por el régimen para la participación de venezolanos en el extranjero.

Con todo, Chávez no alcanzó una convocatoria verdaderamente mayoritaria y, teniendo el absoluto control del sistema, apenas pudo cocinarse algo más del 50% de "apoyo", con el beneplácito de nuestro canciller que consideró al acto como "impecable".

En nuestras municipales, en las que se estrenó el voto voluntario, el acarreo de votantes de izquierda fue menos estruendoso, pero bastante efectivo. Desde mucho antes organizaron el traslado de inscripciones hacia las comunas-objetivo. El listado quedó exhibiendo domicilios verdaderamente masivos, porque los diferentes grupos de "trasladados" eran instruidos para dar una residencia "facilitada" por algún activista.

Obviamente, la motivación de los "trasladados" para votar no era comparable a la de los residentes habituales de la comuna-objetivo, que nunca fueron empujados a hacer nada preparatorio del acto electoral. Por lo tanto, la abstención en el primer grupo fue nula, mientras que en el segundo fue la habitual más el componente de ensayar la nueva libertad para hacerlo.

Hay otros factores a considerar, pero todos ellos explican claramente el por qué la abstención afectó más a los votantes de derecha que a los de izquierda.

Queda claro que en el sector izquierdista había razones más poderosas para salir de la casa a votar: el compromiso por ser "trasladado" o el de saber que su número ahora estaba crecido por esa importación de compañeros. En corto: tenían una poderosa motivación, una CAUSA por la cual votar.

Las "lecturas" que hacen varios dirigentes derechistas es realmente descaminada. Uno de los líderes de la derecha (Coloma) culpa al nuevo sistema, pero no parece darse cuenta de que en su momento olvidó perfilar una CAUSA comparable a la de la izquierda para que sus simpatizantes salieran de casa a votar.

En mis dos posts previos he apuntado a eso, a la CAUSA que debe trabajarse para que la votación de la derecha adopte la disciplina de la izquierda.

Pero frente a los movimientos y declaraciones post elección de estos dirigentes de pronto tengo la sensación de predicar en el desierto.

La esperanza es entonces que para la próxima y decisiva elección la misma gente se dé cuenta de lo que pasa cuando se queda en casa. Ya que los líderes de la derecha tienen poca idea de que los votantes, sin importar que sean de izquierda o de derecha, necesitan ahora una CAUSA distinta de la obligación coercitiva para votar.